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Los cadáveres de los cientos de topillos que murieron en el río Valdeginate se han acabado secando al sol al mismo ritmo que se ha secado el río, sin que nadie se encargase de sacarlos del cauce, pese a que su presencia supone un ... riesgo de contagio de una enfermedad que avanza sin freno en la provincia: la tularemia.
Asaja denunció hace ya más de un mes la presencia de estos animales muertos en el cauce del río, pero nadie se ha encargado de retirarlos, ya que al ser de la red secundaria, la Confederación Hidrográfica del Duero asegura que la retirada de animales ahogados no es de su competencia, mientras que las comunidades de regantes no tienen medios para la limpieza.
Las investigaciones llevadas a cabo por el Csic dejan claro que los casos de tularemia se disparan durante los años de plaga de topillo y que no solo el agua se encarga de propagar la bacteria que genera la enfermedad. «Cuando hay muchos topillos muertos en el campo y pasa la cosechadora, se remueve un polvo que puede estar contaminado», explica el investigador del Csic François Robert Mougeot, que cree que sería relativamente sencillo rebajar en el futuro el volumen de agua contaminada. Y es que, la aparición de topillos ahogados se suele dar en canales de hormigón, en los que los animales carecen de una posibilidad de salir del agua. «Sería muy útil para evitar los focos de bacterias que haya una limpieza de los topillos muertos en canales, que de momento nadie se encarga, o que haya algún sistema para que cuando un animal caiga en un canal pueda salir», añadió.
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