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La cifra de fallecimientos por coronavirus en Nueva York supera ya los 25.000. El personal sanitario de un sistema completamente distinto al español trata de hacer frente al virus y la investigación es una pieza clave para ganar la batalla. El palentino Álvaro Curiel-García lleva casi un año poniendo al servicio de la Universidad de Columbia, en Nueva York, sus conocimientos como doctor en biociencias moleculares en la lucha contra el cáncer. Ahora ha aparcado sus estudios oncológicos para ayudar de forma voluntaria en la investigación que está llevando a cabo su universidad para frenar el avance de la covid-19 en EE UU y mira de reojo lo que sucede en España, un país que le formó y del que tuvo que emigrar por falta de oportunidades.
–¿Cómo vive la pandemia la ciudad que nunca duerme?
–Es una situación muy extraña. Nueva York es una ciudad muy dinámica y ver calles vacías, restaurantes, tiendas o museos cerrados es muy raro. Sin embargo, sigues viendo, aunque en mucha menos proporción, grupos de gente y de niños como si la cosa no fuera con ellos, a pesar de que no se puede. Hablo con amigos que viven en diferentes barrios y es muy curioso cómo hay zonas totalmente vacías y otras dónde sigue habiendo una cantidad considerable de personas. A veces da hasta miedo.
–¿Qué similitudes y diferencias hay entre la cuarentena estadounidense y la española?
–Aquí empezó la curva unas dos o tres semanas más tarde que en España y sí que es verdad que al principio se tomaron medidas que hacían pensar en una prevención efectiva contra la expansión del virus. Se montaron hospitales de campaña por diferentes puntos de la ciudad, se trajo un barco hospital con 1.000 camas y hubo hospitales como en el Presbyterian que duplicaron de inicio el número de camas. Además, los bares y restaurantes cerraron casi a la vez que en España. No hay una cuarentena impuesta, pero sí recomendada. Es verdad que los establecimientos están siendo muy estrictos a la hora de dejar pasar gente, pagar, llevar mascarilla y guantes pero podemos salir a la calle, pasear, coger el metro o el autobús. Lo que hemos hecho muchos es una cuarentena autoimpuesta. Pero, como digo, esto va por barrios. Me llama mucho la atención que la gente no perdona el café del Starbucks.
–¿Cómo está viviendo lo que sucede es España a 5.500 kilómetros de distancia?
–En España ha pegado muy fuerte y eso genera inquietud. Mi novia, además, es médico en Madrid y esto me produce una mayor preocupación, aunque afortunadamente todos están bien y eso también ayuda a centrarse en lo que tenemos aquí. Estoy de voluntario ayudando en todo lo que puedo. Además soy miembro de la asociación de científicos españoles en EE UU y desde la asociación se están haciendo muchísimos seminarios y actividades sobre el coronavirus, así que mucho tiempo no queda.
–¿Qué le está aportando su labor como voluntario?
–Lo que más me ha impactado ha sido ir al hospital y ver la realidad. Me lo habían contado, he leído mucho y tenía una idea, pero no era consciente de lo que es esto en un centro de salud. Los médicos con los que colaboramos llevan cuatro semanas sin salir de su centro de trabajo, viviendo allí por miedo a contagiar a la gente. Hace unos días se suicidó una médico y no ha sido el único caso. Dan ganas de llorar.
–La pandemia ha paralizado su investigación contra el cáncer. ¿La crisis hará mella en la lucha contra otras enfermedades?
–La verdad que íbamos muy bien en el proyecto cuando saltó todo esto. Las cosas se estaban poniendo muy interesantes y estábamos ya con los tratamientos animales, probando si nuestras hipótesis se podían cumplir para pasar a ensayos clínicos. Tuvimos que parar a mitad de todo y ahora mismo estamos analizando los últimos datos que pudimos generar. Es una faena porque es probable que perdamos gran parte del año en volver a lanzar muchas cosas, pero hay que intentar ver el vaso medio lleno. Esto también me sirve para ponerme al día en cosas que pudieron quedar un poco de lado y reajustar el proyecto con todo lo que hemos aprendido hasta la fecha.
–Se ha generado una importante red de voluntarios contra el coronavirus ¿En que puede ayudar un investigador de terapias personalizadas para el cáncer de páncreas?
–Quiero pensar que en mucho. En el momento en el que explotó la situación se puso en marcha una iniciativa desde la Universidad donde los laboratorios, científicos y diferente personal nos hemos prestado para ayudar en lo que sea. Se ha generado una red de voluntariado enorme en la que se está ayudando de muchas maneras. Por una lado, hay una labor de gestión de los voluntarios y de identificación de las necesidades que se puedan ofrecer. Por ejemplo, hay una parte de base de datos y revisión de artículos, con un simposio semanal sobre las actualizaciones sobre el tema. Se están desarrollando proyectos de investigación muy variados con un potencial clínico enorme. Por ejemplo, se ha montado un biobanco de muestras. Hasta la fecha hay más de 15.000 muestras procesadas de pacientes y va a ser una fuente enorme para proyectos de investigación de todo tipo.
–¿Qué labores está desarrollando como voluntario?
–He reconducido mi trabajo para ayudar, de la misma forma que un pediatra se ha convertido en médico general y ha pasado a ver cualquier edad. No soy virólogo pero tengo muchas ganas de ayudar, aprender y aportar todo lo que pueda. En cuanto he acabado mi cuarentena autoimpuesta, me he puesto a tope y ahora mismo estoy en la parte de proyectos, recogiendo muestras de pacientes y haciendo tests de PCR para buscar cualquier relación que podamos encontrar con los pacientes que tienen peores síntomas. El contacto con los médicos es diario para tratar de ayudar al mayor numero de personas y esperamos empezar a producir datos en unos pocos días.
–El Dr. David Ho, de su universidad, lidera un equipo financiado por el hombre más rico de China para desarrollar medicamentos y anticuerpos. ¿La esperanza para el mundo llega desde su su uiversidad?
–Tal vez. Ahora mismo tiene varios proyectos en marcha donde destacan dos: uno en el que quiere aislar anticuerpos de pacientes que hayan estado expuestos y desarrollado anticuerpos frente al virus, y otro sobre el uso de nuevos compuestos llamados inhibidores de proteasas, que buscan evitar la capacidad de multiplicación del virus. David Ho es uno de los investigadores más conocidos por ser pionero en los tratamientos frente al Sida y tiene muchísima experiencia con virus. Para mí, la clave no está en quién llegue primero a la meta sino en llegar en unas condiciones seguras para evitar pasos en falso y que la vacuna se haga universal rápidamente. La ciencia, a fin de cuentas, no es cortoplacista. Si se consiguieron tratamientos efectivos o vacunas para otros virus devastadores como la viruela con menos medios y conocimientos de los que tenemos ahora, se conseguirá para este, aunque se tarde un poco aún.
-Ahora hay una carrera mundial por encontrar la vacuna. ¿España parte con desventaja por los recortes en investigación?
–Hay una frase de Ramón y Cajal de hace 100 años que es valida ahora: «al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia». España tiene un potencial enorme con gente que es referente a nivel internacional en muchos campos. Pero cuando los investigadores vemos que todo son pegas, recortes, burocracias y falta de apoyos, nos desmotiva y eso a la larga lo paga toda la sociedad. Lógicamente, ningún país está preparado para reaccionar de la mejor forma ante una situación como esta, pero está claro que los recortes no ayudan. Sin esos recortes muchos problemas seguirían estando, pero España estaría en mejor posición.
–¿Algún español tiene posibilidades de lograr avances significativos en la lucha contra el coronavirus?
–En temas de virus hay grupos referentes como el del Dr. Enjuanes y la Dra. Sola, del Centro Nacional de Biotecnología, que están haciendo cosas muy interesante para el coronavirus. Además, hay laboratorios reconvertidos para ayudar y empresas como Pharmamar están ya en fases clínicas, siendo claros indicativos del potencial y el peso que puede tener España. Todo esto se puede perder como se siga recortando. Desde España me dicen que ahora se está dando dinero para proyectos relacionados con el coronavirus que van a permitir una mejora de laboratorios y centros. Pero el problema que hay que solventar primero es la falta de personal y los equipos anticuados. El tiempo corre y la vacuna es lo que más a corto plazo se mira por motivos obvios.
-¿Qué países se pueden beneficiar más de la fuga de cerebros que ha habido en la investigación en España?
–Sin ir más lejos, EE.UU. Son muchos los científicos emigrados que están avanzando contra el virus y España no se va a beneficiar, a pesar de haber formado a esta gente. Dos ejemplos: la doctora Ana Fernandez-Sesma o el doctor Adolfo García Sastre, ambos trabajando en Nueva York. Tenemos más ejemplos en otros campos de la ciencia y es gente que muy difícilmente volverá a España. El problema no es no querer volver, sino saber que si vuelves, no tienes garantías de nada y muchas veces eso echa para atrás a la gente. Creo que es muy interesante y necesario ver otras maneras de hacer ciencia, ya sea moviéndote dentro de España o saliendo, pero se debería facilitar que la gente pueda estabilizarse en España con garantías de poder desarrollar su trabajo de la mejor manera.
–¿Cree que el Gobierno de España aumentará el presupuesto para investigación después de esta experiencia?
–A corto plazo ya se está viendo, pero a largo plazo tengo mis dudas. Como he dicho antes, la ciencia no es cortoplacista y lo que se invierta hoy, repercutirá en años. Salvando la urgencia del coronavirus, un medicamento tarda entre 10 y 15 años en salir. Y esa espera es algo que a nuestros políticos claramente han demostrado que no les interesa.
–Cuando se habla de Sanidad, los españoles solemos sacar pecho y decir que tenemos la mejor del mundo. ¿Al menos es mejor que la de Estados Unidos?
–Al margen de esta pandemia, el tema asistencial es mejor en España, entre otros motivos porque es sanidad publica contra privada, a pesar de que el famoso 'Obama Care' intenta paliar las desigualdades sociales en este aspecto, pero no es ni por asomo igual. No soy médico, pero en mi opinión, la sanidad es un todo que engloba no solo hospitales sino investigación, gestión o farmacias. Hay cosas que aún cojean en España, como la falta de apoyo a la ciencia. No sé si España tendrá la mejor Sanidad del mundo, pero si algo está quedando claro en estos momentos es que nuestros sanitarios están en el 'top' mundial.
-¿En un sistema como el estadounidense los seguros se hacen cargo de los pacientes de coronavirus?
–El mayor problema es que la Sanidad es privada y para estar cubierto hace falta tener trabajo. Hay programas estatales para mayores de 65 años y grupos sociales más vulnerables que, con el 'Obama Care', buscan ayudar a esta gente a contratarse los seguros privados, pero aun así hay mucha desigualdad y Trump quiere destrozar varias de estas medidas. Ahora mismo se están destruyendo muchos puestos de trabajo y se ha dicho que el estado se hará cargo de la gente que no tenga recursos para pagarse un tratamiento. De todas formas, se han dado casos de enfermos que no ha ido al hospital por miedo a no poder pagar la factura. Es muy fuerte. Los tests, que al inicio valían casi 3.000 dólares, ahora son gratuitos y a nosotros ya se nos ha avisado de que empezarán los test masivos escalados.
–¿La crisis está agrandando la brecha entre ricos y pobres en EE UU?
–Eso es seguro-. Es verdad que se está destinado un trillón de dólares (1 billón de euros) a diferentes medidas, entre las que se incluyen políticas sociales. Se están repartiendo tres comidas diarias gratuitas, se está dando una paga a todos los trabajadores que han pagado sus tasas en 2018 y 2019, los comedores escolares siguen dando comidas, se están habilitando espacios para la gente más necesitada y los autobuses son gratis. Estas medidas yo creo que son buenas, pero el problema será a largo plazo con tantos puestos de trabajo y negocios afectados por la pandemia. Habrá que ver qué medidas se toman cuando pase todo esto y ahí se verá cuánto se agranda la brecha.
–¿Las declaraciones de Trump sobre sus 'remedios' para frenar la crisis han hecho mella en su popularidad?
–Estamos en año de elecciones presidenciales en EE UU y está intentando llamar la atención como sea. Ya ha tenido varios comentarios que demuestran su falta de humanidad y conocimiento en muchísimos temas. Nueva York no es una ciudad que apoye mucho a Trump, entonces al menos aquí no está ganando muchos votos que digamos. Sus declaraciones son muy desafortunadas. Al día siguiente de su comentario sobre la lejía hubo cientos de intoxicados y después del comentario sobre la cloroquina, hubo incluso muertos. Es un tema muy serio. Ojala no salga reelegido por el bien de todos.
–En España son muchas las voces críticas que aseguran que el Gobierno está gestionando mal la crisis. ¿Se está gestionando mejor o peor en EE UU que en España?
–Las comparaciones son odiosas y no creo que sean beneficiosas en estos momentos. Viendo lo que se está pasando a nivel sanitario y todo el sufrimiento de familiares y amigos afectados, me hubiese gustado ver a nuestros políticos en el mismo barco, remando en la misma dirección, afrontando esta situación y dando soluciones a los problemas reales que hay. Una vez se salga, será momento de analizar las cosas, ver en qué se puede mejorar y pedir las responsabilidades que resulten pertinentes.
–¿La prensa de EE UU está tratando la pandemia como un ataque al sistema capitalista por parte de China?
–Hay gente muy tendenciosa que está intentado vendernos mil historias dignas de ganar un Óscar. Afortunadamente, la ciencia se ha adelantado a todo eso y ahora tenemos mucha información sobre el virus. Desde mi punto de vista, el problema es que hay gente que prefiere ver la película donde los 'enemigos' crean algo y son los americanos los que salvan al mundo, antes que la realidad.
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