PILAR GIMENO
Palencia
Martes, 18 de mayo 2021
Sus fondos proponen un singular viaje en el tiempo cuya secuencia arranca en el Paleolítico y llega hasta la Edad Moderna, deteniéndose en las huellas que dejaron los pueblos vacceos, en el patrimonio del mundo romano o en la Edad Media. El conocido Tesoro de ... Valsadornín, una olla de bronce con 11.000 monedas del Imperio Romano datada en el siglo III, fue una de las últimas incorporaciones a la colección permanente del Museo de Palencia. Hoy martes, 18 de mayo, se celebra el Día Internacional de los Museos y bajo el lema 'El futuro de los museos: recuperar y reimaginar', el centro ha diseñado una serie de propuestas gratuitas que se extenderá hasta el 23 de mayo. Es solo la antesala de una efeméride mucho más especial. Porque el Museo cumple el próximo 9 de julio 100 años de su fundación.
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Su director, Francisco Javier Pérez Rodríguez, lleva meses trabajando en un ambicioso programa de actividades que pretende reivindicar la relevancia de este aniversario. «Aunque está pendiente de aprobación, la idea es hacer un concierto en el Museo y otro en la Biblioteca Pública –también conmemora su centenario–, así como unas visitas guiadas. Además, en otoño, queremos organizar la exposición 'Museo de Palencia. 100 años. 50 detalles'».
Esta retrospectiva, explica el responsable del centro, quiere contar «lo que es el Museo hoy en día», deteniéndose en 50 detalles minúsculos de diversas piezas, «cositas que no se ven a primera vista, que necesitan ser ampliadas. Vamos a explicar por qué se han elegido esos objetos y su aportación a la investigación», reconoce el responsable del museo ubicado en la Casa del Cordón, para quien esas piezas tienen un interés y un valor estético que se podrá «apreciar en el detalle de su manufactura técnica y en curiosidades que no se ven a simple vista».
Estos cien años de vida también prestarán una atención especial a los escolares, para los que se programarán varias actividades que pondrán en relación la exposición temporal y la permanente. Además, algunas de las piezas viajarán a otros espacios de la provincia y podrán «volver a esos lugares de origen donde fueron hallados».
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El Arqueológico atesora más de 60.000 piezas, de las que alrededor de 2.350 se hallan expuestas. Esta colección nació a inicios del siglo pasado tras la unificación de los fondos del Ayuntamiento y de la Comisión Provincial de Monumentos. Sin embargo, «lo que podemos ver ahora en la Casa del Cordón no tiene que nada que ver con ese museo que se inaugura en 1921 en los salones del Palacio de la Diputación. No tiene nada que ver por lo que se ve, por la colección que custodia, pero tampoco tiene nada que ver el concepto de lo que se entendía por museo», subraya Francisco Javier Pérez Rodríguez.
El director del centro tiene claro que los fines del Museo pasan por ofrecer un servicio a la sociedad, y por «conservar, investigar, comunicar y exponer el patrimonio material e inmaterial con fines de educación, estudio y recreo». La Casa del Cordón es también un espacio en constante renovación y es que muchas de las piezas que reúne en sus vitrinas son objeto de una cuidada restauración. Cada año, además, llegan al Museo entre cuatro y cinco mil piezas más.
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La andadura que ha seguido el espacio cultural ha estado salpicada de vaivenes desafortunados. Poco después de su apertura en 1921, recuerda el director, los objetos «se desplazan de esas salas y no se tiene documentación sobre dónde se volvieron a colocar». Otro luctuoso suceso ocurrió en 1966 con el incendio del Palacio de la Diputación Provincial. «Creemos que se pierde gran parte, por no decir la mayoría, de la documentación de carácter administrativo de la vida del Museo. Se perdió la procedencia de muchas piezas. Alguna de las piezas desaparecidas o que no están ahora en el Museo está asociada a esa tragedia, cuando se desalojó de forma precipitada el ala del Palacio Provincial en la que se encontraban almacenados las piezas y los archivos», evoca Pérez Rodríguez.
En 1970, los objetos regresaron a dos amplias salas emplazadas en «los bajos del Palacio Provincial». Sin embargo, en 1979 volvía a cerrar sus puertas con el compromiso de «buscar, por fin, un edificio independiente y adecuado», añade el director. En 1981, la Diputación adquirió la Casa del Cordón, con sus dependencias anejas, y la cedió al Ministerio de Cultura para su conversión en sede del nuevo museo, que abrió definitivamente sus puertas el 28 octubre de 1997. «Prácticamente durante todo el siglo XX el Museo ha estado cerrado», admite Pérez Rodríguez.
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Pero, ¿cuáles son los objetos más relevantes que ha incorporado el centro a sus fondos en los últimos años? Su director lo tiene claro. «Todas las piezas tienen su interés, desde las más llamativas, como los bustos romanos de Becerril, hasta pequeñas piezas que aportan un montón de información a la investigación y al conocimiento humano de las ideas, la cultura y religiosidad». Por citar solo algunas de estas reliquias, el director se detiene en una «pequeña pieza en hueso que representa un busto femenino que apareció como ajuar funerario en el túmulo megalítico de la Velilla en Osorno, del cuarto milenio antes de Cristo». Es solo una muestra de unos valiosos fondos a los que también se suma un broche de oro «con dos prótomos de caballo de Saldaña que, cuando apareció en los años 40, fue considerada la más bella joya céltica encontrada». Miniaturas de ajuares funerarios vacceos, cerámicas romanas o capiteles conviven en un interesante recorrido que cuenta «la historia de la presencia humana en nuestro territorio», destaca Pérez Rodríguez.
«Con la nueva museología de principios del siglo XXI el protagonista ya no es la colección, sino los usuarios», subraya el responsable de la Casa del Cordón, lo que «nos obliga a considerar que el centro es un producto económico y turístico y a incidir aún más en la difusión». Su actividad, añade, arranca «en la conservación y el estudio de nuestras colecciones, de ese estudio salen las novedades que tenemos que difundir y de ahí las reformas en la exposición permanente o en los distintos espacios expositivos creados, como el de fondos inéditos».
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Las visitas no suponen el fin último de su trabajo. Desde hace años, programan ciclos de conferencias y han dado el salto a internet: «Ya no generamos contenidos para ser editados en libros o ser expuestos, sino para ser colgados en la red. Generamos contenidos para las propias redes, como Youtube. Dedicamos mucho tiempo a la divulgación y a mantener la comunicación con nuestros seguidores en las redes. Es una fórmula de estar presentes en la sociedad, también cuando hemos estado cerrados al público».
«Indudablemente un museo es una experiencia cultural, pero personal. No es lo mismo enfrentarte a una escultura en vivo y en directo que a una fotografía. Eso está claro», defiende Pérez Rodríguez. Es consciente de que los museos seguirán existiendo más allá de internet y que son esenciales para conservar el patrimonio de «todos nuestros antepasados», aunque reconoce que «hay experiencias digitales asombrosas con escaneado en 3D de algunas piezas. Como herramientas de trabajo para investigadores están fenomenal, y también para captar la atención del público. Si eso luego sirve para crear cierta inquietud y que acudan al Museo a ver esa pieza lo habremos conseguido».
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Todo este trabajo ha dado sus frutos. En 2010, el centro recibió 8.197 visitas y siete años más tarde casi duplicaba esta cifra para llegar a los 17.121 visitantes. Proceden, generalmente, de Castilla y León, aunque también de Madrid y País Vasco. Últimamente, se han sumado también turistas extranjeros, de Inglaterra o Francia. Respecto a los palentinos, reconoce con orgullo Pérez Rodríguez, «lo primero que les sorprende es el interior del edificio, no se imaginan que detrás de esa pequeña fachada de un palacio del siglo XVI se encuentren un edificio de construcción moderna con seis plantas y que tiene una arquitectura lograda, con buen diseño y merecedora de salir en las revistas dedicadas a la arquitectura en los años 80».
El responsable del Arqueológico confía en que la situación epidemiológica mejore y en volver a «diseñar exposiciones temporales arqueológicas, etnográficas y de lenguajes de arte contemporáneo, por lo que es necesaria una estabilidad presupuestaria para planificar una programación permanente, así como encontrarse con el público escolar, que suma alrededor del 50 % de sus usuarios», explica.
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Desde 2016, añade, «tenemos un proyecto pendiente que se paralizó por las obras acometidas y que consiste en una renovación museográfica de parte de la exposición permanente, que sería financiada por el Ministerio de Cultura. A finales de este año pensamos que podamos acometerla». Por otra parte, espera impulsar «la relación del Museo con la provincia, buscando una fórmula para que los escolares lo visiten y a la inversa, haciendo que éste pueda estar presente en la provincia» mediante diversos acuerdos con instituciones y ayuntamientos.
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