Las obras ocultan bajo unos enormes andamios la catedral de Palencia desde hace casi 8 meses. La seo palentina no muestra todo su esplendor a los visitantes que deciden acudir a la capital para conocer la Bella Desconocida, pero la enorme estructura metálica que cubre la piedra pronto dejará de ser un problema para el visitante y pasará a convertirse en todo un acicate turístico. 'Abierto por obras'. Ese podía ser el cartel que anunciase el turismo cultural palentino como alternativa al clásico 'sol y playa' de la temporada estival. Y es que, aquellos que viajen a Palencia durante sus vacaciones de verano podrán ver la catedral desde una perspectiva que, hasta ahora, solo habían contemplado los que han trabajado en su construcción y en sus posteriores labores de rehabilitación.
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Un grupo de guías se encargará de conducir a los visitantes por los andamios instalados, tal y como asegura Ignacio Vela, uno de los arquitectos nombrados por el Cabildo y la Diócesis para dirigir la obra. «Dentro de unos poquitos meses, cuando llegue la temporada de verano, va a haber un programa de visitas a la propia obra para que palentinos y turistas puedan disfrutar de la catedral de una forma diferente a la habitual», afirma el arquitecto, que no oculta que esta iniciativa –que aparece en el contrato– es una fórmula de devolver al ciudadano lo que le quita la obra. «Ya que sustraemos a la gente de una parte de la catedral, porque no pueden acceder debido a las obras, vamos a permitir a los visitantes subir a las plataformas de trabajo en el crucero y en las naves altas», explica el arquitecto que, junto a Florentino Díez, se encarga de dirigir la rehabilitación del templo.
Las obras han supuesto un contratiempo desde que arrancaron el martes 4 de septiembre de 2018. El ruido y el polvo se han colado en misas y visitas, pero ese es el pequeño precio que fieles y turistas tienen que pagar durante unos meses en los que se ha tratado por todos los medios de que las intervenciones interrumpieran lo menos posible las actividades litúrgicas y turísticas. «Compatibilizar el uso habitual del edificio con la obra es una de las dificultades con la que nos hemos encontrado. Hemos tenido que acotar algunas zonas para poder ir trabajando mientras los visitantes y los fieles acuden a la catedral», apuntó Vela, que cree que es muy complicado realizar una intervención de esta envergadura sin generar alguna contrariedad. «Molestamos nosotros más a la gente de lo que la gente nos molesta a nosotros. Una obra siempre es un foco de ruido y de polvo y, aunque hemos adoptado muchas medidas para mitigar todos estos problemas, las molestias están ahí», reconoció.
Vitoria como ejemplo
La Catedral Vieja –que es como se conoce a la Catedral de Santa María en Vitoria puesto que hay otra en la parte nueva de la ciudad– ha servido de ejemplo para esta iniciativa de apertura turística de las plataformas de trabajo. En la década de los noventa, el templo vasco tuvo que cerrar sus puertas por los graves problemas de sustentación que sufría y sus responsables decidieron poner en marcha un plan turístico para salvarla.
'Abierto por obras'. Así se denominó el programa de visitas guiadas a las obras de restauración que arrancó en la seo vitoriana en el año 2000. Y es que, en vez de echar el cerrojo –lo normal cuando se procede a la rehabilitación de un edificio de estas características–, la Catedral Vieja de la capital alavesa dejó abiertas sus puertas al público y así, durante los las reformas, los visitantes han podido contemplar 'in situ' los trabajos arqueológicos y de restauración de un edificio que sigue, a día de hoy, abierto por obras.
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