Miguel Esteban, arriba a la izquierda, con su hermano Carlos y el establecimiento, por fuera y por dentro. ADOLFO FERNÁNDEZ

La Bota cierra y deja a Palencia sin otro bar histórico

Los hermanos Miguel y Carlos Esteban se jubilan tras haber trabajado juntos durante 37 años, primero en la Casa León y después en su conocido establecimiento de Panaderas

Lunes, 29 de noviembre 2021, 07:15

Su inconfundible color azul de las paredes hace que las botas que cuelgan de las mismas destaquen aún más. No exponen todas las que tienen porque son demasiadas. Alguna se llevarán de recuerdo, el resto se quedarán, junto con los cuadros y las fotos que ... hacen de este negocio un lugar único en Palencia. La Bota ya tiene el día marcado en el calendario para cerrar definitivamente por jubilación. El 19 de diciembre será la última vez que los hermanos Miguel y Carlos Esteban esperen a sus clientes detrás de la barra metálica con adornos de azulejos para ofrecerles un café, una caña o lo que se quiera. «Sí, que nos da pena porque son muchos años de cara al público, pero también estamos deseándolo. Salimos ya un poco quemados de esto porque son muchas horas, los tiempos cambian mucho y la pandemia ha destrozado a la hostelería», afirma Carlos Esteban.

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Así se une al lento pero interminable goteo de establecimientos hosteleros históricos que bajan la persiana, como fue Casa Cantabria en marzo o Lucio hace poco más de un mes.

La Bota nació hace 27 años en la bajada de la calle Panaderas, en el alargado local con amplia cristalera tan conocido por todos y con el llamativo cartel amarillo sobre la entrada. El nombre viene de más atrás, de cuando dirigían la Casa León en la calle Mancornador. «Todo empezó porque había un cliente que le gustaba beber en bota y siempre nos decía: 'A mí dame la bota'. Y compramos unas botas, así que cuando nos cambiábamos a este local pues decidimos llamarnos así. Unos nos regalaban unas botas, otras las cogíamos nosotros... y así hasta las más de setenta que tenemos actualmente», afirman los hermanos Esteban.

Carlos y Miguel se ocuparon de la Casa León, que era una sociedad, durante más de nueve años. «Nos ofrecieron llevarlo, así que yo me salí del Casero, donde había trabajado durante once años, y mi hermano del Centro Farmacéutico, que era donde estaba. Y ya llevamos trabajando juntos casi 37 años», rememora Carlos. «Mi hermano hace ahora los 65 y yo voy a cumplir 63 años y a mis espaldas tendré 47 años y cinco meses de vida laboral», añade.

Rememoran el trajín y la esencia que tenía la calle Mancornador, donde comenzaron su andadura laboral juntos estos hermanos palentinos. «Me acuerdo cuando estábamos allí con el Granada, La Tabernilla, el Sol, el Soraya, el Casco Viejo... Y ahora están todos cerrados, menos el Sol. Eso tuvo muchísima vida, era una zona de mucho alterne», se lamentan. Una de las calles palentinas venidas a menos con los años y cuyo declive comenzó mucho antes de la pandemia.

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La Bota abrirá el 19 por última vez y, al día siguiente, Carlos y Miguel Esteban acudirán a «echar los papeles» de la jubilación. «Yo tengo una hija y mi hermano, dos hijos y hasta ahora disfrutar de la familia, pues poco hemos podido», argumenta Carlos. Hasta hace 8 años contaban con un comedor al que se accedía desde el final de la barra y han llegado a dar hasta cuarenta menús diarios. «En aquella época, si teníamos comuniones o reuniones familiares, íbamos solo uno de los dos, porque aquí también teníamos celebraciones y uno de nosotros tenía que quedarse trabajando», rememoran.

En 2013 decidieron cerrar el comedor porque trabajaban tres personas en cocina, cuatro en barra y seguían sin dar abasto. Indemnizaron a tres empleados y mantuvieron a dos trabajadoras en cocina. «Queríamos buscar un poco más de tranquilidad, pero hemos seguido haciendo catorce horas al día como cualquier hostelero», afirman los hermanos Esteban.

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Treinta kilos de oreja

La barra de La Bota siempre cuenta con tortillas de patata, anchoas rebozadas, callos guisados, lengua y su inconfundible careta frita, que siempre ponen de tapa para acompañar con la consumición a la hora del vermut. «Solemos pedir unas 25 caretas a la semana y también 30 kilos de oreja. Y siempre contamos con callos, morro, lengua... Cocinamos mucha casquería, les gusta mucho a nuestros clientes», señalan.

Junto con todas estas raciones, la oreja a la plancha es uno de sus platos estrella, destacan sus famosos chipirones fritos, cocinan más de 25 kilos a la semana, que tanto echarán los palentinos de menos a partir del 20 de diciembre. «Lo que más echaré de menos será ver a los clientes, pero ahora podré salir yo y tomar algo con ellos e ir al campo, que siempre me ha gustado mucho pescar, coger setas...», reconoce Carlos.

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Todo parece indicar, que aunque los hermanos Esteban se jubilen, la esencia seguirá. «El local es alquilado y parece que la idea es continuar con este tipo de negocio. Lo que nosotros no sabemos es si se acabará traspasando o si el mismo propietario del local estaría interesado en quedarse», argumentan. «Nosotros solo sabemos que nos jubilamos», concluyen. Toda una vida detrás de la barra, que comenzara fuera de ella en tres semanas.

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