Sonia Hinojal, a la derecha, en Módena para preparar el traje y complementos de su próxima boda en mayo. MANUEL BRÁGIMO

Las bodas cayeron más del 60% en 2020 y no hay visos de recuperación ni de las aplazadas

Las empresas del sector acusan la falta de demanda y tratan de impulsar el negocio de eventos para grupos reducidos

CARMEN AGUADO

Domingo, 11 de abril 2021, 21:08

Darse el 'sí quiero' está complicado. La mayor parte de las parejas que tenían previsto casarse durante el año 2020 decidieron posponer su enlace a este año con la esperanza de que ahora las cosas hubieran cambiado. Pero, lo cierto es el mundo ... sigue inmerso en una pandemia que, de momento, obliga a mantener una serie de medidas sanitarias y restricciones con el objetivo de evitar la propagación del virus.

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El número de matrimonios en la primera mitad de 2020 (últimos datos disponibles en el INE) registró descensos superiores al 50% en todas las provincias de España, con un 60,8 % de media nacional. No es de extrañar que con casi tres meses de confinamiento España celebrara de enero a julio de 2020 un total de 28.321 enlaces, frente a los 72.321 del mismo periodo del año anterior. En Castilla y León se produjeron en ese primer semestre del año pasado 985 matrimonios, el 63,2%, y 1.695 enlaces menos que en el mismo periodo del año anterior. Palencia registró solo 63 en la primera mitad de 2020 frente a los 230 de todo 2019, lo que indica una caída a la mitad.

¿Casarse en 2021 o no hacerlo? Aunque muchos de los novios son reticentes a tener que disfrutar de una boda llena de mascarillas y con control de aforo e invitados y distancia de seguridad, lo cierto es que otros muchos han decidido darse el sí quiero a pesar de las circunstancias y disfrutar, de esta manera, de un día único en sus vidas. Poco a poco, el sector dedicado a estos eventos se ha visto algo animado ante esta nueva temporada, pero los ánimos decaen cada semana.

Escaparate de una tienda de novias en la capital palentina. MANUEL BRÁGIMO

En el caso de la empresa palentina Bodas Organizadas, su responsable, Nati Herrero, explica que «el año pasado cuando surgió la pandemia después de haberlo sopesado durante las primeras semanas, les recomendé a los novios posponer la boda». De esta forma, las primeras ceremonias planteadas quedaban en el aire.

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«En Palencia la temporada de bodas suele comenzar entre los meses de abril y mayo y esas primeras del 2020 las dejamos o bien aparcadas sin fecha o bien pospuestas a este año 2021. Después, cuando llegamos a la temporada de verano vimos que no era fácil hacer una celebración como la que las parejas tenían pensada y muchas decidieron dejarla para este año. Lo que ha pasado cuando hemos llegado hemos visto que sigue todo muy paralizado y ahora mismo tenemos muy pocos eventos que estén garantizados que se vayan a poder hacer 100%», afirma Nati.

Actualmente, el principal hándicap para los novios es el uso obligatorio de la mascarilla y el control del aforo. Estos son los principales motivos por los que la 'wedding planner' cree que esta temporada puede ser incluso peor que la anterior. «La ilusión se está viendo mermada y, ahora mismo, la situación no es nada halagüeña, ya que las parejas están esperando a ver qué pasa tanto después de Semana Santa como tras el 9 de mayo, fecha en la que quizá anuncien que alargan el estado de alarma», comenta.

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Nati Herrero explica que, ante esta situación, el calendario del año 2022 ya está abierto y es sobre el que están ya trabajando la mayoría de parejas porque creen que para entonces la situación epidemiológica puede estar más controlada y, por tanto, las restricciones pueden ser menores.

«También hay que destacar que en otras comunidades autónomas se están empezando a tomar alguna medida especial para este tipo de eventos, pero en Castilla y León, ahora mismo, los aforos son los que son tanto en interior como en exterior y el toque de queda está impuesto a las 10 de la noche, por tanto, ahora mismo, hacer una boda de tarde resulta imposible», afirma.

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Confiesa que hay parejas que lo están pasando muy mal porque no saben qué hacer, «llevan desde 2019 arrastrando todos los preparativos y no saben si posponer de nuevo o no. En 2020, los enlaces matrimoniales se redujeron en torno a un 60% en el primer semestre, y en el segundo, la reducción fue de un 90%. Ya no se celebró nada y lo poco que se hizo y se viene celebrando son las 'petite wedding', que son pequeñas bodas de unas 20 o 25 personas», comenta.

Las tiendas dedicadas a los vestidos de novia son grandes damnificados por esta crisis. Desde la tienda Módena, situada en el centro de la capital palentina y dirigida por las hermanas Ruth y Nuria Lozano, explican cómo el sector textil ha sido otro de los grandes afectados por esta paralización de eventos y, sobre todo, de bodas. «La temporada prevista para el año 2020 cambió de repente. Aunque en los primeros quince días aún no teníamos esa percepción, a partir de finales del mes de abril cuando vimos que las novias empezaban a posponerlo para 2021, ya nos dimos cuenta», explican.

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«Al final, se llevaron a cabo un 10% de las bodas previstas para 2020. La sorpresa se la han llevado al ver que estamos en las mismas circunstancias que el año pasado», comenta Ruth Lozano. Muchas novias que habían pospuesto la ceremonia al 2021, al ver la situación están retrasándolo todo hasta el 2022.

«En este año todavía no hemos vestido a ninguna novia. Las más cercanas tienen pensado casarse en mayo. Y el resto, para verano. Creemos que, desde final de abril hasta septiembre, va a haber bodas, aunque muchas menos de las que creíamos», explica Ruth. Esta falta de trabajo hace que parte del equipo de la tienda siga en ERTE.

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Aunque muchas parejas están esperando a que la situación sanitaria mejore, también están surgiendo nuevas bodas, fruto de que muchas de ellas quieren seguir con su vida y hacer planes sin que esta situación les paralice su futuro.

En Castilla y León, el aforo del restaurante al aire libre es del 75%, con cóctel sentado y barra libre sin baile

Ruth y Nuria afirman que «las parejas que ya lo han celebrado han quedado muy satisfechas y muy contentas porque todo salió muy bien. Por eso creemos que este año, sabiendo mucho más acerca del virus y teniendo acceso a pruebas de detección, se puede hacer una boda segura y también bonita. Quizá nos tendríamos que concienciar de que no vamos a poder disfrutar de una ceremonia y fiesta como las que conocíamos en un tiempo».

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«Hay que tratar de tirar hacia adelante y es necesario reactivar todo el sector de eventos. En nuestro caso, los comercios textiles que nos dedicamos a diferentes actos y ceremonias, no tenemos ningún tipo de ayuda por parte de las instituciones. Habría que realizar una inyección de dinero muy importante. Además de sopesar otro tipo de medidas como desgravar a la gente que se decida a casarse en esta situación para así animar a las demás parejas a hacerlo también», afirman.

Por su parte, Beatriz Bodero, fotógrafa de eventos, explica que para ella, la temporada del año pasado también se cortó en seco, pasando de tener numerosos compromisos a cubrir solo una boda en el mes de agosto. «Todas las demás parejas lo aplazaron a la misma fecha pero del 2021», comenta.

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Eva María de los Mozos y David villegas, en su boda en Mave este pasado 2020.

Esto ha supuesto un parón en su trabajo que no se sabe hasta cuándo puede durar. Respecto a esta temporada que está por comenzar, asegura que tiene ya una boda programada en los próximos meses y otras cuantas a lo largo del verano. Aunque hay parejas que han decidido posponer la fecha, Beatriz también afirma que son otros muchos los novios que han decidido darse el sí quiero en estas circunstancias, bien porque su unión va a ser bastante íntima y con muy pocos invitados, o porque directamente no quieren esperar otro año más.

Novias en pandemia

Los meses de preparativos previos a la boda son normalmente semanas de ilusión para los novios y también para su familia y amigos, algo que debido a esta situación también ha cambiado. La cuenta atrás ha quedado sustituida por una incertidumbre que deja pasado a un desasosiego por parte de las parejas.

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Este es el caso de Eva María de los Mozos y su novio David Villegas quienes decidieron «tirarse a la piscina» y casarse el verano pasado. Aunque en un principio tenía programada la boda para el 4 de julio de 2020, decidieron posponerla al 1 de agosto «para poder ir viendo cómo marchaban las cosas». Después de un mes que para Eva «fue terrible porque no sabíamos si posponerla para septiembre o qué hacer», finalmente, la pareja se dio el sí quiero en una ceremonia y en una celebración al aire libre en el Convento de Mave en Aguilar de Campoo.

«Aunque al final se cayeron la mitad de los invitados, fuimos unos 95 en total. Las mesas fueron de 10 guardando en todo momento la distancia de seguridad entre unas y otras», explica. «Hizo un día maravilloso, nos lo pasamos bien y nadie salió contagiado, que era lo que más nos preocupaba», recuerda Eva.

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Muchas parejas siguen esperando que la situación mejore y otras adaptan la celebración a las restricciones sanitarias

Eva y David, como muchas otras parejas, también vieron truncado su soñado viaje de novios. «Teníamos pensado irnos a Bali y Maldivas, pero al final decidimos que no y viajamos a Portonovo y Sanxenxo. La luna de miel la haremos cuando las circunstancias nos lo permitan y no tengamos que pasarnos diez o quince días encerrados en un hotel de cuarentena», explica.

La situación de Sonia Hinojal y su novio José Antonio Manresa ha sido diferente. Aunque en un principio iban a casarse en abril de 2020, decidieron posponerla a octubre y finalmente han decidido unirse en matrimonio «sí o sí» el 22 de mayo de este año. En una ceremonia muy íntima programada en el Ayuntamiento de Palencia, la pareja pretende cerrar así más de un año pensando cómo poder llevar a cabo el enlace matrimonial.

Finalmente asistirán unos 15 invitados, todos ellos muy cercanos y residentes en Palencia ya que la familia del novio, natural de Barcelona, no podrá desplazarse hasta la capital. Después, cuando la situación sanitaria sea mejor, la idea que tienen Sonia y José Antonio es poder realizar una gran celebración todos juntos.

La pareja tiene pensado celebrar una comida en la Tapería del 10, donde trabaja el novio, después de darse el sí quiero en el que los 15 invitados serán repartidos en mesas de 2 o 3 personas. «Lo quiero llevar todo muy a rajatabla. No porque sea una celebración hay que hacer el tonto», explica Sonia.

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Aunque ha sido una situación muy difícil, Sonia asegura que se lo ha tomado todo con mucha tranquilidad. Los preparativos los ha vivido sola, tanto la elección del vestido como otros muchos detalles, para no poner en riesgo a nadie. «Te da pena porque hay cosas que te hubiese gustado vivir con tu madre o con tus amigas. Pero no ha podido ser», afirma.

Respecto al viaje de novios, no tienen nada fijado, ya que no quieren hacer planes e ir viendo sobre la marcha. La idea que tienen es viajar hasta Barcelona para estar unos días con la familia y amigos de José Antonio y después volar hasta Menorca o Ibiza. Todo dependiendo de las circunstancias.

Blanca Martín 'Viva' como la conocen su familia y amigos se iba a casar con su novio Daniel López el 15 de junio de 2020 en Palencia. Pero todos sus planes saltaron por los aires justo la semana en la que Viva tenía su primera prueba de vestido, cuando confinaron a todo el país. Las primeras semanas de incertidumbre dieron paso a la decisión firme de posponer la boda al 2021, con la ilusión de que esta vez sí que podrían celebrar su enlace sin ningún tipo de restricción.

Viva recuerda que lo primero que hicieron fue hablar con el restaurante para que les «bloquease» el mismo fin de semana que se iban a casar, pero del 2021 y de esta forma tener ya la fecha reservada. Este primer paso pronto fue seguido por el resto de aplazamientos. Aunque los novios siguen adelante con todos los preparativos para el 17 de junio de 2021, fecha en la que tienen prevista su boda, Viva confiesa que lo están viviendo todo con mucha incertidumbre y «sobre la marcha».

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Aunque destaca que todos los proveedores les están dando facilidades y que se están adaptando sin ningún problema a las circunstancias que se van planteando, Viva asegura que «todo resulta un poco agobiante porque estamos preparando un montón de cosas sin saber si lo vamos a poder hacer».

La pareja confía en poder celebrar la boda haya las restricciones que haya ese día. Actualmente, las normas impuestas en Castilla y León en cuanto a eventos son de un aforo en las iglesias de un tercio, el 75% de aforo en el restaurante (siempre cuando sea aire libre como es el caso) y 6 personas por mesa, además de coctel sentado o barra libre sin baile. Viva afirma que con estas normas, hoy por hoy, podrían casarse sin ningún problema aunque saben que todo puede cambiar.

«El año pasado nos dimos cuenta de que en la fecha que teníamos cogida no íbamos a poder hacer la boda. Sin embargo, este año sabemos que sí lo vamos a poder hacer, pero hasta casi el día de antes no vamos a saber cómo», explica Viva.

Respecto a los invitados, tienen prevista una lista de 250 personas. «Es una boda grande porque somos dos familias muy amplias y tenemos bastantes amigos», explica Viva. Una cifra que, a día de hoy, no saben si se va a poder mantener el día de la boda debido a los cierres perimetrales que todavía están vigentes o la situación personal de sus familiares y amigos. «Hasta ese mismo día no vamos a saber cuántos vamos a ser», argumenta.

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Viva y Daniel tuvieron claro que el primer aplazamiento iba a ser el definitivo. «Lo que está claro es que el virus no va a desaparecer de un día para otro y nos tenemos que adaptar a convivir con él», confiesa Viva. Aunque los novios mantienen la ilusión del primer día, lo cierto es que los meses ya van pesando. «En ningún momento nos hemos planteado posponerla un año más. El pasado la retrasamos creyendo que ya podríamos ir sin mascarilla y no va a ser así».

En cuanto al viaje de novios que tenían previsto, Kenia y Tanzania, tampoco tuvieron problema en retrasarlo. A día de hoy les han informado desde la agencia que pueden volar siempre y cuando lo hagan con una PCR negativa 48 horas antes tanto de ida como de vuelta a España.

Los restaurantes dan dos años por perdidos y piensan en 2022 para los banquetes

La hostelería, diana de la gran mayoría de restricciones, no se recupera de un cierre cuando se ve abocado a otro. Una incertidumbre que mantiene prácticamente paralizados a los establecimientos dedicados a eventos. «No sabemos qué disponibilidad tenemos ni vamos a tener y tampoco sabemos cuánto va a durar este nuevo cierre. Teníamos comuniones cogidas para mayo, tres concretamente, y no sabemos qué va a pasar», confiesa Carlos Gutiérrez, a cargo del Restaurante Chapó, ubicado en el centro de la capital. «Nos abren un mes y nos cierran otro y esto es la ruina. La gente no arriesga a reservar. El año pasado sí que hubo gente que arriesgó a seguir adelante con alguna celebración y reservó sin saber que iba a pasar pero este año ya no están por la labor», explica.

«Este año estamos a la espera de tres comuniones de gente conocida que está viendo a ver si se van a poder celebrar, pero el resto es una completa ruina. El año pasado fue malo pero este está siendo aún peor», comenta.

Por su parte, Eduardo Relea, director de Hotel Castilla Vieja y portavoz de la 'Asociación Provincial de Empresarios de Hotelería', explica que las bodas «al menos en nuestro caso, la mayoría se han aplazado porque al ser una celebración en la que se mantiene más contacto y muestras de cariño están siendo fijadas para el 2022. El año pasado dimos dos bodas pero antes de la pandemia y este año tenemos previstas unas bodas en agosto y septiembre con un número de invitados reducido, pero con la incertidumbre de si se van a poder celebrar o no. El problema es que no podemos prever las restricciones o medidas que se van a tomar. Vamos día a día con el deseo de que todo pueda mejorar», confiesa.

Eduardo afirma que hay muchas parejas que «no lo están viendo claro y han decidido dejarlo para el 2022 con el ánimo de que la situación sea mejor, no haya tanta amenaza de cierre de interiores o de limitación de aforos». Respecto a otro tipo de celebraciones, como comidas empresariales o de jubilación, se han visto paralizadas por completo.

Fuera de la capital, en el Molino de Torquemada, Marta Gordo, su directora comercial, asegura que son optimistas por convencimiento propio, pero no por la información gubernamental que van teniendo. Cree que sí van a poder celebrar los eventos programados, aunque esperan que no con las restricciones actuales, «una auténtica locura».

«No estamos siendo informados por las instituciones de los cambios y para nosotros es un caos. Tenemos que estar todos los días revisando el BOE o el Bocyl para estar al tanto ya que sí no lo cumplimos, la responsabilidad cae directamente sobre nosotros», afirma Marta. Las bodas que tenían programadas para el 2020 se trasladaron a este año por recomendación del propio restaurante. En junio empieza este año la temporada de bodas, ya que han intentado retrasarlas lo máximo posible.

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