Lleva más de 20 años trabajando en Madrid en Radio Nacional de España, y desde el pasado sábado se encuentra en la frontera de Polonia con Ucrania, devorando kilómetros por los pasos del norte para informar de las consecuencias que la invasión rusa está trayendo ... a la población civil ucraniana, con colas y colas de refugiados que huyen de la guerra ateridos por el miedo y el frío. Laura Alonso Colmenares, periodista de 48 años natural de Paredes de Nava, no tiene prisa por volver, quiere seguir con sus directos mostrando la crudeza del conflicto y las penurias de los damnificados.
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«Lo importante son las historias de la gente y no las de los periodistas que cubrimos la información, que hemos visto mucho 'show'. No puedo creer que nosotros los europeos, que nos creemos tan civilizados, estemos permitiendo que una cosa así esté pasando», comenta Laura Alonso, que incide en que todos los entornos de los puestos fronterizos de Polonia con Ucrania están totalmente colapsados por refugiados, como en el norte, o por medios de comunicación, como en el sur, «y nos estamos haciendo todos los días más de 300 kilómetros, algunos hasta 600, buscando alojamiento».
La periodista palentina, que está en Polonia junto al técnico Sergio Jiménez, abulense de La Horcajada, hace hincapié en que apenas han tenido problemas en los pasos fronterizos para hacer su trabajo, salvo en el de Zosin. «Hubo momentos de histeria porque se empezó a rumorear que había una alerta, que si los bielorrusos... Tuvimos que desmontarlo todo muy rápido, incluso los voluntarios tuvieron que desmontar las tiendas para los refugiados. Sergio intentó hacer fotografías y la Policía le requisó el teléfono y le obligó a borrar hasta fotos previas que tenía en el móvil. También en el centro de recepción de Dorohusk, la Policía nos pidió la documentación y nos tuvieron un buen rato sin trabajar, y los organizadores del centro de recepción se nos encararon, no nos dejaban entrar», señala Laura Alonso, que sigue aún impactada por las imágenes que vio en la noche del sábado al domingo en el puesto fronterizo de Budomierz.
«Hacía un frío brutal, empezó a nevar y allí no había ni centro de recepción ni nada, simplemente una ONG de ingenieros que había instalado dos carpas con alimentos y otra en la que podían sentarse y comer, pero sin camas. Había un montón de niños que no tenían dónde meterse, estaban tapándoles con mantas... Incluso bebés de meses pasando la noche a la intemperie con cuatro grados bajo cero. Luego había muchísima gente durmiendo en coches, gente que había venido de la República Checa,de Alemania, de Bélgica, a recoger familiares y como no se sabía cuándo podían cruzar el puesto, pues dormían en coches con un frío impresionante», recuerda la periodista palentina.
«También nos impresionó un grupo de ecuatorianos que estaban teniendo muchos problemas para salir porque en algunos puestos fronterizos se priorizaba la salida de los ucranianos. Habían intentado salir por tres puestos, les habían cobrado mil euros para salir de una ciudad a otra... Nos impresionó», agrega Laura Alonso, que destaca no obstante lo acogedores que son los polacos.
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«Estábamos buscando alojamiento, nos fuimos a un café y al final el dueño nos ofreció la vivienda de su madre, que estaba en un pueblo a seis kilómetros», concluye Laura Alonso Colmenares.
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