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Convertido en excepcional, en distinto, en noticioso. Un bautizo, una ceremonia que se festeja en familia, también se hace hoy distinta, pero al menos se recupera. Palencia acogió ayer un bautismo en la fase 1 del estado de alarma y para la iglesia de San Miguel fue el primero desde que se paralizase el mundo por la covid-19. Tres bautismos estaban programados para este sábado, pero solo uno se llevó a cabo, el de la pequeña Abril Daudé. «Ha sido el primero que hemos oficiado en estas condiciones. Muchas familias lo han pospuesto porque están pendientes del restaurante, y como ahora no hay ninguno, pues todo, de momento, es una incertidumbre», reconoce Donato Gómez, párroco de San Miguel, que tuvo que explicar a la familia de la pequeña Abril las medidas de seguridad que tenían que llevar a cabo para poder oficiar el sacramento durante esta fase 1.
«El óleo usado para ungir a los que van a ser bautizados ya no se da con el dedo, sino con un palo o con un algodón», afirma Donato Gómez, que ayer utilizó un algodón para llevar a cabo la consagración. Otra modificación derivada de la pandemia es que la señal de la cruz que se hizo a la pequeña Abril en la frente ya no la realizan los párrocos, sino los padres, con el objetivo de que solo estos y los padrinos tocasen a la pequeña. Lo que no ha cambiado es el derramamiento de agua sobre el bebé, que sigue siendo igual que siempre.
El aforo permitido en San Miguel para una eucaristía en esta fase asciende a 80 personas, pero para las celebraciones es más limitado. Al bautizo de ayer de Abril solo acudió una docena de personas. «Los dos tenemos familias grandes y nos gusta mucho unirnos para festejar, así que en principio éramos cien invitados, aunque hemos tenido que reducirlo a doce», afirma la madre de Abril, Esmeralda Trigueros, que pensaba continuar la celebración con un picoteo en algún restaurante, y finalmente solo han ido diez invitados del bautizo a su casa. «Como es bastante amplia, nos juntamos allí para tomar una copa de vino, algo de jamón y poco más», argumenta.
En un principio, Esmeralda Trigueros se planteó posponer el bautizo hasta septiembre. «Pero nadie sabe si entonces podremos juntarnos cien personas, que probablemente no, y además la niña ya tiene un año y no queremos dejarlo más», señala.
Los invitados al bautizo de Abril tuvieron que sentarse ayer separados en los bancos de la iglesia, como medida de seguridad. «Hemos tenido que estar salteados. Sin duda este será un recuerdo diferente», afirma.
«Estaban todos con los sitios asignados, en un lado los padres y en el otro, los padrinos. Y más atrás el resto de familia», argumenta, por su parte, el párroco, que reconoce que casi todas las bodas que tenía ya reservadas se han trasladado al año que viene. «La mayoría, hasta 2021. Nada ya. Prefieren dejarlo para más adelante que arriesgarse, ya que no hay garantías con los hoteles», explica.
Otra de las cosas que ha cambiado es la forma de dar la paz, que ahora se limita a un asentimiento de cabeza para evitar el contacto. También cómo se recibe la comunión, que ha de ser en la mano. Además, los párrocos tienen un hidrogel en el mismo altar para su higiene –junto a otros dos distribuidos por la iglesia–.
Las mascarillas y las señales de distanciamiento, presentes en los bancos, formaron parte del bautizo de ayer de Abril y quedaron inmortalizadas en las imágenes hechas para el recuerdo. «Sin duda, un bautizo diferente y un recuerdo distinto, con las mascarillas y siendo tan pocos», concluye Esmeralda Trigueros.
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