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Sara Calero | Bailarina, actúa este viernes en Palencia

«Cuanto más mayores somos los bailarines, más dolores acumulamos»

«La danza es como un deporte de élite por el constante entrenamiento», afirma la artista

Jose Rojo

Palencia

Viernes, 9 de febrero 2024, 07:24

Tras cuatro años como primera figura del Ballet Nacional de España, Sara Calero (Madrid, 25 de abril de 1983) abandonó en 2010 el buque patrio de la danza para montar su propia compañía, con la que ha firmado hasta la fecha siete montajes teatrales y ... tres producciones que presenta en espacios no convencionales. Esta bailarina y coreógrafa, una de las revolucionarias de la danza española y del flamenco y cuya carrera ha sido meteórica, presenta el viernes 9 (20:30 horas) en el Teatro Principal de Palencia 'La finitud'. En esta pieza, que deslumbrará al público porque, como ella dice, «va más allá de un espectáculo de danza», la artista madrileña se rodeará de la cantaora Gema Caballero –directora musical de todas las obras de Sara Calero­–, el guitarrista Javier Conde y Juanfe Pérez (bajo eléctrico).

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–¿Cómo prefiere que se dirijan a usted como bailarina o bailaora?

–Me parecen bien los dos términos, pero me identifico más como bailarina porque tengo una extensa formación de ballet clásico y he hecho muchísima danza española. Aunque si se dirigen a mí como bailaora, me parece un honor.

­–¿De dónde le viene la pasión por el baile y desde cuándo?

–Desde que era pequeña y, según mi madre, era algo innato en mí; lo bailaba todo y fue ella quien me apuntó a danza. Ahora que tengo una niña de dos años, la veo también esa pasión, aunque no sé si llegará a ser bailarina. Yo creo que el ser humano que tiene dotes artísticas conecta desde pequeño con ellas. Siendo niña ya se me veía venir, pero la sorpresa llega cuando al final uno consigue ser profesional. Bailar lo hacemos casi todos y más siendo niños, aunque muy pocos nos dedicamos a ello profesionalmente. Yo tuve muy claro que quería ser bailarina los últimos años del conservatorio.

–Abandonó el Ballet Nacional de España en 2010 para producir sus propios montajes.

–Sí, aunque es una responsabilidad mucho mayor. Es cambiar de profesión. Por supuesto, está la interpretación, que es la guinda del final de un proceso con distintas fases: creación, dirección,… Mi necesidad creadora fue determinante a la hora de irme del Ballet Nacional y montar mi propia compañía.

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–¿Cuál es el mayor quebradero de cabeza de ser autónoma?

–Bufff, por dónde empiezo… ¡Llegar a fin de mes! (risas). En nuestro país ser autónomo es sangrante; en el terreno económico es asfixiante, y más en el mundo de las artes, que el trabajo es mucho más voluble. Es lo que más me preocupa.

–¿Y qué satisfacciones suplen esa preocupación?

–Poder hacer lo que quieres y como quieres. Eso es lo que me engancha y lo que me impide tirar la toalla, aunque el precio a pagar por ello es muy alto por la inseguridad, la incertidumbre, el esfuerzo económico, sobre todo, si tienes familia, como es mi caso, que tengo dos hijo –un niño de 5 años y una niña de dos­–. Sin embargo, la decisión de dejar el Ballet Nacional e ir por libre ha valido la pena. Lo volvería a hacer una y mil veces, aunque a veces me arrepienta (risas). Cuando subimos al escenario es algo mágico y, sobre todo, ver al público cómo lo recibe y cómo te lo agradece.

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–¿Qué sacrificios conlleva dedicarse profesionalmente al baile?

–Como empresaria, lo que te he dicho antes, y como intérprete, los sacrificios van cambiando a medida que van pasando los años. La preparación física es muy sacrificada porque determina el futuro de tu permanencia en el baile. En mi caso, que este cumpliré 41 años, ya soy una profesional veterana, mientras que en otras profesiones aún tienen posibilidades de ascender porque prácticamente están en los inicios de su carrera. El baile es como un deporte de élite por el constante entrenamiento. Otra dificultad de esta profesión es el horario, ya que no es una jornada laboral al uso, sobre todo, teniendo familia. Me resulta difícil conciliar mi trabajo con mi condición de madre. Cada semana tengo que hacer un calendario nuevo para compaginar mi vida profesional y la familiar. Mi oficio condiciona totalmente mi vida familiar.

–¿Los pies son el instrumento de su trabajo que más se resienten?

–No, no tengo grandes problemas con los pies. Con el paso del tiempo se resiente todo el cuerpo. Cuanto más mayores somos los bailarines, más dolores acumulamos. Y, aunque te hayas recuperado de las lesiones que hayas tenido, siempre te dejan secuelas. Yo tengo problemas en los gemelos, las rodillas y la espalda.

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–¿Con su profesión no le basta para mantenerse en forma?

–No. La práctica de mi baile lo complemento con otros ejercicios, como pilates en máquina, yoga, monto en bicicleta y, a veces, corro.

–¿Qué hace para reponerse tras una actuación de casi hora y media?

–Comer, beber y dormir (risas). Con eso es suficiente.

–En Palencia presentará 'La finitud'. ¿Qué contemplará el público del Teatro Principal en este espectáculo que versa sobre la muerte?

–La idea es trasladar al escenario cómo asumen las personas que su vida es finita. 'La finitud' es una serie de pasajes emocionales por los que puede pasar la gente dependiendo de su religión, cultura,… Los espectadores van a escuchar música en directo maravillosa. El espectáculo está concebido como un todo escénicamente: iluminación, escenografía, videoproyecciones, sonido, vestuario,… Va más allá de un espectáculo de danza. Y la verdad es que está teniendo muy buena acogida; llevamos dos años de gira con él y allá donde vamos es un éxito. Así que estoy muy orgullosa del resultado. Por cierto, en Palencia también estuve con 'Petisa loca', un espectáculo que funcionó muy bien.

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–¿Sus espectáculos tienen seña de identidad?

–Quiero pensar que sí porque a medida que van pasando los años trabajas, de forma consciente o inconsciente, adquiriendo una línea determinada, aunque quieras romperla. No obstante, cuando ha funcionado algo en un espectáculo, disfruto haciendo otra cosa que no tenga nada que ver con lo anterior y así volver a asumir el riesgo. Para mí lo bonito de la creación está ahí, en el continuo descubrimiento, y no en encontrar la gallina de los huevos de oro y explotarla. Pero, al final, siempre queda el poso de un sello propio. Me encantaría, cuando mire para atrás, reconocer esa seña de identidad.

–¿Qué mima más de sus propuestas?

–El todo, y no me refiero a cada una de las partes por separado, que, por supuesto, las trabajo concienzudamente, sino al resultado del conjunto. Entiendo el espectáculo como una comunión de diferentes disciplinas que se juntan para crear una imagen que se proyecta al espectador. Me interesa cómo funciona el conjunto.

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–Va muy bien acompañada…

–Siempre. La calidad de lo que uno hace depende de la calidad de los artistas y de los profesionales de los que se rodea. Doy mucho valor a cada uno de los miembros de mi equipo, tanto a los que salen a escena, como a los que trabajan detrás. Trabajo con gente a la que admiro muchísimo y, por supuesto, a los músicos que suben conmigo a dar el callo. Quiero que se sientan cómodos y que les guste lo que hacen. Me siento muy agradecida de estar rodeada de todos ellos.

–¿Sus montajes tienen aires de Carnaval?

–Yo te diría que no porque no los concibo con esa idea, pero en Halloween han colgado vídeos en youtube de algunos de mis personajes. Si se sacan de contexto, podrían parecer disfraces, pero en el espectáculo cada pieza tiene su sentido… o no.

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–¿Qué intenta transmitir en los escenarios?

–Intento que mis espectáculos sean sugerentes, motivadores, es decir, que el espectador pueda imaginar y crear su propia película de lo que está viendo.

–¿Piensa seguir en el baile hasta que el cuerpo aguante?

–Me gustaría, pero nunca puedes descartar que surjan otras razones externas que lo impidan. Lo que tengo claro es que adaptaré mi forma de danzar a mis posibilidades físicas para poder dedicarme a esto hasta que el cuerpo me lo permita.

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–¿Le dan pereza las giras internacionales?

–Nunca, salvo cuando han venido muy seguidas. Cuando son citas puntuales, las sigo disfrutando muchísimo y es como un descanso porque te liberas de todas las responsabilidades que te ocupan en casa y desconecto. Me gusta mucho viajar y cuando salgo de gira, visito todo lo que puedo y me encanta conocer la gastronomía de los sitios a los voy. De hecho, a finales de mes voy con la Compañía Nacional de Danza a Alemania y estoy encantada; les monté una coreografía que firmo con su director, Joaquín de Luz, y que se estrenó este verano en el Festival de Danza de Granada; después, actuamos en el Teatro de la Zarzuela; y ahora voy a Alemania a montarla y como artista invitada. Me gusta colaborar en proyectos que me motivan y con gente a la que admira, disfruto mucho cuando comparto escenario con otros artistas porque su trabajo me enriquece; en mis espectáculos el trabajo es más solitario.

–¿A qué dedica sus ratos de ocio?

–Me gusta caminar por la montaña, leer, escuchar música,…, aunque ahora lo que más hago es disfrutar de mis hijos.

–¿Disfruta bailando fuera de los escenarios?

–Salgo muy poco, por circunstancias familiares, pero cuando lo hago soy de las que se suben donde haga falta para darlo todo. Eso es hereditario, lo he sacado de mi madre.

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