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Inés Macho
Palencia
Jueves, 5 de septiembre 2019, 11:56
Palencia cuenta con 17 oficinas postales –dos en la capital y el resto repartidas entre varios de sus municipios– además, tiene doce oficinas auxiliares en otras localidades menos pobladas. Los habitantes de los 161 pueblos restantes reciben y envían su correo gracias a los carteros rurales que, de lunes a viernes, recorren las carreteras de la provincia con su propio vehículo. La aportación de vehículo es, desde siempre, una de las características explícitas del trabajo, que puede acarrear algunas dificultades con el aumento de la paquetería que se ha experimentado en los últimos años.
Debido a que los turismos no son vehículos destinados al transporte de mercancías, la carga debe colocarse en el maletero, ya que su emplazamiento en los asientos puede dificultar la visibilidad y supone un importante riesgo en caso de frenada brusca. Sin embargo, la realidad es que muchos repartidores deben distribuir los bultos por todo el interior del automóvil, dado el volumen de los envíos y la imposibilidad de realizar más de un viaje. «Al final, lo importante es acabar el trabajo, poco importan las condiciones, como si lo haces en burra», critica la trabajadora de Correos y portavoz del CSIF, Josune Caballero. Desde los sindicatos, los trabajadores reciben recomendaciones, pero las exigencias de los repartos son las que finalmente marcan la actividad. «Alertamos a los trabajadores de los riesgos de utilizar los asientos para portar los bultos, aunque a veces se haga igualmente», apunta Juan Ramón Blanco, cartero y representante sindical de CC.OO en Palencia.
Correos ha adaptado su modelo de reparto a los nuevos intereses del mercado, mediante, por ejemplo, la dotación de una PDA a los carteros o el establecimiento del sistema CITYPAQ, que consiste en la disposición estratégica de buzones de paquetería por la ciudad. Pero también ha modificado algunas de las antiguas condiciones de los empleados, según indica Josune Caballero. «Hubo una época en la que los repartidores contaban con una tarjeta que les daba ciertos beneficios en la normativa vial, como por ejemplo a la hora de aparcar en vado. Ahora, cualquier sanción la asumen por su propia cuenta y riesgo», aclara.
También, anteriormente, el reparto rural se hacía de lunes a sábado. Hoy, y según la Ley que regula el servicio postal Universal de 2010, el reparto y recogida de correspondencia debe realizarse, como mínimo, cinco días a la semana, una reducción ligada al proceso de despoblación de los pueblos. Este año, además, se anunció que este servicio podría reducirse a tres días, actuación que, según Juan Ramón Blanco, se trata de una «medida promovida por la CNMC para favorecer la libre competencia», pero sobre la que todavía no hay un dictamen firme. La conexión eficiente de todo el territorio español es una de las prestaciones que debe atender Correos, dada por su condición de Servicio Postal Universal, aunque a veces pueda ser deficitario.
Otras modificaciones de la empresa se han reflejado en una importante reducción de la plantilla, con noventa trabajadores menos en Palencia en la última década, según apunta el CSIF. Actualmente, hay algo más de 185 personas trabajando para Correos en la provincia, de las cuales un 35% son carteros rurales. Aunque, realmente, sería más adecuado hablar de carteras, debido al importante índice de feminización profesional del sector, que en Palencia alcanza el 57%.
Durante el verano, debido a la cobertura de vacaciones, la plantilla experimenta cambios y, del mismo modo que en los periodos de incremento del trabajo, como Navidad o las campañas especiales, aumentan los puestos eventuales. En Palencia, según los datos de Correos, el porcentaje de eventualidad no llega al 12% en las unidades de reparto. Los puestos temporales, el caso de los carteros rurales pueden encarnar aún más dificultades que el resto, debido al desconocimiento de las carreteras y de las direcciones.
En los pueblos muchas calles están sin identificar. La obsolescencia de las indicaciones de las fincas y las calles o la escasa presencia de buzones son cuestiones con las que los carteros rurales lidian y que requieren de experiencia para resolverlas con eficacia. «En muchas ocasiones, llegan cartas o paquetes sin apenas indicaciones, con tan solo el nombre del destinatario. El cartero podría entonces devolverlo, porque el interesado tiene la obligación de facilitar todos los datos, pero no suelen hacerlo para evitar conflictos con los vecinos. Una cartera que pasa únicamente un mes en agosto no sabe el funcionamiento de todos los pueblos, si allí el correo se deja en el Ayuntamiento, en el bar, o debajo de la puerta», destaca Caballero.
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