Con la Nochebuena ya en puertas, las guirnaldas y las luces colocadas en los belenes y árboles de Navidad, y el menú ya escogido, los palentinos ultiman detalles para una fiesta eminentemente familiar, donde el calor del hogar se hace letanía en los anuncios de ... la televisión. La casa como lugar de reunión de seres queridos, de plácido cobijo. La casa. Dos palabras que repiten constantemente Miguel Berezo y Rosario Garín, una pareja que más que nadie revivirá estos días el Misterio del portal de Belén porque, sin buey ni mula pero con ratones y arañas, dormirán en un pesebre en el que únicamente puede alumbrarse enfermedad o peligro de muerte. Una bodega cueva en Antigüedad en riesgo de hundimiento situada en el camino hacia Espinosa de Cerrato, el que llaman de la piedra de la Virgen. Ni Luis Candelas huyendo del vil garrote se refugiaría allí. Llevan desde últimos de junio de este año viviendo en ese inframundo, sin luz ni agua corriente, ni por supuesto ese calor de hogar que pregonan en bucle los 'spots' de turrones, refrescos o juguetes. No serán seguramente dechado de virtudes ni ejemplo de vidas modélicas, pero por culpa propia o ajena, o quizá por ambas, viven en unas condiciones que mueven a la compasión y la solidaridad.
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Se guarecen de los rigores del frío y la humedad con un par de mantas, su armario son bolsas de basura y su luz, la linterna de sus achacosos móviles. Se asean y beben del agua de las garrafas que Miguel, de 63 años y natural de Villariezo (Burgos), llena en la fuente del pueblo. Las carga en su 'scooter', única posesión que atesora de toda una vida dedicada al pastoreo de ovejas. Esa vieja motocicleta, y una pensión por minusvalía de algo más de 700 euros. «Si pagamos una casa, no comemos», asegura Miguel, que al igual que Rosario se lleva a la boca los alimentos que les dan en la residencia de mayores del pueblo. La cena la hacen a base de bocadillos o sobras de lo que racionan de la comida, y por el día se dedican a masticar todas sus penurias, que son muchas.
«No me atrevo ni a limpiar las telarañas del techo de la cueva porque cuando lo hago, empieza a caer tierra», apostilla Rosario mientras sostiene para salir de ese 'agujero' a la calle la funda de colchón y el plástico que les hacen las veces de puerta. No colocan el palé de madera que tienen afuera como una especie de cortavientos por si alguien les 'birla' el 'scooter' y les supone un estorbo a la hora de impedirlo. Usan también bolsas de plástico para tapar los huecos de la piedra y evitar que entre el viento, e imploran una ayuda. De hecho, piden al alcalde de Antigüedad, Luis Fernando Cantero, que les deje en alquiler social una vivienda de la antigua casa cuartel de la Guardia Civil como en la que vivían antes.
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«Estuvimos allí más de dos años y pagábamos 160 euros. Eso sí podemos pagarlo. El alcalde nos dijo que teníamos que irnos de la vivienda porque había finalizado el contrato, pero me la quitó haciéndome firmar sin mi consentimiento voluntario», subraya Rosario, que tiene una discapacidad psíquica del 33%. «Yo creo que nos echó porque le dije las cosas bien dichas y decía que yo me metía con los vecinos», señala por su parte Miguel, que conoció «hace ocho o nueve años» a Rosario en Saldaña, cuando ella vivía allí al ser de ese pueblo su exmarido, con quien estuvo 32 años, y él era pastor en Támara. De Saldaña se fueron a Hornillos de Cerrato, donde a Miguel le salió trabajo como pastor, y de ahí a la provincia de Burgos, después a la de León, otra vez a Burgos yde ahí a Legorreta, en Guipúzcoa, de donde es Rosario. Estuvieron separados por una denuncia por violencia de género que Rosario puso contra Miguel y ella pasó un tiempo en casas de acogida en Valladolid y en Toro, municipio zamorano donde Rosario está empadronada. Miguel lo está en Frómista, y ambos quieren que el primer edil de Antigüedad les empadrone en el municipio y les permita volver a esa vivienda de alquiler social. «Hay seis libres», subraya Rosario, que solicita de igual forma que la Diputación y la Junta les presten ayuda.
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«No hay seis viviendas sino dos, y están ocupadas», puntualiza el alcalde, Luis Fernando Cantero, que incide en que Miguel y Rosario «dejaron destrozada» la casa en la que vivieron más de dos años y que «acabaron en juicios con todos los vecinos». «Yo también tuve un juicio con ellos por amenazas y lo perdieron», añade el regidor de Antigüedad. «Rosario se fue a raíz de la denuncia por violencia de género contra Miguel y firmó la renuncia a la casa», subraya Luis Fernando Cantero, que hace hincapié en que en el pueblo se les ha ofrecido una vivienda en la que que lo único que tienen que hacer es el enganche de luz y agua «y no quieren».
«Están siendo manejados por un vecino que va en contra de mí porque quiso hacerse una casa en una era y no se lo permitimos», agrega Luis Fernando Cantero, que ha denunciado a la pareja por acoso, ya que «han empapelado el portal de mi casa en Palencia con carteles en los que me llaman corrupto y lo que quiero es una orden de alejamiento». «Tienen amargada a la asistenta social, les ayudó con una pensión en Palencia y les echaron», añade.
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Rosario y Miguel también han presentado denuncia contra Luis Fernando Cantero ante la Guardia Civil por supuestos delitos de malversación, prevaricación, abuso de autoridad, fraude de ley, intimidación, allanamento de morada y falsedad documental.
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