Dos asesinatos rompen la paz en la comarca de Aguilar

Las dos primeras muertes golpearon súbitamente la pequeña localidad de Villanueva de Henares, a tan solo unos pocos kilómetros de Aguilar de Campoo, el 12 de marzo, cuando un vecino, Miguel Ángel Cayón, de 63 años, descerrajó un disparo de escopeta en el pecho contra Emeterio Gutiérrez, 'Tellín', de 84 años. Dejó el cuerpo de la víctima tendido en el garaje donde se encontraba cortando leña, para dirigirse después a su domicilio, en don de utilizó el mismo arma para volarse la cabeza.

La Guardia Civil cercó el pueblo y ordenó a toda la población encerrarse en sus hogares, a la búsqueda del autor del disparo. Sin saber si se había echado al monte o se encontraba atrincherado en su casa, la espera se hacía insoportable para los vecinos de Villanueva. Finalmente, la Guardia Civil asaltó la vivienda y encontró el cuerpo sin vida de Miguel Ángel.

Un crimen sin explicación, que dejó sumida la comarca aguilarense en una profunda conmoción, de la que no pudieron salir hasta mucho tiempo después, porque solo unas pocas semanas más tarde, otro suceso violento sacudía la localidad de Aguilar. La sangre teñía de nuevo las calles el 15 de abril, en otro guiño macabro, inexplicable también para una sociedad que no salía de su asombro. Ese día, un joven de 29 años, Iván S. B., al que apodan 'El negro', se acercó hasta las inmediaciones de la terraza del bar Distrito 0, donde se encontraba Óliver G. G., de 49 y, tras mantener una discusión, supuestamente por drogas, le asestó varias puñaladas. Portaba un machete de grandes dimensiones debajo de la ropa, con el que comenzó a agredir a la víctima, que pudo alejarse unos metros del lugar del crimen, para caer muerto en el popular paseo de La Cascajera de Aguilar.

La Guardia Civil detuvo al Iván unas horas después en el domicilio de un amigo, en el que se había refugiado. Se dio además la circunstancia de que en el tiempo que transcurrió entre la agresión y la detención, Iván S. B., se grabó un vídeo en el que esgrimía el machete y jactándose de los hechos que había cometido, asegurando además que había que tenerle miedo.

Pocos meses después, el 1 de julio, la tragedia volvía a cebarse con Aguilar de Campoo y la localidad tenía que lamentar la muerte de una vecina, de 88 años, en el incendio de su vivienda en la calle de Los Mártires.

Pero no ha sido este el único incendio que ha tenido con el alma en vilo a la provincia de Palencia. Las llamas también han causado un hondo dolor en la comarca de Ampudia, con la destrucción de la cubierta del monasterio de Nuestra Señora de Alconada. Con el tejado en un proceso de reparación, tras un hundimiento hace un año, el pasado 5 de agosto, las llamas devoraban casi por completo la cubierta del monasterio. Y poco más de dos meses después, cuando aún no se había llevado a cabo ninguna obra importante de restauración, el fuego volvía a hacer acto de presencia, dañando una vez más la cubierta el monasterio, en una especie de maldición continuada.

Otro grave suceso relacionado con el fuego se vivió en la capital palentina en la madrugada del 30 de septiembre, cuando dos vándalos, que fueron detenidos meses después, decidieron quemar barrios contenedores en la calle Vera Cruz, en el barrio de San Pablo. Las llamas dañaron vehículos y la fachada de un edificio.