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La exposición abierta en el Museo de Palencia hasta el 1 de abril constituye una iniciativa novedosa en el arte. Los artistas de un grupo ya desaparecido -A Ua Crag, que funcionó entre 1985 y 1996- han sido llamados para repetir la fórmula que utilizaban cuando estaban en activo: crear obras de arte sobre un tema determinado. De A Ua Crag se recuerda en Palencia la exposición que formó parte del ciclo ‘Constelación Arte’, que producía la Junta de Castilla y León, con el título ‘Geografía -métodos-’, en la que los artistas -entonces Pepe Ortega, el palentino Javier Ayarza, Alejandro Martínez Parra, Julián Valle, Jesús Max y Rafael Lamata- reflexionaron sobre los límites y el horizonte del imaginario.
En el catálogo de esa muestra, el crítico de arte Fernando Castro Florez escribía que «la especificidad de este grupo de artistas radica paradójicamente en sostener un diálogo desde el mantenimiento de las diferencias». Así debían entenderse sus exposiciones y así ocurre con la actual del Museo de Palencia -Pepe Ortega queda excluido y se incorporan Rufo Criado y Néstor Sanmiguel, que en su trayectoria individual ha cosechado importantes éxitos internacionales-.
Las propuestas que presentan los siete artistas sobre el tiempo tienen como base el arte conceptual, buscando, desde los diferentes lenguajes individuales, un planteamiento común que da unidad a la exposición, que no es otro que sus conexiones intelectuales y creativas con el arte contemporáneo.
Javier Ayarza explora territorios del vacío, vacío por la desaparición paulatina de la población. Sus fotografías muestran un espacio en blanco con ligeras manchas grises, que constituyen metáforas poéticas del proceso de despoblación, lo que marca ‘El fin de los días’, como se titula esta serie.
Néstor Sanmiguel echa mano del tiempo para trasladarnos a la lectura del manifiesto comunista, un documento ya superado por los regímenes políticos actuales pero que en este artista ejerce de catalizador de una relectura desde el lenguaje plástico, donde la abundante letra de los libros de la época se combina con las formas y los planos.
Rufo Criado emplea un lenguaje geométrico para abordar el tiempo desde el color y la riqueza formal en una serie titulada ‘Invisible ceniza’, que incluye una imagen fotográfica que es un guiño al museo arqueológico con las tres basas de columnas.
Julián Valle presenta cuatro enigmáticos paisajes de resonancias melancólicas realizados en carbón y grafito sobre papel, titulados ‘Por la secreta escala’, paisajes entre desérticos y románticos, donde los árboles se desnudan de ramas y hojas.
Jesús Max ofrece en dos piezas sendas interpretaciones o reinterpretaciones, para más abundancia, de cuadros de Joachim Panitir y Giovanni Angélico, a través de una figuración simbólica y sígnica con derivaciones surrealistas.
Alejandro Martínez ha creado una videoproyección que se combina con objetos cotidianos e imágenes fotográficas, todo con el título genérico ‘Tiempo’. Las cinco piezas las presenta el autor como cinco relatos de objetos que vibran u oscilan. El artista juega con el movimiento del círculo, con el equilibro del abismo, con la forma circular como bucle del tiempo, formando «metáforas audiovisuales, como reseña Ignacio Gil en la presentación de la muestra.
Por último, Rafael Lamata, con el título ‘Tengo tiempo’, se abre a los juegos de palabras con reflexiones en torno al tiempo: pequeñas frases y sentencias dibujadas en tinta sobre papel que cuelgan de pequeñas puntas, marcando la fragilidad de la composición. Unas frases que no dejan indiferente al espectador/lector al encontrarse graves faltas de ortografía que chirrían y llaman poderosamente la atención.
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