«Hemos aprendido muy poco desde marzo, sobre todo con los mayores»

La hija de Gloria Rodríguez Cobos, que falleció hace seis meses en la residencia Puente de Hierro a los 85 años víctima de la covid, teme que el virus se cebe de nuevo con los mayores

Martes, 6 de octubre 2020, 07:08

Hemos aprendido muy poco desde marzo, sobre todo con las personas mayores. Son personas indefensas, como los niños. Yo pasé entonces los días más horribles de mi vida», incide María del Carmen Fernández, de 50 años, vallisoletana residente desde hace 20 en Villamuriel de Cerrato ... . Ella perdió a su madre, Gloria Rodríguez Cobos, de 85 años y natural en Nava del Rey (Valladolid), víctima de la covid. Llevaba en la residencia Puente de Hierro de la capital palentina desde el 1 de febrero de 2019, y allí murió el pasado 30 de marzo, sin ser trasladada al hospital. «Yo iba a verla cinco horas a diario y más tiempo aún los fines de semana, es lo que me queda. En ese sentido, tengo tranquila la conciencia, pero lo que me sigue haciendo daño es pensar si ella sufrió estando allí sola o si creyó que le había abandonado», señala María del Carmen Fernández, que el 13 de marzo, víspera del inicio del estado de alarma, vio por vez última a su madre, en un adiós que de momentáneo pasó a definitivo por culpa de la pandemia. Eleva su voz con la autorización que le da su sufrimiento, y pide una y otra vez conciencia a la sociedad para intentar evitar en todo lo posible, situaciones como la que a ella le tocó vivir con su ser querido.

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«Yo tengo el sufrimiento de que mi madre no tenía que haber muerto así, y de si sufrió. El 25 de septiembre fui al cementerio y no me hago a la idea aún de que está metida ahí, sigo creyendo que está en la residencia», hace hincapié María del Carmen, que si bien reconoce que el médico le autorizó al final a despedirse de su madre, al comentarle ella que tiene un hijo asmático con el que convive, «él me recomendó que no viniera».

No guarda María del Carmen buen recuerdo del trato recibido por su madre en la residencia, al menos por parte del facultativo, pero no quiere revolver más en su interior. Quiere recordar cómo fue Gloria Rodríguez Cobos, lo dura que fue su vida, como la de tantos y tantos españoles de esa época, lo luchadora que fue para sacar adelante una familia que vio muy pronto como se quedaba huérfana de padre y marido.

«Mi madre se quedó sin padre a los 12 años y la acogieron dos hermanos solteros de Nava del Rey que trabajaban en el registro, vivió con ellos. Uno de los dos hermanos murió y ella continuó viviendo con el otro estando ya casada, pero nacida ya María del Carmen, se fueron a Valladolid, a la calle Cóndor del barrio de Pajarillos.

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«A mis padres les presentó una vecina de los señores con los que vivía en Nava del Rey. Mi padre, Sebastián Fernández, natural de Cordovilla la Real, murió a los 47 años víctima de un cáncer, así que mi madre llevaba viuda desde los 38 años. Tenía un hermano que murió con 18 años y una hermana de 80 que vive en Vitoria», añade María del Carmen, que recuerda con infinita ternura y amor cómo su madre, cuando enviudó con una pensión de 15.000 pesetas, «nos dejaba acostados y se iba a cuidar a una persona mayor toda la noche. «Por la mañana, cuando llegaba, nos hacía el desayuno y nos llevaba al colegio. Así todos los días», señala María del Carmen, que se puso a trabajar con 14 años.

«Mi madre pasó toda la vida en Valladolid hasta que se fue a una residencia a Zaratán hace dos años y medio en la que gastó sus ahorros, después tuvo que irse a la residencia Puente de Hierro, porque no podía seguir pagando la de Zaratán», comenta María del Carmen, que vio a su madre por última vez el 13 de marzo.

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«Le di de cenar y le expliqué lo que pasaba. Llamaba todos los días. El día 23 me llamó el médico y me dijo que mi madre estaba mala y que tenía la covid. Llamé por la noche y la enfermera me dijo que tenía infección de orina, pero al día siguiente el médico me dijo que se había atragantado a la hora de comer y que seguía muy mal. El día 30, a las 6:30 horas, falleció. Fue horrible no poder ni despedirme de ella», insiste la hija de Gloria, que estaba ciega desde hace muchos años y que «conocía por la voz cómo eran las personas». La radio le encantaba, y también cantar canciones de Manolo Escobar que yo le llevaba en el móvil», concluye.

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