El anuncio del cierre de Palencia desmoraliza a hosteleros y comerciantes

«Desde el punto de vista sanitario no nos corresponde juzgar esta medida, si no cumplimos ciertas cautelas, la normalidad no vuelve; pero desde el punto de vista económico es algo muy grave», resume la presidenta de Palencia Abierta, Mª José López, que se muestra comprensiva pero preocupada. «Esto nos cambia a todos el modo de vida, pero a nosotros nos cambia también el medio», completa.

La decisión de la administración levanta ampollas, en primer lugar, por llegar a final de temporada para muchos hoteles, y al principio de la misma para otros tantos comercios, después de días de restricciones y sin una buena justificación que medie entre la medida y el fin. El presidente de la Asociación General de Hostelería (AGH), Jaime Antolín, califica el negocio como «inviable» en estas circunstancias. «Esto causará demasiados cierres, el hostelero no puede aguantar más», aseguró el vicepresidente de AEH. Entrar en el otoño con buen pie resulta clave para muchos enclaves de la comunidad, porque «en cuanto empiezan el frío y la lluvia, la gente se queda en casa y ya no hay quien se mantenga», advirtió San José. El sector se mantiene en guardia ante lo que pueda venir. «Nos preocupa la hostelería», apuntaba el líder de la Federación del Comercio Palentino (FECOPA), Fernando Tejerina, «porque si la gente no va a por un café, mucho menos compra nada».

Los hoteleros y comerciantes acusan, además, cierta discriminación. «Cuando se trata de una actividad recaudatoria, como los parquímetros de la ORA, que hay que manipularlos y nadie desinfecta, no se cambia nada; pero llega la hostelería y enseguida se apela al bienestar», se queja Tejerina, que considera que los aforos no son la gran preocupación de la mayor parte de los establecimientos en Palencia, pero sí la hora de cierre. San José lamenta que parar a las diez prácticamente imposibilita servir cenas.

En la misma línea, Antolín denuncia que «hay cosas que no se entienden bien» en esta toma de decisiones. «¿Es que a las once, a las doce, sale el virus? No hay estudios científicos que indiquen que los contagios se den en bares o comercios, me parece que se prueba de manera aleatoria a ver qué pasa», confiesa con abatimiento. El presidente de AGH parte una lanza en favor del ocio nocturno palentino: entiende que no se pueda alargar mucho para evitar excesos por parte de los usuarios, pero defiende que ha habido «una vigilancia excepcional». «A las administraciones les pediría que hicieran públicos esos datos sobre contagios y sobre dónde comienzan los brotes», terció San José, «porque lo poco que sabemos y decimos viene de reuniones familiares pero luego la hostelería es criminal», espetó.

Hoteleros, restauración y comercios buscan ayuda y no cejan en el empeño de salvar los números, pero los frentes abundan. El líder de AGH refleja que la exención de tasas de terraza alivia, pero no basta. Pide otros mecanismos de ayuda de cara al invierno y el fin de las terrazas. «Al ayuntamiento se le han planteado posibles medidas de apoyo desde el 29 de marzo, ojo», asegura el dirigente de FECOPA, que dice que no han recibido contestación y que agradecerían unidad más allá del apoyo económico. Cree firmememte que ciudades como Zamora «lo han hecho mucho mejor» a la hora de difundir información y concienciar, a pesar de que Palencia «tiene superávit». Pide que el consistorio no se ahorre recursos. «La Subdelegación de Gobierno les hizo llegar 21.000 mascarillas y cuando les pedimos alguna nos remitieron a una página china para que las comprásemos», lamenta.

Todos coinciden en opinar que los establecimientos ponen de su parte mucha cautela. «Es cierto», aventura López, «que en un comercio pequeño es más sencillo controlarlo todo con el gel, las mascarillas y el resto de precauciones, sobre todo si cuentas con la complicidad de la gente», rescata, conciliadora. «Me siento muy tranquila en la tienda: la primera salud que arriesgo es la mía», recuerda. El miércoles todos seguirán sirviendo comidas, o atendiendo tras el mostrador y la mascarilla, con la esperanza de que los nuevos límites surtan efecto.