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fernando caballero
Palencia
Miércoles, 27 de septiembre 2017, 12:00
La iglesia palentina tiene en San Rafael Arnáiz Barón uno de los santos más admirados del mundo católico. Autor de unos escritos que han cautivado a sacerdotes, religiosos y seglares por su profundidad espiritual y su sencillez estilística, el hermano Rafael, como se le sigue ... conociendo cariñosamente, murió con 27 años en la enfermería de San Isidro de Dueñas y hoy es un santo muy venerado dentro y fuera del monasterio cisterciense, donde vivió parte de su vida y donde está enterrado.
El 27 de septiembre de hace 25 años, la plaza de San Pedro del Vaticano fue el escenario de la beatificación del monje trapense, después de un largo proceso que se inició en 1962. Rafael Arnáiz, que nació en Burgos el 11 de abril de 1911, había fallecido el 27 de de abril de 1938 por una diabetes sacarina. Desde su fallecimiento, su familia y los monjes de San Isidro vieron en él atributos de santidad. La publicación, tras su muerte, de los escritos, fundamentalmente cartas enviadas a la familia y meditaciones en el monasterio, fue decisiva para extender esa santidad en seminarios, conventos y parroquias. El 27 de septiembre de 1992 fue beatificado por Juan Pablo II, quien le puso como ejemplo para la juventud. Con una vida «breve pero intensa», según las palabras del hoy San Juan Pablo II, este presentó al nuevo beato como un ejemplo para los jóvenes «al favorecer una respuesta honrosa e incondicional a la llamada divina».
Tras la beatificación, los restos del hermano Rafael, que se encontraban hasta ese momento en la iglesia, fueron trasladados a la capilla donde se le rinde culto, que está comunicada con el templo a través de una ventana, desde donde se ve al fondo una cristalera con la Virgen.
Desde aquel acto presidido por el papa polaco, numerosos libros -de sus escritos y sobre su espiritualidad- han enriquecido la bibliografía en torno al monje trapense, que no pasó de oblato por la enfermedad que padeció, aunque en los últimos días de su vida, el Domingo de Resurrección, 17 de abril de 1938, el abad de entonces, Félix Alonso, le distinguió con la cogulla blanca que es la principal prenda litúrgica de los monjes del Cister.
La declaración de la santidad de Rafael Arnáiz Barón se completó el 11 de octubre de 2009 con su canonización, ceremonia solemne que presidió Benedicto XVI en la basílica de San Pedro.
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