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Fernando Caballero
Palencia
Lunes, 7 de agosto 2017, 08:45
Después de 16 años en la parroquia de Villamuriel de Cerrato, Ángel Aguado Martínez viajará en septiembre a Cuba para conocer durante los dos próximos años la realidad de la Iglesia de ese país. A través de un amigo marista natural de Mantinos, José Antonio ... Alonso, conoció la Diócesis de Holguín, cuyo obispo es Emilio Aranguren Echevarría, hijo de padres vascos emigrados a Cuba.
–¿Por qué va a Cuba?
–No voy de misionero, voy a vivir una experiencia de encuentro con la Iglesia del Tercer Mundo. Lo he pedido y me lo han concedido. En mi trayectoria como sacerdote, paré para licenciarme en Bruselas y para hacer el doctorado en Salamanca, y ahora vuelvo a parar para encontrarme con una iglesia viva en el Tercer Mundo, en este caso en Cuba. Quiero tener una experiencia de encuentro en lugar de estudio.
–¿Ya conoce la zona donde va a vivir en los próximos dos años?
–En noviembre y diciembre del año pasado fui a conocerla durante quince días, porque no podía ir a ciegas. Yo he tenido siempre relaciones con el Tercer Mundo apoyando proyectos, pero ahora me interesa una experiencia directa con la Iglesia de allí, que es muy diferente a la de aquí.
–¿Qué espera encontrar allí?
–En Cuba, la Iglesia se está rehaciendo. Estuvo silenciada y ahora la forman comunidades y grupos muy vivos y dinámicos, donde hacen las cosas que hace un cristiano, hacer la catequesis, formarse, celebrar la eucaristía y los sacramentos y la caridad. Donde voy a ir, hay un comedor social. Porque en Cuba vuelve a haber pobreza.
–¿Cómo son las relaciones en la actualidad entre la Iglesia cubana y su gobierno?
–Las relaciones han mejorado. La presencia en la isla de los tres últimos Papas ha sido fundamental. Por lo que yo he constatado llevan bastantes años mejorando, desde que Fidel tuvo contactos con teólogos de la liberación y hay una manera diferente de considerar la relación con la Iglesia. Todavía no están con la libertad que nos gustaría, pero no tiene nada que ver con lo de antes. Ya se pueden expresar públicamente, celebran la eucaristía, puede haber procesiones en la calle... Hay un margen mayor de libertad.
–¿Qué va usted a aportar en Cuba?
–Lo que yo soy. Voy más en plan de aprendizaje, y prestaré servicios a todos los niveles: celebrar la eucaristía, animar la catequesis, Cáritas… Allí hay un campo abierto para todo.
–¿Qué diferencia hay entre ser misionero y lo que va hacer allí?
–Voy a hacer lo mismo que hace un misionero, pero no voy con intención de quedarme. Voy más a escuchar, a ver cómo crece la Iglesia, qué dificultades encuentran, cómo se vive la caridad en Cuba, que es un país donde está todo emergiendo, y sobre todo cómo la fe renace en un sitio donde ha sido hasta hace poco silenciada. Allí las parroquias no son como aquí. No están identificadas como parroquias todavía, son grupos de cristianos que, aunque no haya curas, funcionan. Aquí, si no hay cura, las cosas entran en crisis.
–¿Cómo ha acogido su decisión el obispo de Palencia?
–Muy bien. Me dijo que espere un poco a ver cómo evolucionan las cosas, a ver cuántos curas tenemos, pero luego ya me dio permiso.
–¿La Teología de la Liberación está resurgiendo?
–Decían que había sufrido un retroceso porque hubo una intervención de Roma diciendo que corregían algunas cosas de análisis, pero la gente más sensata no tenía problemas de análisis. Eso está reconocido, y no es porque al Papa actual le guste, sino porque no puedes quitar del compromiso cristiano a los pobres. Si una parroquia deja de atender a los pobres, ¿qué hace?
–¿Qué momento vive la Iglesia?
–Yo estudié en Bruselas y allí descubrí lo que significaba la fuerza de lo moderno y postmoderno frente a la cultura rural y agraria que todavía tenemos en España. La Iglesia se situó muy bien en la cultura agraria y esa cultura se ha acabado, prácticamente. Nada más que veas cómo están nuestros pueblos. Estamos en otro momento, moderno y postmoderno y aquí, a la Iglesia le cuesta más ir ajustándose. Europa tiene un problema gordo de este tipo y solo se ajustará con el tiempo y mucho diálogo. Nada ya de cuestiones dadas y de tener que obedecer. Eso se ha acabado. Hay que razonar con los jóvenes y con los niños. Si no se dialoga, no se hace cultura.
–¿Hacia dónde camina la Iglesia con el papa Francisco?
–Sintonizo mucho con este Papa. Creo que está caminando por donde tiene que caminar. La Iglesia necesitaba volver a Jesús, recuperar lo esencial y dejar de ser tanto armaje. El tipo anterior de Iglesia, personalmente creo que no tiene salida.
–¿Cómo deja la parroquia de Villamuriel de Cerrato ahora que se marcha?
–Se podían haber hecho muchas más cosas, pero creo que muy bien. En Villamuriel hay mucho dinamismo. Si hubiera que priorizar algún trabajo que se ha hecho, diría que las actividades con los inmigrantes desde Cáritas. Ha sido muy bonito e interesante, pero ahí seguirán con ello, me imagino. También destacaría el trabajo con los jóvenes. Encontramos ahora muchas dificultades en la Iglesia para contactar con ellos, porque son lenguajes diferentes los que usamos. Me voy contento de Villamuriel, como marché contento de Guardo y de todos los sitios en los que he estado. Por mi parte, he hecho lo que he podido.
–Y deja un templo bien restaurado también...
–La restauración ha sido uno de los éxitos más grandes. La iglesia tenía más problemas de los que parecía, pero la Junta de Castilla y León se portó admirablemente y al final, la hemos dejado arreglada y bien apañada. Hay jóvenes que hacen visitas guiadas. La iglesia no es solo un lugar para celebrar los sacramentos. La Iglesia es un lugar para vivir la cultura que tiene. Las visitas se han incrementado muchísimo, de 200 al año a 3.000.
–¿Cómo ve los cambios que hay en la Diócesis?
–Positivos, porque soy de esta manera de pensar. Fui elegido vicario de Pastoral por el obispo Nicolás Castellanos con la opinión de los curas. Esto lo ha repetido ahora el obispo Manuel Herrero y está reorganizando la Diócesis. La Iglesia tiene que ganar por ahí más terreno, y no solo consultar a los curas, sino también a los laicos, que para eso son parte de la Iglesia. Desde que una persona está bautizada tiene derechos en la Iglesia, pero esto está costando reconocerlo.
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