Jesús Quijano, a la izquierda, saluda a los históricos socialistas palentinos Heliodoro Gallego, José Luis Varillas y Eusebio Santos. Manuel Brágimo
Jesús Quijano, Profesor emérito de la UVA y exdirigente del PSOE

«La amnistía es muy inconveniente y no atiende a razones de convivencia»

Militante en el PSOE desde hace cincuenta años, partido en el que ha ocupado altos cargos, se desmarca de la amnistía y critica que no se hayan buscado otras alternativas

Jose Rojo

Palencia

Domingo, 3 de marzo 2024, 16:59

De los cuatro hermanos de Jesús Quijano (Saldaña, 1951), tres siguen viviendo en su pueblo natal, mientras que él reside en la capital pucelana. Sin embargo, este abogado, profesor emérito honorífico de la Universidad de Valladolid (UVA) y expolítico no ha perdido el vínculo ... con sus raíces y en Saldaña disfruta de las estancias en un apartamento propio al que acude siempre que puede. «No he encontrado un sitio donde estar mejor, más tranquilo, más feliz y mejor acompañado que allí. Soy un saldañés ferviente y un palentino ejerciente», subraya. Quijano ofreció el pasado jueves una charla en el Ateneo de Palencia, institución de la que es socio, para hablar de la amnistía, una ley con la que está en desacuerdo a pesar de su afiliación al PSOE desde hace cincuenta años y de haber ostentado los cargos de secretario general en Castilla y León (1990-2000), procurador en las Cortes 1983 y 2003) y diputado en el Congreso (2008-2011).

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–Recientemente habló en el Ateneo de Palencia de un tema controvertido que ha polarizado aún más a la sociedad española: la ley de amnistía. Con la Constitución Española en la mano, ¿esta norma tiene cabida en nuestro ordenamiento jurídico?

–No es un tema claro. Hay argumentos en un sentido y en otro. La Constitución no prohíbe expresamente una ley de amnistía, sí los indultos generales, que son una cosa distinta, pero tampoco la permite, no la contempla. Por tanto, si se plantean recursos de inconstitucionalidad, que presumiblemente se van a presentar, tal como está el ambiente, habrá que interpretar y afinar mucho. En mi opinión hay más argumentos contra la constitucionalidad de una ley de amnistía que a favor. Y lo deduzco de las reglas existentes en la Constitución que pueden interpretarse en ese sentido, tales como la arbitrariedad, que no está permitida, y los principios de la división de poderes y de igualdad. No hay que olvidar que algunas personas que cometieron los mismos delitos que las que se van a beneficiar de la amnistía fueron juzgadas y condenadas, aunque luego indultadas.

–¿Le parece comprensible la oposición y agitación política y social que ha suscitado su tramitación?

–Las manifestaciones son legítimas, pero se han producido algaradas muy ofensivas y agresivas a las puertas de las sedes del PSOE en algunas ciudades que están fuera de lugar y que no me parecen razonables. Aunque no hay que olvidar que el debate de la amnistía, además del aspecto jurídico y constitucional, ha suscitado una discusión política y social que es comprensiva y aceptable en un tema de tanta significación.

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–Usted se suma al coro de voces discordantes que se escuchan dentro del Partido Socialista contra esta ley.

–Sí. Yo veo esta amnistía muy inconveniente. Trato de ser moderado en la argumentación, pero hay aspectos que no se pueden obviar. Si esta ley fuera un paso necesario para la convivencia, se habría visto hace tiempo y tendría que haber sido objeto de consideración preelectoral para que los ciudadanos hubieran tenido este elemento de juicio a la hora de votar. No es de recibo que el argumento para la convivencia en Cataluña se descubra el 24 de junio, una vez conocido el resultado electoral. Mucha gente se ha dado cuenta de que la necesidad real era contar con unos votos. Ha faltado mucha pedagogía y cierta humildad. De ahí que aceptar la amnistía como una medida positiva resulta difícil de creer para muchas personas, incluido yo mismo.

–No la ve, por tanto, como una medida de esperanza para evitar la ruptura del territorio español...

–Para evitar eso ya se pusieron en marcha mecanismos anteriores que seguramente han tenido su efecto, como la reforma del Código Penal con aquellos hechos que ocurrieron con el 'procés'. Si la ley de amnistía viniera con un arrepentimiento claro por un reconocimiento de errores por parte de los que van a beneficiarse de ella, incluso, con un compromiso de no repetir los actos que se produjeron entonces, sería un poquito más comprensible y respetable, pero como no ha ocurrido. Y en este momento no está aprobada la ley, porque Junts sigue tensando la cuerda para que la ley vaya más allá. De momento, la tramitación de esta amnistía no tiene sentido de reconciliación ni de acuerdo de Estado y no puede compararse con la amnistía de 1977. Es un paso muy delicado del que aún no pueden anticiparse las consecuencias futuras políticas, sociales, electorales,..., ya que desconocemos el texto final.

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–¿Considera que el Gobierno ha vendido España a las reivindicaciones de los independistas catalanes?

–Dicho en esos términos, no. El Partido Socialista ha buscado el modo de formar gobierno, que es un poco distinto, aunque podría haber optado por otras alternativas, como la repetición electoral. Pero de ahí a lo de vender y romper España…

–El 7 de marzo se cumple la fecha límite para que la Comisión de Justicia dé luz verde a esta normativa o la rechace. ¿Cree que finalmente se aprobará?

–Yo creo que sí, pero ya veremos en qué términos. Ojalá que no se introduzcan muchas más modificaciones de las que se hicieron en el proyecto de ley ,porque ya están, si vale la metáfora, rozando el larguero, como la distinción de tipos en delitos de terrorismo. Y si se rechaza de nuevo, el Gobierno debería poner pie en pared, si se me admite la expresión, porque no se puede tensar más la cuerda. Intuyo que se aprobará, pero ya veremos.

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–Y de aprobarse, ¿qué pasaría si el Parlamento y la Comisión europeos la tumban?

–Ésta es otra hipótesis. No obstante, una vez aprobada la ley, ésta no entra en vigor de forma inmediata, hay un plazo de dos meses para aplicarla a cada una de las personas beneficiarias y eso puede hacerse a solicitud de parte interesada o de oficio por parte de los jueces inmersos en procedimientos afectados por la amnistía o competentes para iniciar la persecución de alguno de los delitos beneficiado por esta ley.

–Cambiando de tercio, ¿qué añora más la actividad política o la docente?

–En la actividad académica continúo, aunque no en la docencia, donde estuve más de cuarenta años. Soy profesor emérito honorífico, que es algo vitalicio, y doy conferencias, asisto a congresos y escribo trabajos casi como cuando estaba en activo. Mantengo aún un nivel de actividad muy intenso. Además, pertenezco desde hace veinte años a la Comisión General de Codificación de la sección mercantil de la Universidad de Valladolid, que me da mucho trabajo. No echo nada de menos la política activa, aunque me interesa estar informado de los asuntos políticos.

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–¿No le ha reportado satisfacciones dedicarse a la política?

–Sí, sí, y muchas. El ambiente político de antes era más cordial que el de ahora y las relaciones personales eran más fluidas; había más diálogo y consenso.

–¿La política actual le decepciona?

–Digamos que no me agrada mucho el ambiente en el que se desarrolla. Comprendo, por otro lado, que las circunstancias son muy distintas. En mi época la relación de la política era de cierta complicidad, había un clima de expectación y de ilusión y mucha cercanía con los ciudadanos. Hoy, la polarización es demasiado agresiva y en ello tienen mucho que ver la aparición de fuerzas políticas que tienden a la crispación, las crisis que se han vivido y las reacciones ante ellas, la ejemplaridad de la clase política y, también, la pérdida de cercanía con la ciudadanía. Pero la gente no es ajena a la política.

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