Álvaro Castellanos: «El control total de la pandemia está lejos, pero el invierno será más benigno que el anterior»

–¿Cómo definiría la situación que han pasado las UCI en los centros hospitalarios durante la pandemia?

–La pandemia ha supuesto un gran reto, tanto desde el punto de vista organizativo como desde el punto de vista humano. Si algo ha definido esta experiencia, es la humanización. Esta situación obligaba al aislamiento de los pacientes y hemos tenido que desarrollar formas de comunicación más innovadoras y efectivas.

–Durante la pandemia se ha cuestionado si el sistema sanitario español estaba preparado para una crisis sanitaria de este calibre. ¿Qué carencias ha dejado al descubierto en cuanto a medicina intensiva se refiere?

–Era complicado estar preparado, pero la anticipación habría sido algo fundamental. En algunas UCIS sí hubo escasez, tanto de protección personal como de equipamiento químico, pero eso no depende tanto de nosotros, sino de las existencias. Por nuestra parte, creo que hemos reaccionado rápidamente a través de protocolos, recomendaciones de colaboración con otras unidades científicas y una muestra increíble de profesionalismo. En definitiva, creo que hemos dado una respuesta bastante aceptable a la pandemia.

–¿Qué iniciativas propone como nuevo presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna para reforzar esta especialidad?

–En primer lugar, retomar el plan de estrategia de 2018-2022, porque la pandemia ha atraído un porcentaje muy alto de nuestra atención y el objetivo es tratar de tener una UCI más segura, menos invasiva y más humana. Por ejemplo, proponemos la creación de una unidad de cuidados intermedios para evitar el salto asistencial de la UCI a planta. Por otro lado, tenemos en mente la creación de un registro nacional de datos demográficos y clínicos con el fin de crear modelos predictivos, mejorar el pronóstico y analizar intervenciones.

–¿Algunas de estas medidas partirán del aprendizaje adquirido durante la pandemia desde el punto de vista sanitario?

–Durante la primera ola se utilizaron muchos tratamientos sin una evidencia científica muy clara, y se utilizaba todo aquello que presumiblemente tenía una posibilidad de tratar la enfermedad, pero muchos de estos fueron perjudiciales, lo que demostró aún más si cabe la importancia de los ensayos clínicos. Además, la coordinación dentro de los equipos ha sido esencial para atender a los pacientes. Y, por último, destacaría la importancia de la humanización como un verdadero reto por mantener la confianza entre familiares y médicos responsables.

–¿La sociedad ha recibido también una lección respecto de la medicina intensiva?

–Desde luego, con la pandemia ha cambiado la imagen que la gente tiene de las UCIS y los intensivistas. Ahora todo el mundo sabe en qué consiste nuestro trabajo, sabe que contamos con espacios muy tecnológicos y un personal muy preparado. Pero, sobre todo, sabe que las tasas de supervivencia son altas, actualmente están entre el 85-90%. Es un mensaje optimista y esperanzador, porque saben que puedes entrar muy grave, pero que tienes muchas probabilidades de salir con vida.

–¿Cree que la sociedad ha estado a la altura de las circunstancias en lo referido a la pandemia?

–En las primeras olas, la población de forma general parecía entender la situación y aceptaba las directrices que nos iban dando las autoridades. Posteriormente, hemos visto un fracaso colectivo que ha hecho que ahora suframos las consecuencias, tanto de una desescalada precipitada como de un problema de responsabilidad individual, acrecentado por una falsa sensación de seguridad.

–¿La vacunación está haciendo también que la gente se confíe y aumenten otra vez los casos?

–El problema efectivamente está en que las personas no vacunadas tienen una falsa sensación de seguridad y se evidencia en que quienes ingresa en los hospitales y en la unidad de cuidados intensivos son precisamente personas sin vacunar. Por otro lado, sabemos que la vacuna no proporciona una seguridad al 100%, por eso es importante seguir manteniendo la mascarilla, distancia social y evitar lugares mal ventilados.

–España es un país con una cultura de vacunación importante. Sin embargo, con la covid hay más reticencias de lo normal, ¿por qué puede ser?

–Deberíamos hacer una campaña pedagógica de información clara. La vacuna está resultando un elemento esencial que ha cambiado la perspectiva que teníamos respecto a esta enfermedad. Si la gente no se vacuna, sigue contagiando, sigue ingresando y sobre todo, sigue muriendo. Para los sanitarios es una situación especialmente triste porque sabemos que son muertes evitables.

–Ahora que la vacunación avanza, ¿podemos decir que el final está pronto?

–Volver a la normalidad va a ser complicado. Hay un aspecto muy importante y es que es una enfermedad global. Si una zona no está controlada, puede dar lugar a nuevas cepas probablemente más competentes para contagiar y que incluso puedan escapar en algún caso de la inmunidad de las vacunas. Aún estamos lejos de un control absoluto y total de la pandemia, pero con la vacunación avanzada viviremos un invierno más benigno que el anterior.