Emprender siempre entrañó un poco de vértigo. La libertad se paga con papeleo, dedicación y riesgo. Para cuando terminó el año, en Castilla y León había 190.091 autónomos registrados, según los datos de la Junta, pero las bajas siguen al alza. Las responsabilidades y las adversidades, como las alegrías, caen sobre unos mismos hombros, así que las apuestas por el medio rural, en medio de una crisis social y económica, se ven forzadas a aprovechar todas sus bazas y a jugar fuerte. Y sobre todo, a servirse de las alianzas. Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) gestionan la lanzadera de emprendimiento Ruraltivity, una herramienta útil para aquellos que intentan capear el temporal. Como se nutre con la financiación que proporciona el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, resulta gratuita para los beneficiarios. En la plataforma se unen negocios ganaderos, alimenticios, artesanos o turísticos, entre otros.
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«Trabajamos con gente que le da vueltas a una idea, pero también con personas que necesitan ayuda con la burocracia y con otras que lo tienen todo montado y quieren diversificar», explica Patricia Monés Sáinz, responsable técnica de Ruraltivity en Castilla y León. De momento, en la comunidad, Ruraltivity cuenta con 47 adeptos, 44 mujeres y 3 varones. La provincia de Palencia encabeza la distribución con 13 emprendedores; seguida de León, con 10 negocios más, y los nueve emprendedores de la provincia burgalesa. En Ávila, ocho personas participan activamente en Ruraltivity, se suman cinco más por parte de Valladolid y los dos restantes los pone Segovia.
El proyecto, que está en su tercer año de rodaje, mantiene el contacto con todos los interesados a través de talleres 'online', pero tampoco durante el último año ha dejado de ofrecer asesoramiento, visibilidad o contacto con otros negocios de la zona o del sector. Lo interesante de esta alianza se fundamenta en aprender unas de otras. «Con esta lanzadera facilitamos un usuario para acceder a un campus virtual formativo, pero también organizamos eventos como un encuentro nacional de emprendedoras a finales de febrero, que probablemente este año será a través de Internet», apunta Patricia Monés.
La vocación de Fademur se descubre camaleónica: la organización se adapta un poco a cada persona, momento o institución con el que se relaciona. O al menos, lo intenta. Una muestra de ello es el curso formativo que prepara con el Ecyl, dirigido a desempleados y sobre atención a personas dependientes en instituciones, en consonancia con la actualidad.
Sin embargo, programas como Ruraltivity siguen enfrentándose a dificultades sin resolver en el medio rural. Sus organizadoras tratan de llegar a todo con Internet o a través del teléfono, pero Patricia Monés reconoce que al principio tuvieron que preparar charlas presenciales para enseñar a utilizar programas como Zoom. El Ministerio, en su último informe sobre Indicadores de Economía y Sociedad Digital, refleja que en 2019 los hogares de Castilla y León sin Internet confesaban, en la mitad de los casos, que tenían «pocos conocimientos para utilizarlo», y en un 8% de las ocasiones, que a su zona no llegaba banda ancha.
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Al sondear a los participantes de Ruraltivity, «la necesidad de aprender sobre las nuevas tecnologías» se desveló como algo crucial para sortear «el hándicap de la pandemia» y la venta 'online' se había vuelto prioritaria para muchos, para lo que la lanzadera ha recurrido a un acuerdo con Correos Market. Pero que las actividades discurran en la red por necesidad pone sobre la mesa un problema logístico que va más allá de su control: redes de transporte público muy limitadas para el habitante y sobre todo pueblos con poca cobertura (o sin ella). «Con la pandemia, aunque te suministrasen wifi en el ayuntamiento o en una sede, el miedo al contagio sigue ahí», añade Monés.
Así las cosas, la distribución de los usuarios que se conectan a los talleres virtuales ha cambiado, aunque se compensa. «El número de participantes, en general, es el mismo. Con un solo técnico se cubre más territorio: tenemos casos de gente que no quiere o no puede sumarse, al ser por Internet, pero también hay otras personas de todas las provincias que sí que pueden acudir, mientras que quizás antes, por sus horarios o por distancia, no se acercaban hasta nuestra sede en Saldaña», analiza.
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