Borrar
Directo España decreta tres días de luto oficial por la muerte del papa Francisco
Goyo Marlasca, junto al árbol de Navidad en su casa. EL NORTE
«Me ahogaba, no me tenía en pie y no podía ni hablar»

«Me ahogaba, no me tenía en pie y no podía ni hablar»

Testimonio ·

Gregorio Marlasca, profesor en el instituto de Herrera de Pisuerga, estuvo ocho días en el hospital por neumonía bilateral, a pesar de que dio negativo en cuatro PCR

LUIS ANTONIO CURIEL

Palencia

Jueves, 17 de diciembre 2020, 07:11

Es madrileño, aunque palentino de adopción. Hace unos días se incorporó de nuevo a su trabajo como profesor de francés en el instituto de Herrera de Pisuerga después de pasar la covid-19 y estar de baja durante más de un mes y medio. Todo empezó en el puente del Pilar para Goyo Marlasca Ruiz, de 35 años, cuando se vio afectado por migrañas, algo que suele padecer con frecuencia, por lo que no le dio especial importancia. Normalmente sabe que en dos días se le pasa y puede continuar con su vida ordinaria, algo que no sucedió en esta ocasión.

Los dolores de cabeza iban en aumento, comenzó con gastroenteritis, la fiebre empezó a subir hasta cuarenta y tenía tal malestar general que le tenían que ayudar a vestirse. «No me tenía en pie, empecé a ahogarme, estaba agotado y casi no podía hablar. La verdad es que tenía mucho miedo, pues estas cosas nunca crees que te pueden pasar a ti. Para colmo, di negativo en la primera PCR, a los cinco días me la repitieron y seguía dando negativo y así hasta cuatro veces», explica ya repuesto Goyo Marlasca, que estuvo ocho días ingresado por neumonía bilateral covid. Recuerda que fue angustioso cuando le trasladaron en ambulancia al hospital, una experiencia que vivió con especial miedo.

En un primer momento, estuvo solo en una habitación del Hospital Río Carrión de Palencia porque no se llegaba a constatar si tenía la covid-19 después de tantos resultados negativos. Pero el diagnóstico médico era claro y la radiografía también. Lo cierto es que Goyo Marlasca ingresó muy débil, pero afortunadamente respondió muy bien al tratamiento, por lo que en poco más de una semana ya pudo regresar a casa. También recuerda que compartió habitación con otro joven que llevaba más de cincuenta días ingresado.

No tiene claro dónde se contagió, pues reconoce que ha adoptado en todo momento todas las precauciones posibles, porque es un tema que le da «miedo y respeto». Cree probable que fuera en el instituto, pues en esas fechas hubo algunos contagios en el centro educativo. «Mi mayor miedo una vez que supe el diagnóstico es que hubiera podido contagiar a mi madre, a mi hermana y a otras personas cercanas que estuvieron pendientes de mi enfermedad antes de ingresar. Cuando me notificaron que ellas habían dado negativo fue un alivio», reconoce Goyo.

Una vez que recibió el alta, Goyo se aisló nuevamente durante diez días, por el temor a contagiar a otras personas. «Ha sido una experiencia de mucha soledad. En mi caso, reconozco que me ha ayudado especialmente la fe que tengo en Dios y sentir el cariño de tanta gente que se ha interesado por mí cuando lo ha sabido. Uno no se da cuenta de todas estas cosas hasta que le ocurre algo así. Además, el trato que he recibido del personal sanitario ha sido extraordinario», indica Marlasca.

Entre las secuelas con las que convive están las pesadillas que le atormentan cada noche. Aún le cuesta conciliar el sueño y se le viene a la mente la angustia que se vive entre el personal que atiende a los enfermos de covid. «Recuerdo que un día se le rompió el guante a una enfermera y se puso a llorar. Lo pasó fatal y es una imagen que me marcó de un modo especial», señala este joven palentino. Otra de las secuelas relacionadas con el coronavirus parece que tiene que ver con la tensión, que la sigue teniendo más alta de lo habitual. También le mantienen especial vigilancia médica sobre el corazón para analizar posibles secuelas que le haya dejado la covid.

Los alumnos, impactados

Ahora va retomando sus muchas actividades y compromisos, además del trabajo como profesor de francés en el instituto de Herrera de Pisuerga. «El primer día de clase conté a mis alumnos, de entre 12 y 16 años, lo que me había ocurrido, pues aunque lo intuían no lo sabían con certeza. Se quedaron impactados por la historia. Les transmití un mensaje positivo, pero les he pedido que sean conscientes de que estas cosas también pueden pasar a los jóvenes», manifiesta Marlasca.

Goyo teme que con la noticia de la pronta llegada de la vacuna la gente se vaya relajando, pensando también en las fechas navideñas que se acercan. Cree que es fundamental seguir tomando todas las medidas de protección necesarias para evitar contagios, siendo especialmente prudentes y responsables en las fechas que se acercan. «Es verdad que todos estamos quemados por la situación, pero hay que aguantar un poco más. En mi caso, durante todo este tiempo, he procurado no moverme, limitar las visitas a la familia, socializar lo justo. Y soy un enamorado de la Navidad, pero este año toca disfrutarla de una manera diferente», recalca Goyo Marlasca.

Poco a poco, Goyo va recuperando el pulso de su vida, manteniendo todas las medidas sanitarias y ofreciendo su testimonio a otros para que vean que el coronavirus no entiende de edad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «Me ahogaba, no me tenía en pie y no podía ni hablar»