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nuria estalayo
Aguilar
Viernes, 19 de abril 2019, 18:32
La Arbolada volvió a celebrarse en la iglesia de San Miguel de Aguilar de Campoo después de dos años de ausencia debido primero a la obras de rehabilitación de las bóvedas del templo y después a la celebración de las Edades del Hombre.
Los vecinos ... ya estaban deseosos de volver a contemplar de nuevo esta ceremonia que combina arte, religiosidad popular y espiritualidad, y que pretende rememorar el Viernes Santo rodeada de música, canciones, diálogos y de mucha emoción. Durante la celebración, un grupo de personas carga por todo la nave central el árbol de la cruz, es decir, un Cristo crucificado de diferentes épocas y características que es depositado ante el altar mayor mientras es presentado ante los asistentes.
Un total de cinco cruces diferentes han sido las trasportadas por tres colectivos locales: dos conjuntos de mujeres pertenecientes a los grupos parroquiales, un grupo de jóvenes y los miembros de la Cofradía Virgen de Llano.
La presentación de la ceremonia ha corrido a cargo de la periodista Elena García, quien ha ido informando al público de la época, estilo, rasgos y el nombre de cada una de las piezas que han ido desfilando por la iglesia. La cruz de Santa Cecilia del siglo XII, una auténtica pieza del románico, ha sido la primera en salir, mostrando una imagen estilizada, alargada y austera de un Cristo sin expresión de dolor. Una cruz de madera verde, donde brotan ramas arrancadas como expresión de la vida.
En segundo lugar, ha aparecido la cruz de los ladrones, una pieza barroca del siglo XVII que acentúa el sentimiento descubriendo un Cristo retorcido de dolor, con rigor en la cara, los dedos encogidos de las manos y separados los de los pies. Seguidamente, ha surgido la cruz renacentista de San Andrés del siglo XVI que representa la imagen de un Cristo perfecto, centro del universo, donde todo en él es proporción, medida, belleza y armonía.
En cuarto lugar, se ha presentado la cruz de la Vera Cruz que habitualmente preside el altar mayor de la colegiata San Miguel. Se trata de una cruz gótica del siglo XIV donde se ve reflejado el dolor y la agonía. La anatomía del cuerpo es expresión de sufrimiento. Gotas de sangre destacadas, los clavos sobresaliendo, el rostro sudoroso y dolorido resaltan el aspecto humano de un Cristo que sufre.
Finalmente, ha emergido la cruz de la agonía del siglo XVI. Esta talla es un crucificado casi desnudo, con los pies torcidos por el dolor, con las manos abiertas, famélico incluso, aunque es un dolor de corazón más que físico, por eso las llagas no se muestran con toda su crudeza y sus marcas son apenas perceptibles en cuerpo. Pero la cara es expresión de dolor y sufrimiento.
La ceremonia estuvo acompañada de la música de la banda municipal y de algunas voces femeninas como la de Ana Clara Vera que ya había participado con sus saetas llenas de sentimiento en otras ediciones de la Arbolada. La iglesia, llena de gente, se volvió a cargar de entusiasmo y fervor un año más con esta representación.
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