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Vista de los Picos de Europa desde la cima del Espigüete. Jon Garay
La afición por la montaña en Palencia eleva el número de accidentes

La afición por la montaña en Palencia eleva el número de accidentes

Los picos Curavacas y Espigüete tienen una estadística de siniestros graves debido, entre otras cosas, a que son muy frecuentados

Álvaro Muñoz

Palencia

Sábado, 17 de agosto 2019, 14:02

No hay montaña maldita en ningún punto. Son como las carreteras, donde existen accidentes de tráfico que convierten determinados puntos en los denominados negros. Eso no sucede con las montañas palentinas, que reflejan en su historia más accidentes que otros picos, pero simplemente porque son más frecuentados que otras cumbres de la geografía nacional.

La provincia ha lamentado varias tragedias en las últimas décadas. Aún se recuerda el de 1957, cuando fallecieron tres personas en el Curavacas. Ese momento marcó al alpinismo palentino, que aún recuerda los hechos acontecidos el 16 de abril de 1957 en una historia que todavía duele. En el Espigüete, la tragedia se cebó en 1991, cuando tres montañeros de Algorta (Vizcaya) perecieron víctimas de una avalancha en el corredor norte.

La fatalidad también salpicó a la provincia en abril de 2010, cuando dos alpinistas experimentados perdieron la vida en la temida cara norte, en el denominado Circo Norte del Espigüete. Los palentinos Alberto Fuentes y Juan Manuel García elevaban a cinco los fallecidos en ese 2010, ya que en el pico Curavacas morían dos hermanos de Bilbao y una mujer madrileña.

El suceso de los dos hermanos (con ascendencia palentina) volvió este año a la actualidad con Erundino, el concursante de 'Los Lobos' de ¡Boom!, que recordó la historia del padre de los dos alpinistas, que ya ha subido hasta en cien ocasiones el pico palentino en honor a sus hijos. «Siempre que he subido, he ido solo, no ha venido nadie conmigo. Así, arriba, si cantaba, reía o lloraba, no quería molestar a nadie, ni nadie me molestaba a mí. Finalicé las cien ascensiones el 19 de septiembre del año pasado, pero como siempre recibo mensajes de mucha gente que quiere subir allí conmigo, voy a seguir subiendo por toda esa gente que nos quiere tanto», apuntaba el padre de los dos hermanos, Luis Rodrigo Manzanedo.

Placas en recuerdo de alpinistas fallecidos en el Espigüete.

¿Y por qué la Montaña Palentina ha sido testigo de varios incidentes con vascos? Esa pregunta la responde un experto montañero de la provincia Tente Lagunilla. «Las cumbres del País Vasco son de una menor altitud. Además, su federación autonómica es una de las que cuenta con más federados. Hay una afición terrible. Cuando los vascos salen, van a todos los sitios. Tienen muy cerca las montañas de Burgos y Palencia», describe Lagunilla, que recuerda que no hay ninguna montaña maldita. «Es hermosa y fantástica», puntualiza.

«Tanto Curavacas como Espigüete, como otras montañas, tienen una estadística de accidentes graves por muchos hechos. Estos picos están muy cerca de núcleos de población. En Torrecerredo o Peña Santa para llegar a la base se necesitan tres o cuatro horas de marcha. Los que van, saben qué se pueden encontrar. Son montañas muy accesibles por su cercanía a núcleos de población. Son montañas muy frecuentadas y por eso hay accidentes», continúa el alpinista palentino.

Pero esas estadísticas no deben encender las alarmas, ni mucho menos tildar de maldita a la Montaña Palentina, que cambia cuando el verano aterriza. «La transformación es radical. Cambia la morfología y su peligrosidad. Si te metes en la montaña y cae la noche en verano, te acurrucas y pasas la noche. Pero si la misma circunstancia te sucede en invierno, a no ser que vayas muy preparado, puedes pasarlo muy mal. Los días son muy cortos y un incidente a las 14:00 horas te deja poco margen para que uno mismo haga algo o venga el equipo de rescate», manifiesta Tente Lagunilla.

Consejos en la montaña

  • Prepara el itinerario. Elegir con tiempo la actividad a desarrollar, así se podrá estudiar las características de la ruta y saber si es adecuada para el grupo. Conocer los datos básicos del itinerario, desnivel, distancia y horario, proporcionará una apreciación de la dificultad.

  • Revisa la meteorología. Analizar los servicios de predicción meteorológico rigurosos para completar una información detallada. La climatología puede influir en la dificultad del itinerario elegido, el equipo y el material necesario.

  • Prepara el equipaje. Calzado de montaña, ropa interior transpirable, una chaqueta y un impermeable, además de un botiquín, el teléfono móvil apagado con la batería cargada, protección solar, gafas y gorra, sin olvidar comida y agua.

  • Conocerse a sí mismo. Se suele pensar que se es más fuerte y hábil de lo que realmente se es. Hay que preguntarse ¿qué nivel de dificultad tiene la actividad? ¿Todos los integrantes del grupo están para las exigencias de la actividad? ¿Hay alguien que tenga condiciones médicas que reduzcan sus capacidades normales?

  • Avisar de la ruta a familiares y amigos. Antes de salir hacia la montaña, siempre hay que dejar dicho dónde, cuándo y con quién se va. Es recomendable avisar cuando uno llega.

Los rescates y los accidentes en montaña han aumentado en la última década. El montañismo está de moda y eso se refleja cada día por los entornos de la Montaña Palentina. «Hay un repunte. Estamos viendo más alpinistas. Las administraciones están promocionando las zonas de montaña y eso tiene una repercusión en un incremento de la afición. Somos más en todo. Por ejemplo, ahora se organizan tres o cuatro carreras cada fin de semana. El nivel de vida también ha subido y eso lo hemos notado», apunta Lagunilla.

Este repunte por este tipo de deportes de aventura tiene su cara positiva y negativa y eso lo analiza el propio Tente. «Es bueno y malo. Las actividades en la montaña son sanas, están muy bien y repercuten en la economía, pero, por otra parte, es negativa porque las administraciones promocionan una zona y luego los políticos se olvidan de que estos nuevos aficionados tienen que estar formados y preparados. Eso trae problemas», desgrana.

Una de las imágenes que deja la ascensión al Espigüete.

Los alpinistas exigen una solución ante la obligatoriedad del pago de los rescates en algunas regiones

Está en boca de todos los alpinistas no federados que deciden pasar una jornada en la montaña. ¿Qué hacer si uno tiene un accidente cuando se dispone a escalar o descender una cumbre? Esa pregunta se la plantean muchas personas al saber que los gastos los acarrea el propio afectado en determinadas regiones. En algunas cumbres, que comparten varias comunidades, no es lo mismo tener un accidente en una vertiente o en otra. En un caso se cobrará el rescate y en otras, no.

La federación de montañismo y un grupo de personas se llevan movilizando desde hace unos años para crear un observatorio de seguridad en España. Este organismo pretende recoger todos los accidentes para analizarlos y conocer qué hay que cambiar para evitar más incidentes en una actividad deportiva que ha experimentado un auge en los últimos años.

Ese repunte por este deporte viene precedido por la apuesta de las administraciones por promocionar sus montañas, lo que ha surtido efecto y, por tanto, más personas se acercan en sus descansos laborales. «Las administraciones en dar a conocer una zona invierte, pero cuando hay un accidente se olvidan del asunto y luego se lamentan», apunta el alpinista palentino Tente Lagunilla, que perteneció a un grupo de rescate de la Junta durante ocho años.

El principal problema radica en la falta de preparación de las salidas de determinados aficionados, que se aventuran a una ascensión sin conocer los peligros que esconden las montañas. «Cuando hay un accidente, los políticos se lamentan. Hay una falta de formación. En España existe ese déficit desde hace años. Igual que tomaron el toro por los cuernos en los accidentes de tráfico, que era una sangría, deberían hacer lo mismo ahora. Vieron que las muertes en la carretera no se podían permitir, pero en la montaña no se ha tomado en serio», continúa Lagunilla, que centra sus críticas en la administración. «No se quieren gastar tres pesetas. Llevamos años reclamándolo. No hay seguridad porque no hay un euro para las escuelas. Esto es la ley de la jungla y no hay una formación reglada. Los que quieren hacer las cosas bien, contratan un guía y los que no, se autoforman más rápido de lo aconsejable», apunta el palentino.

Esa formación ahorraría muchos más gastos a la sociedad que los que genera un accidente en la montaña, según Tente Lagunilla. «Los políticos se tienen que dar cuenta que un rescate bien hecho ahorra mucho dinero a las administraciones. Una vez que ocurre, si el montañero no avisa por miedo a que le cobren, acarrea unas lesiones más graves. Eso genera unas gastos tremendos, además de una larga baja laboral. Esto es lo que hay que evitar. Un rescate puede costar alrededor de 2.000 o 3.000 euros, que es lo mismo que vale el ingreso de un paciente durante dos o tres días», critica Lagunilla.

«Hay que gastar en prevención. Cada euro que se gasta la administración en esta materia, serviría para ahorrar dos o tres en el rescate y todos gastos originados con posterioridad», concluyó el experto alpinista palentino.

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