![«Es admirable que los Ozores hayan hecho felices a la gente»](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/04/13/EmmaOzores-kjvD-U2102086300598wfB-1200x840@El%20Norte.jpg)
![«Es admirable que los Ozores hayan hecho felices a la gente»](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/04/13/EmmaOzores-kjvD-U2102086300598wfB-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Está soltera «y por muchos años», apostilla. Vive en Madrid, su lugar de nacimiento (1961), con cuatro perros y un gato que ha recogido en la calle. Hija única del actor, humorista, escritor y director de cine y teatro Antonio Ozores (1928-2010) y de ... la actriz Elisa Montés (1934), Emma Ozores ha cumplido ya 40 años sobre las tablas y su apellido representa a una saga centenaria con seis generaciones de actores. Este domingo, a las siete de la tarde, esta profesional de la interpretación se subirá al escenario del teatro Ortega de Palencia para representar junto a Rubén Torres la penúltima comedia de su padre: '¡El último que apague la luz!'.
–¿En qué año se estrenó '¡El último que apague la luz!'?
–No lo sé exactamente, pero alrededor de dieciocho años. Decimos que es la octava temporada para que a la gente no le parezca una barbaridad de tiempo. Creo recordar que había una crítica sobre la obra en Internet fechada en 2004.
–Es la última comedia que escribió y dirigió su padre…
–Es la penúltima. Hay otra comedia escrita por mi padre que está aún por estrenar y que se titula 'La bella y el bestia', en la que los actores tienen que representar a personas mayores. Esperaré a que pase el tiempo, o sea dentro de poco, para interpretarla yo misma (risas). La verdad es que no sé quién podría representarla hoy mismo.
–Antonio Ozores dijo que el éxito de esta obra residía en que el público se identificara con lo que veía.
–Sí, son situaciones cotidianas, pero sacadas de contexto. La risa de los espectadores brota porque no esperan que el texto sea tan gracioso. Está escrito con mucho ingenio y con mucho talento y narra la situación de dos padres primerizos cuando llegan a casa con el bebé. Interpretamos diferentes personajes en distintos lugares, incluso nos metemos en la piel de los actores de antes en situaciones rocambolescas.
–Es una crítica social…
–En algunos momentos, sí. A través de la risa también se puede hacer pensar al público y que se cuestione dónde vamos, qué hacemos…
–Además, aborda las relaciones de pareja, un tema muy manido en el universo escénico.
–Totalmente. Tanto las situaciones como los diálogos son muy inesperados. Esas sorpresas provocan la risa.
–¿Tiene ese punto surrealista del humor que abanderaba su progenitor?
–Por supuesto, pero es un surrealismo que todo el mundo va a entender. Incluso, van a verla niños con cinco años que se ríen y disfrutan mucho, aunque no va dirigida al público infantil. Es muy ingeniosa y, además, tenemos muy poco decorado. Hay espectadores que nos dicen 'cómo con tan poco hemos podido ver tanto'. La gente tiene que hacer uso de su imaginación.
–Como actriz, ¿qué valoración hace de este texto que ha sido reconocido por el público y la crítica?
–En todas las funciones recibimos el aplauso del público y, en lo referente a los premios, es difícil que una comedia reciba reconocimientos. Una compañía inglesa nos compró los derechos de autor de la obra y recibió premios en festivales de Edimburgo y Nueva York. Sinceramente, el texto es muy bueno, da mucha alegría a un actor poder trabajar en una obra de estas características. Al carecer de muchas luces y de un grandioso decorado, el actor debe apoyarse, sobre todo, en un texto con el que estás una hora y media sobre el escenario. Lo que prima es la interpretación y el texto. Mi madre decía que esta obra era un homenaje a la palabra.
–¿Qué siente al protagonizar esta función de su padre?
–Para mí va más allá de una obra de teatro porque está llena de cariño y de muchas emociones. Antes de salir a escena siempre digo 'va por ti, papá'. Y que él pueda seguir haciendo reír a la gente a través del trabajo de Rubén Torres y del mío es maravilloso. La gente se acerca a nosotros con mucho cariño porque se lo tenían a mi padre. Hay sitios en los que nos aplauden en el momento en que salimos al escenario. Ese tipo de muestras se las agradezco mucho al público, al que yo también le he cogido muchísimo cariño; se crea una magia especial de los espectadores con nosotros y viceversa. Creo que voy a representar esta obra siempre porque está en mi corazón.
–¿Ha rechazado ofertas de trabajo por mantener viva la llama de la familia?
–Por esta obra he rechazado bastantes funciones y algunas de ellas me sembraron la duda de si debía aceptarlas, pero al instante recapacitaba y las descartaba porque tengo una compañía propia en la que hay trabajadores detrás y no les puedes dejar en la estacada. En estos momentos compagino esta obra con otra comedia que mezcla circo, 'El regalo de Zeus', de Concha Rodríguez, que se estrenó en el Teatro Romano de Mérida y en la que intervienen Juan Meseguer y otros actores fantásticos.
–¿En algún momento ha sentido su apellido como un lastre?
–Nunca. Siempre he estado muy orgullosa de mi familia, jamás me ha pesado el apellido. Si la gente me reconociera sólo por se hija de Antonio Ozores, estaría encantada.
–Se va a subir a las tablas del teatro Ortega de Palencia con Rubén Torres para representar '¡El último que apague la luz!'.
–Estoy ilusionada por volver a Palencia, donde he actuado muchas veces. Me encanta la ciudad, la gente, la gastronomía,… Y, aunque no esté mucho tiempo, me apetece mucho disfrutar un poco de Palencia. De la provincia, conozco otros lugares; amo toda la zona de Aguilar de Campoo.
–¿Qué es lo que más echa de menos de Antonio Ozores como padre y como profesional?
–Mi padre era un genio y de él echo de menos todo: su sentido del humor, su buen carácter, su inteligencia,… Era muy divertido y muy buena persona.
–¿En casa cómo le llamaba?
–Le llamaba 'Tobi'. Él tenía una pareja que le llamaba 'Tobi' y un día mi tío Mariano le preguntó que por qué le llamaba así y él le respondió con esa rapidez que le caracterizaba 'es el diminutivo de 'Toyoski' y no sabemos por qué dijo eso (risas). Él me llamaba a mí 'Pancitas', 'Chispi',… De pequeña mi tío José Luis me llamaba 'Almendrita'. Yo contestaba a todos esos nombres (risas).
–Tras 100 años de humor, con 250 películas, 200 obras de teatro y 40 series de televisión, ¿cree que el legado de los Ozores será eterno y que no caerá en la anacronía?
–Pues no lo sé. Ahora mismo, mi padre está trabajando mucho con los políticos (risas). Cuando un político dice una cosa inconexa que no se entiende, la gente me envía por 'WhatsApp' ese comentario adjuntándome un vídeo de mi padre reproduciendo esas explicaciones incomprensibles tan suyas. Los Ozores han hecho felices a los demás y eso es algo admirable; es lo más bonito que se puede hacer.
–¿Pertenecer a una saga artística de ese calibre le ha facilitado las cosas en el mundo de la interpretación?
–Creo que no. Yo empecé en el teatro diciendo una frase, con pequeños papeles, y hubo en un momento en que me planteé tirar la toalla porque no me llamaban para trabajar. Sí es verdad que me reconocían como hija de Antonio Ozores, pero no me llamaban. Mis comienzos fueron difíciles, aunque, por otro lado, fue mejor así porque empecé desde muy abajo y eso me dio experiencia. Ahora sé que puedo desarrollar cualquier tipo de papel. A nivel profesional, comencé con 22 años en el musical 'Por la calle de Alcalá'. ¡He cumplido ya 40 años en los escenarios! Como decía mi padre: 'Lo difícil es mantenerse en este oficio'. ¡Y yo lo he conseguido! ¡Es una suerte!
–¿Emma Ozores ha hecho realidad todos sus sueños?
–No tengo muchas ambiciones en este oficio. Me conformo con trabajar y hacer papeles que me gusten. No estoy esperando a hacer el papel de mi vida ni a recibir premios. Como estoy, estoy bien. Que se llene un teatro, tener público, me permite poder hacer lo que quiero. Y así espero seguir, si el público quiere.
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