Llegó a tener junto a 'Nino' entre 120 y 125 yeguas de raza hispana bretona y su manada fue considerada durante varios años la mejor del norte de Palencia y de Castilla y León. «Era un espectáculo cuando venía a la Feria del Caballo ... en San Salvador de Cantamuda», señala Mariano San Abelardo, alcalde de La Pernía, recordando a su buen amigo José Abraham Diez Gaitón, de 75 años, ganadero de Camasobres que murió el pasado 24 de octubre por la covid en el Hospital Río Carrión de Palencia, tras estar ingresado allí desde el 27 de septiembre, primero en planta una semana y después en la UCI.
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Natural de la pedanía palentina de 17 habitantes, de acuerdo con el último censo del INE, se contagió en un brote en Camasobres que afectó también a su hermana Mari Luz, de 78 años; a un matrimonio vecino, Toño y Pili, residentes en Valladolid; a Adelina, cuñada de Pili y que reside en Vitoria; a un yerno de Adelina, y a Mariano y su hermano Carlos, que no viven en el pueblo pero que van mucho por allí. «Todos los afectados por el brote descartan que tuviera que ver algo con el hotel», insiste una y otra vez Mariano San Abelardo, que destaca cómo José Abraham era muy conocido y popular en el Valle de Liébana y en la zona de Potes. «Mi hermano era muy querido. José Abraham era muy mañoso, cuando le pasaba algo a alguien en el pueblo siempre acudían a él», señala María Luz, la hermana mayor y «uña y carne» con José Abraham.
«Desde que me quedé viuda hace 23 años, mi hermano José Abraham era mi apoyo. Yo iba varios meses a Camasobres en verano y él venía en invierno a Valladolid, donde vivo, pero aquí se aburría, era como si a una paloma le quitas de volar. Yo en Camasobres hacía y deshacía, entraba en casa y José Abraham se despreocupaba», comenta Mari Luz, que se contagió en el pueblo a la vez que su hermano.
«No tuve fiebre, solo catarro y cansancio, pero psicológicamente lo pasé fatal. Mi hermano estaba en el hospital y yo sola en la casa del pueblo, que no se oía a nadie. Así estuve 15 días», recuerda con dolor Mari Luz, que vio salir a su hermano José Abraham de casa el 27 de septiembre por su propio pie para no regresar jamás.
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«En torno al 22 de septiembre empezó a toser y tenía como un catarro. El día 27 ingresó en el hospital y dio positivo en la PCR que le hicieron el 1 de octubre. Estuvo una semana en planta y luego le llevaron a la UCI, y de allí ya no salió», apostilla Mari Luz, que insiste en que, si bien José Abraham tuvo siempre neuralgia de trigémino, llevaba su dolencia con sus más y sus menos y nada se temía por su salud.
«No lo asimilamos, estamos destrozados. Mi hermano murió abandonado, no pudo tener ni un aliento. Este es un dolor que no se supera. Yo no he vuelto a ver ni un telediario. Antes, cuando lo veía, pensaba en la pobre gente que moría de coronavirus sola, y ahora nos ha pasado a nosotros... Es muy triste que mueras solo y que tus familiares no puedan ni hablar contigo», afirma Mari Luz, que espera poder enterrar en el pueblo las cenizas de su hermano el próximo verano.
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Allí, en Camasobres, pasó su vida José Abraham, un soltero muy 'apañado', ayudando de niño a sus padres, José y Máxima, que se dedicaban a la agricultura y la ganadería. Su padre murió con 74 años y su madre, con 57. «Yo he sido siempre como la segunda madre de mis hermanos», señala Mari Luz, muy orgullosa de que a José Abraham, que fue alcalde de Camasobres muchos años, el Ayuntamiento le entregara una placa de reconocimiento por su dedicación a la ganadería.
Toda una vida, incluso cuando José Abraham se fue con otros dos vecinos del pueblo un año a Suiza. «Se fueron sin saber ni a dónde iban. Al llegar, cada uno se fue con un señor sin saber nada más y estuvieron cuidando vacas, trabajando para ellos. Se fueron para traer dinero para la familia», comenta su sobrino José, hijo de Fermín y que, junto a su hermano Daniel, ayudaban a su tío en Camasobres.
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«Alguna temporada estuvo en el País Vasco 'al pino', a trabajar con leña, y luego se quedó ya en casa con el ganado y empezó a coger más. Tenía un tractor de hace más de 40 años que fue el primero que hubo en La Pernía, y fue el primero que comenzó a trabajar con vacas distintas que las que había en La Pernía, que eran tudancas», agrega José, a quien su tío le comentaba cómo siendo niño iba al monte con las vacas y cuando llovía, no podía con la manta que llevaba de lo empapada que estaba.
«Mi hermano vivió por y para la ganadería, tuvo vacas y caballos. Le ayudó mucho con el ganado Secundino, 'Nino', que es familia y vive en Santander. Desde que se jubiló ya no tenía ganado, pero sí mantenía un caballo aunque ya no montaba, lo hacían mis nietos y sobrinos», concluye Mari Luz.
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