Palencia

Adiós a otro histórico negocio de la Calle Mayor

Se pone serio para exponer la dureza de estos últimos años en la tienda, en los que ha tenido que enfrentarse en solitario a todos los aspectos relativos a la gestión, el control de los pedidos y también la atención al público. «Ha sido mucho trabajo, y todos estos años he estado solo. Aquí hemos llegado a estar hasta cinco empleados, pero las cosas han ido cambiando y al final me he quedado yo solo, de todo, porque no están ni mis jefes, porque la tienda no es mía, lo que pasa es que llevo aquí toda la vida», recalca Barcenilla, quien explica que los propietarios iniciales de Calzados Lasarte eran dos socios, de los que uno ya murió y el otro, de 93 años, reside desde hace tiempo fuera de Palencia.

Calzados Lasarte comenzó su andadura en la Calle Mayor de la capital palentina hace 59 años y siempre se ha mantenido en el mismo local, en el número 16 de la principal arteria de la ciudad. Cuando se fundó esta popular zapatería, se encontraba en la zona de mayor actividad comercial de Palencia, el primer tramo de la Calle Mayor, en donde figuraban muchos de las tiendas más prestigiosas de la ciudad. Sin embargo, en la actualidad, este histórico comercio es uno de los pocos que continúan abiertos en esa parte de la principal vía de Palencia, y su cierre dejará casi huérfana de locales históricos a la capital palentina.

El local estuvo primero ocupado por la tienda de textiles de Marcelo Domínguez, que después se trasladó más adelante en la Calle Mayor, a la esquina con el Patio de Castaño. Al quedar libre, dos socios decidieron crear una tienda de zapatos y así nació Calzados Lasarte, que ha permanecido en el mismo emplazamiento desde hace 59 años, siempre ofreciendo la misma imagen que hasta ahora, puesto que el local no ha sufrido ninguna reforma de importancia desde su apertura. «Está todo como estaba al principio, porque no hemos reformado. Son los mismos muebles de siempre. Sí hemos pintado muchas veces, pero la verdad es que ya hace bastantes años que no pintamos y por eso la tienda tiene ese sabor antiguo que también gusta a la gente», explica Barcenilla, mientras señala al suelo, del que también destaca que es el original y que despierta mucha admiración.

«La verdad es que da un poco de pena después de todos estos años. Pero yo me jubilo y no hay nadie para continuar, porque mi jefe es una persona muy mayor. Y han venido varias personas interesándose por el traslado, pero la verdad es que es difícil, porque se trata de un local de alquiler, no es de mis dueños y la renta mensual que se paga es muy alta, 1.500 euros, y hay que vender muchos zapatos solo para pagar eso», explica Gerardo Barcenilla, quien recalca que aun así Calzados Lasarte ha sido siempre un negocio rentable.

«Para mantener a una familia, da, pero no para hacer dinero, porque la renta es alta y todos los negocios tienen muchos gastos, y las cosas ya no son como antes. Aquí hemos llegado a estar hasta cuatro o cinco vendedores, pero de eso hace ya mucho tiempo», explica este trabajador, que presume de la calidad que siempre se ha ofrecido en su establecimiento.

«Siempre nos hemos especializado en calzado español, de Elche, de Alicante, de La Rioja, y podemos presumir de ello. La calidad es los que nos ha caracterizado, y no habrá muchos sitios donde puedas encontrar las zapatillas J'hayber, que son las únicas o de las poquitas que todavía se fabrican en España», explica este vendedor nato, que lleva casi cincuenta años en el oficio.

Porque tal y como explica Gerardo Barcenilla, empezó como aprendiz en Calzados Lasarte en el año 1974, cuando apenas tenía trece años. Desde entonces ha permanecido en esta tienda vendiendo zapatos a diferentes generaciones de palentinos. «Se ha vendido mucho de todo, y siempre nos hemos preocupado de traer buena calidad española. Ahora, lo que más nos piden es la zapatilla de señora, para estar en casa o para salir a la calle, se venden muchas y estos días desde que hemos puesto el cartel de liquidación, no paro, aunque la verdad es que ya no tengo algunos números, porque este año hemos traído menos género y ya no vamos a recibir. A ver cuándo podemos sacar hasta diciembre», explica.

Gerardo Barcenilla afronta con ilusión su próxima jubilación, aunque también le atenaza una parte de incertidumbre después de tantos años de trabajo delante del público. «Empecé en la tienda en 1974, con lo que ya llevo casi 50 años trabajando, y antes de aquí ya había empezado a trabajar a los 11 años, de lazarillo en Santander, con unos parientes que eran ciegos. Después me volvía a Palencia y empecé en la tienda y solo era un niño, y hasta ahora», recuerda, explicando también con orgullo su infancia «en el barrio más importante de Palencia, el Cristo».