Obras de restauración del basamento de la rejería de la capilla del Sagrario de la catedral, llevadas a cabo por la escuela taller. El Norte

Adiós a los 33 años de historia de la Escuela Taller de la Catedral de Palencia

«El templo más importante no puede estar en manos de aprendices», apunta el delegado diocesano de Patrimonio

Marco Alonso

Palencia

Domingo, 24 de noviembre 2019, 08:50

Se acabó. La Escuela Taller de la Catedral de Palencia deja de llevar a cabo labores de conservación en la Bella Desconocida tras 33 años de trabajo. Todo ese tiempo de mejoras continuadas ha servido para que la seo tuviera un mantenimiento que le ha permitido mantenerse joven, aunque con algún achaque propio de la edad, y es que el templo pronto cumplirá 700 años y las celebraciones previstas para conmemorar su aniversario llevaron a los responsables de la catedral a recurrir a profesionales para acometer el proyecto de restauración. El Ayuntamiento de Palencia y el Cabildo Catedralicio han decidido poner fin al acuerdo de colaboración que han venido manteniendo durante estos 33 años para vincular la Catedral de Palencia a alguna de las escuelas taller, talleres de empleo o en la actualidad talleres mixtos, que se han desarrollado en la capital palentina.

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La Unión Temporal de Empresas entre las entidades Cabero y Sabbia se está encargando de acometer las obras en la seo y la Escuela Taller de la Catedral ha dejado de tener presencia en las actuaciones hasta dejar de trabajar en este emblema de la ciudad, tal y como explica el delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Calvo Calleja. «Solo podemos agradecer el trabajo que han llevado a cabo durante tanto tiempo», afirma Calvo Calleja, que cree que las actuaciones llevadas a cabo por la Escuela Taller han permitido a la seo tener acondicionamientos puntuales, pero que reconoce que ahora toca contar con empresas de peso para preparar a la Bella Desconocida para que el 1 de junio de 2021 luzca en su máximo esplendor para celebrar su séptimo centenario. «Nosotros hemos tenido siempre los brazos abiertos, pero llega un momento en el que las obras tienen que ser llevadas a cabo por profesionales que el Cabildo tiene contratados. El templo más importante de la provincia no puede estar en manos de personas que están aprendiendo. Tiene que estar en manos de profesionales, Santiago es un profesional, pero los chicos no dejaban de ser aprendices», explica el delegado Diocesano de Patrimonio.

Diferentes obras realizadas por la escuela taller.

Ese 'Santiago' al que hace referencia José Luis Calvo Calleja es Santiago Hernández Hurtado, coordinador del actual programa mixto y director de la antigua escuela taller, un refutado arquitecto que ha sacado a relucir su lado docente en la Escuela Taller de la Catedral, a la que entró en el año 1994 como director. 25 años han pasado de aquel día y decenas son los trabajos que se han llevado a cabo en la Catedral bajo sus directrices, aunque Santiago asegura que el legado de la escuela taller no solo se puede encontrar en la seo. «Gracias a este programa se ha formado a muchas personas en un oficio y eso les ha permitido acceder a un mercado laboral que antes tenían cerrado», explica.

Las escuelas taller surgieron en 1985 como respuesta al elevado desempleo de los jóvenes menores de 25 años de la época. Con estos programas, llevados a cabo por el antiguo INEM, se trataba utilizar la palabra 'recuperación' en tres ejes bien distintos. El primero de ellos era el personal, mediante el que se utilizaban recursos públicos para recuperar e insertar en el mercado laboral a personas que se encontraban con dificultades de encontrar un empleo. El segundo eje era el de la recuperación de oficios que se estaban perdiendo; mientras que el tercero y último era el de la recuperación del patrimonio. Bajo estas premisas surgió la Escuela Taller de la Catedral de Palencia, una de las pioneras de España.

La Escuela Taller de la Catedral ha pasado por tres fases bien diferenciadas desde aquel año 1985 en el que echó a andar. Desde su inicio a 2004, sus actuaciones se centraron en el ámbito catedralicio y sus entornos. Las manos de los alumnos trabajaron elementos tan icónicos como el claustro de la catedral, la Casa de los Canónigos o el Palacio Episcopal, así como la Plaza de Cervantes, las fachadas del convento de la Agustinas Recoletas o del antiguo Hospital San Bernabé. La segunda fase es la comprendida entre los años 2005 y 2013, en los que el antiguo convento de San Francisco fue el objeto de actuación de los alumnos, que intervinieron en la fachada, el atrio y el claustro. La tercera y última fase se comprendió entre los años 2014 y 2019 y los trabajadores en formación regresaron a la catedral para realizar unas obras que tenían como meta convertir en visitable la torre de la seo. Para tal efecto, se mejoraron los accesos a los triforios, desde donde se tiene una vista privilegiada del templo, además de la antigua casa del campanero y el patio de campanas.

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Los problemas por los que se crearon estas escuelas taller siguen vigentes en la actualidad. El porcentaje de alumnos que dejan de estudiar, antes o después de haber conseguido el título de la ESO, ha caído 12 puntos desde 2008, hasta el 18,3%. Sin embargo, en los últimos tres años el descenso se está ralentizando y estas estadísticas se suman a otras, que señalan que resulta ciertamente complicado para los jóvenes acceder al mercado laboral. Con este caldo de cultivo, iniciativas como las escuelas taller podrían parecer interesantes, a priori, para otorgar a los jóvenes una formación práctica que les ayudara a labrarse un futuro en un mundo cada vez más competitivo. No obstante, la dotación económica para estos programas lleva años cayendo, a la vez que el número de alumnos que puede acceder a estos programas, en los que los jóvenes se forman y a la vez reciben una retribución por su trabajo. «Los recursos han bajado muchísimo, la duración de los cursos, también. Además, se ha aumentado la cofinanciación municipal, que antes era mucho menor. Ahora, no se subvencionan muchos gastos que antes si eran subvencionados», apunta Juan José Vega, coordinador de Desarrollo Económico y Empleo en el Ayuntamiento de Palencia.

El número de plazas de la escuela ha ido cayendo poco a poco y nada queda de la heterogeneidad de perfiles que se encontraban en las escuelas de los 90. «La gente que participa ahora en estos programas no tiene estudios. Han dejado el instituto y lo que no puedes hacer es sentarles como si estuvieran en clase, no aguantan. Ahora, sobre todo tenemos población gitana. De los nueve, seis son gitanos, y tengo que decir que son gente con interés, que les motiva aprender este tipo de cosas. Lo siguen, te preguntan y se motivan», explica Santiago Hernández.

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Decir adiós a un elemento de actuación tan importante como la catedral ha sido un varapalo para el coordinador de la escuela, que no encuentra razones objetivas para que sus alumnos dejen de trabajar en la seo después de 33 años de intervenciones. «No ha habido ningún problema en las obras que hemos hecho. Nosotros no vamos a lo loco, no hacemos chapuzas. Yo soy arquitecto, algo entiendo, y además tenemos contacto directo con Patrimonio. ¿Qué vamos más lentos? Evidentemente, trabajamos con gente que está aprendiendo, pero la calidad de lo que hacemos es muy alta», recalca.

Uno de los aspectos que más puede llegar a sorprender es que no hay prevista una fecha para que sean visitables los últimos lugares restaurados por la escuela, entre los que se encuentran espacios tan interesantes como el patio de campanas o la casa del campanero. El programa de visita a las obras de restauración finaliza el próximo día 8 de diciembre y los responsables están pensando qué itinerarios ofrecer a los visitantes y no se ha informado sobre si estos dos espacios ubicados en la torre serán visitables al fin. Lo que está claro es que la aportación de la escuela taller ha permitido poner en valor este espacio y otros muchos de una Bella Desconocida que dejará de ser mimada por las manos de los alumnos de la escuela taller.

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Carlos Laborda trabaja en su taller en una vidriera. A. Quintero

Una pasión que nació en la escuela taller

«Dedícate a lo que te apasiona y no trabajarás jamás». Eso decía Confucio hace más de 2.500 años y esa frase se ha convertido en todo un axioma para Carlos Laborda, un hombre que lleva 25 años dedicado a su pasión: la vidriería, un oficio que conoció en la Escuela Taller de la Catedral, a la que debe el descubrimiento de su pasión.

Por la escuela han pasado 440 personas desde su creación en 1985. Todos los participantes encontraron en el taller una formación con la que labrarse un futuro y Carlos Laborda asegura sin titubear que su paso por la escuela le cambió la vida. Laborda estudió FP de Metalistería y Forja y al acabar sus estudios, en 1994, se apuntó a la escuela taller en la modalidad de forja, pero cuando se inscribió estaban todas las plazas otorgadas y le ofrecieron la posibilidad de formar parte del equipo del curso de vidriería. Al principio, ese cambio de especialidad no le entusiasmó demasiado, pero con el paso de los días su idea sobre lo que le podía ofrecer el taller de vidriería cambió tanto que vio en este oficio una forma de vida que le permitiría labrarse la vida disfrutando de un trabajo creativo que no solo le permite pagar facturas, sino realizarse como persona.

En aquella escuela taller, Laborda restauró junto a sus compañeros las vidrieras que encabezan la puerta que da a la plaza de Cervantes, además de las vidrieras para el Palacio del Obispo. Esos trabajos le motivaron tanto que montó un pequeño taller en su casa en el que investigaba sobre los conocimientos que le brindaron los docentes de la escuela.

El tiempo pasó, se acabaron los dos años que duraba aquella formación, y aquel joven decidió abrir un negocio que ahora se ha convertido un referente de la restauración de vidrio a nivel regional: Laborda Vidrieras.

Laborda no acierta a entender las razones que han motivado la bajada del número de alumnos y de las subvenciones concedidas a la escuela taller. «Antes primaba la formación y, por lo que veo, ahora lo que importa es tener mano de obra que salga menos costosa», explica el vidriero, que está de acuerdo en la tesis de que hay obras mayores que no puede realizar un aprendiz, aunque cree que la escuela taller servía para que las obras menores de la catedral se realizaran a un coste menor sin detrimento de la calidad. «Sacar a licitación una obra puede llevar años, mientras que una escuela taller bien dirigida puede realizar trabajos en unas semanas», recalca.

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