![Así actúan las bandas de recolectores ilegales de setas en Palencia](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201911/17/media/cortadas/furti-kHZ-U90716298538eAG-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Las bandas organizadas que se dedican a la recolección ilegal de setas se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza para los titulares de los acotados micológicos. Y es que los efectos de los actos de estos grupos son muy visibles en el monte, pero encontrar a los infractores mientras están recolectando setas quebrantando la Ley de Montes es muy complicado, ya que se cuidan mucho de que su presencia sea detectada. Tan es así, que estas bandas –integradas generalmente por personas de países del este– llegan a dormir en los propios acotados para evitar que se les vea mientras salen y entran de los caminos que utilizan para realizar estas prácticas ilegales.
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El jefe de la patrulla del Seprona de Palencia ha visto varios de los campamentos que instalan los recolectores ilegales en el monte y conoce a la perfección el 'modus operandi' de sus integrantes. «Vienen cuando empieza la campaña para recolectar y cuando acaba la temporada vuelven a su país de origen, como temporeros. Viven en el monte, en las furgonetas», explica este guardia civil, poco antes de relatar las condiciones en las que trabajan estas personas, a las que los intermediarios les pagan el kilo de níscalos a un precio que ronda los 2 y los 3 euros. «Estas personas están recogiendo setas desde que amanece hasta que anochece. A los últimos que hemos denunciado los vimos mientras caía una enorme tromba de agua y allí estaban, cogiendo níscalos», recalca.
Palencia se ha convertido en suministradora de productos micológicos para los mayoristas, que llegan a tierras del norte de la provincia a diario, cargan un camión isotermo de níscalos y al día siguiente regresan en busca de más. En esas zonas de recogida hay unos intermediarios que hacen un acopio temporal de todas las setas que se recolectan en un día y, posteriormente, se las venden a estos mayoristas en una cadena que rompe la trazabilidad exigida cuando la transacción se realiza con un recolector ilegal.
jefe de patrulla del seprona de palencia
Las infracciones que se cometen por estas prácticas no solo tienen a estas bandas como responsables. Y es que hay colaboradores necesarios para que las setas recogidas de forma ilegal acaben en el mercado. «Al anochecer, juntan todo lo que han recolectado y se lo venden a un intermediario, que es un señor que tiene un báscula; es el único medio que necesita para que todos los recolectores le vendan lo que han recogido ese día», explica el jefe del Seporna para remarcar que los recolectores ilegales son los que menos beneficio logran en este entramado. «Si los intermediarios y mayoristas cumplieran la ley, la recolección ilegal se acabaría. Si a estos señores no les compraran las setas, no vendrían a por ellas. Aunque está claro que, en toda esta cadena, los que menos beneficio económico obtienen son estos señores, que vienen de otros países a trabajar y se pasan todo el día en el monte recogiendo por una pequeña cantidad de dinero», añade.
A estos recolectores se les suele tachar de acabar con todas las setas que encuentran a su paso, utilizando en ocasiones herramientas prohibidas, como rastrillos, y son muchas las personas que creen que esta forma de 'peinar el monte' puede afectar a las campañas venideras, aunque el director de la Cátedra de Micología de Palencia, Juan Andrés Oria, asegura que eso es un mito. «Se ha investigado y el perjuicio no es tan grande. El efecto que causan estas personas recogiendo de esta manera es mecánicamente muy inferior a lo que hacen los jabalíes cada día. Se ha exagerado legendariamente la acción de los rastrillos. Se criminaliza a estas personas por esto, pero en realidad con lo que hacen verdadero daño es con la basura que tiran al monte», asegura Juan Andrés Oria en un discurso que se encargaron de corroborar desde la Guardia Civil. «El 90% de los residuos que nos encontramos en el monte proviene de estas bandas», atestiguan desde el Seprona.
Jefe de patrulla del seprona de palencia
Esa forma de actuar tan poco cívica por parte de estas bandas organizadas es tal que los agentes de la Benemérita han llegado a encontrar tirados en los campamentos residuos peligrosos. «Estos señores se meten con las furgonetas por sitios por los que casi no podemos acceder nosotros con los todoterrenos y lo que les pasa habitualmente es que revientan el cárter, las ruedas o cualquier otra cosa. Cuando se les estropea el vehículo no van a un taller, son autosuficientes al 100%. Bajan al pueblo en el que estén, compran las piezas que necesiten o el aceite que se haya derramado tras romper el cárter, lo cambian, tiran el aceite al suelo y se marchan», explica el jefe de patrulla del Seprona de Palencia, que ha visto acotados convertidos en un vertedero por la acción de estos grupos organizados. «Si se quedan sin batería porque la han gastado por la noche, bajan al pueblo, compran una nueva, la cambian y tiran la vieja sin miramientos. Si les paras después de que lleven tres días en el monte, no llevan una sola bolsa de basura dentro de la furgoneta porque la dejan vacía para cargar el máximo número de cajas de setas», apostilla.
Las multas de entre 100 y 100.000 euros no frenan estas prácticas. «Solemos coger varias veces a las mismas personas. No tienen miedo a las sanciones porque tiene domicilio en Rumania o Bugaria y es posible que nunca les llegue la multa», explican desde la Guardia Civil, que aseguran que la mejor fórmula para acabar con estas bandas es la colaboración ciudadana. «Hay recolectores locales que obtienen un beneficio económico de sus recogidas y estos grupos organizados que cogen tanto volumen abaratan el mercado, los compradores bajan el precio y hacen daño al negocio local. El precio de las setas fluctúa y cuantas más hay, más baratas se venden y menos dinero cobra el recolector legal. Primero, les dejan sin las setas que cogen en el monte de forma legal y después, les hunden el mercado», sentencia el jefe del Seprona para poner de manifiesto que este problema incide sobre la de por sí denostada economía del medio rural.
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