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No hizo falta la presencia de la Policía. Curiosamente, a diferencia de otros días en los que también han entrado en vigor nuevas restricciones, en ... esta ocasión, las patrullas, tanto de la Policía Nacional como de la Local brillaron por su ausencia. Ningún agente se dejó ver por las principales zonas de 'terraceo' de la capital palentina cuando llegaron las seis de la tarde.
Pero tampoco hicieron falta. Con una disciplina casi sorprendente, los numerosos clientes que durante la tarde de ayer poblaban las terrazas de zonas como el paseo del Salón o la Plaza Mayor comenzaron a levantarse por su propia iniciativa y no hizo falta ni que los camareros les instaran a abandonar sus asientos. Unos apuraron más los minutos que otros, pero pasada las seis era difícil encontrar ya clientes sentados en alguna de las terrazas de la ciudad.
Todo el mundo estaba informado y todos eran conscientes de que, una vez más, las hostelería debe cerrar sus puertas y únicamente podrá abrirlas para servir encargos de comida para llevar o para el reparto a domicilio, al que también se han sumado en los últimos meses numerosos establecimientos palentinos que hasta hace poco jamás se lo hubiesen planteado.
«¿Pero qué vamos a hacer, si tenemos que pagar las facturas. Acaban de pasarnos el IVA y los gastos no te los quita nadie. No me queda más remedio que abrir para servir cafés para llevar. Hasta ahora no había querido hacerlo, pero si queremos sobrevivir, vamos a tener que hacerlo», explicaba Luis Rebollo, propietario del bar Alaska, una de las más céntricas cafeterías de la capital palentina que cuenta con un concurrida terraza a cualquier hora del día.
«Va a tener que ser así, porque como no llegan las ayudas. Hemos pedido las de la Junta y ahora a esperar, y a ver si el Ayuntamiento hace algo», recalcaba el hostelero.
Y en la situación de Luis Rebollo se encuentra gran parte de la hostelería palentina, gastos fijos, cuotas de autónomos, empleados a su cargo y un horizonte de gran incertidumbre. «Parece que siempre apuntan a los mismos. No importa el esfuerzo que hacemos para todo esté bien, para que nuestros establecimientos sean totalmente seguros, siempre apuntan hacia la hostelería. Y ya vale, porque van a acabar con nosotros», se lamentaba José Antonio León, propietario del restaurante El Chaval de Lorenzo, mientras recogía su terraza del paseo del Salón.
«Muchos de nuestros distribuidores son también los de los supermercados y nosotros sabemos cómo están las cosas. Todo lo que nos llega lo limpiamos, desinfectamos continuamente y cumplimos todos los protocolos. En los supermercados eso no se hace, pero a ellos no los cierran, solo van a por nosotros, y encima, no recibimos ninguna ayuda», recalca José Antonio León, quien reconoce que la única tabla de salvación que ahora les queda es la comida para llevar, «aunque no es más que un parche, porque no llega para pagar las facturas».
Este hostelero, a diferencia de muchos de sus compañeros, lleva años ofreciendo ese servicio 'take away', al que muchos de los empresarios palentinos han tenido que sumarse en los últimos meses por fuerza de necesidad; pero no por ello consigue mantener a flote el negocio. «Ahora puede que recibamos más pedidos, porque hay muchas personas que se están acostumbrado a pedir comida, pero la verdad es que las cuentas son peores que antes, porque ahora los pedidos son de una familia y poco más. Antes eran para celebraciones, cuando se reunían muchas personas y eran cuentas muy grandes», recalca, al tiempo que reconoce que tampoco pueden prescindir de servir el café mañanero para los clientes de las oficinas y comercios que se encuentran cerca.
Y este café matinal se plantea también como tabla de salvación para otros muchos compañeros de la zona, dado que se trata de negocios que principalmente se nutren de la clientela vespertina que puebla las terrazas y esa fuente de ingresos se ha cortado radicalmente, al menos durante una semana. «Yo no me creo nada. Otra vez que quieren engañarnos con lo de una semana. Ya verás como luego hay que imponer restricciones en Valladolid o en otra ciudad y ya nos unen y a saber cuánto tiempo», se lamentaba Andrés Santos, del bar Babel, también en el paseo del Salón.
El café matinal
«Vamos a abrir para servir cafés para llevar. Lo empezamos a hacer la otra vez que nos cerraron y conseguimos una clientela y eso no es fácil en esta zona, que no tiene clientela de por las mañanas. Y no podemos pararnos. Si nos quedamos parados ahora, va a parecer que tiramos la toalla», explica este hostelero mientras barre su trabajo y contempla con tristeza la soledad en la que se encuentra el paseo del Salón pasadas las seis de la tarde.
«Con el buen fin de semana que ha hecho es una lástima. Ayer parecía que todo el mundo hubiese salido a la calle para despedirse de los bares, porque no se cabía en toda la zona. Y esta mañana también, y mira ahora, con una tarde tan buena y todo cerrado», se lamentaba a los pocos metros unos de los camareros de la pizzería La Competencia.
Pero si el Salón, excepto la zona de los juegos infantiles, que seguía abarrotada, quedaba desierto en la tarde de ayer, no ofrecía mejor estampa la Plaza Mayor, también prácticamente vacía una vez que se cerraron las terrazas de los bares. Y en este caso, la alegría tardará aún más en retornar, puesto que la previsión es que no abran ni para servir cafés para llevar. «Habrá que tomárselo como unas vacaciones. Después de tres semanas trabajando muy duro en la terraza y algunos días con las temperaturas que hemos tenido tan bajas, pues no viene mal un descanso. Esperemos que sea solo una semana», recalcaba uno de los camareros.
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