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Todos los veranos, en cuanto terminaba el semestre regular, ya estaba preparando la maleta para volver a casa. Dos largos y plácidos meses, junio y julio, para pasar con su familia en Palencia, que el resto del año estaba muy lejos, en Misuri, a 7. ... 200 kilómetros del Cristo del Otero. Siempre volvía en la época estival, desde hace dieciocho años que se fue a trabajar a Estados Unidos, hasta el verano pasado. «Eché mucho de menos estar aquí, no poder juntarme con los míos. Y también por la niña para que conozca el arraigo cultural, la familia, el castellano...», afirma la palentina Vanessa Rodríguez de la Vega, profesora de Lengua y Literatura Española en la Universidad Estatal de Misuri.
«He vivido la pandemia muy estresada, sobre todo al principio con la alta incidencia de la covid. Solo me preguntaba y si pasa algo en Palencia, cómo puedo salir del país. La verdad es que fueron tiempos de mucha incertidumbre», afirma, ya desde su Palencia natal. Este verano, por fin, pudo reencontrarse con los suyos después de casi dos años sin verles más allá de a través de las pantallas de los móviles o las tablet.
«Tenía unas ganas tremendas de estar ya aquí, de juntarme con la familia. Han venido mis tíos y primos de Barcelona y mi suegra, que es de Bulgaria, también ha pasado una semana en Palencia», narra. Su esposo, Toma Tomov, también es búlgaro y adora llegar a Palencia para ir a la Mejillonera. «Es parada obligatoria de mi marido, de sus lugares favoritos, sin duda», añade entre risas.
Además de estar con los suyos, pasear por las calles palentinas y degustar unas bravas de 'La Meji', Vanessa Rodríguez acude –siempre que está en Palencia– al CrossFit El Templo. «Llevo años practicándolo y todos los veranos aprovecho para entrenarme ahí. Tengo amigos y mucha gente con la que me apetecía estar. Además, estos negocios lo han pasado realmente mal durante la pandemia», señala.
Hacer barbacoas, quedar con amigos, darse una vuelta o ir de compras, cualquier plan es bueno en Palencia. «¡Hasta hemos aprovechado para renovar el pasaporte de mi hija!», añade. Su pequeña, Adriana, tiene siete años y es completamente bilingüe.
Vanessa Rodríguez se vacunó contra la covid en marzo, casi al mismo tiempo que los docentes en España. «Nos pusieron las dosis allí cuando estaba ya abierto para todas las edades», rememora. En Estados Unidos no se les consideró una profesión esencial como en España. «Este curso hemos seguido dando el 80% de las clases de la Universidad de manera 'on-line'. Nos dieron a elegir y la mayoría preferimos seguir de forma telemática. Eso sí, a nivel de infantil o de instituto sí que ha sido ya presencial», explica.
La inmunización de la población corría como la pólvora en Estados Unidos, mientras que en otros países, como España, la limitación de la llegada de dosis impedía avanzar con la velocidad deseada. «La vacunación comenzó muy bien, pero ahora está España por encima de Misuri, que está muy por debajo de la media nacional de Estados Unidos», se lamenta. El estado en el que vive esta palentina había inoculado al 38% de la población con el ciclo completo en julio, muy por debajo del 60% al que se ha llegado ya en España este mismo mes.
Estado conservador
«Vivo en un sitio muy conservador, en el que la gente no quiere vacunarse por noticias falsas, demasiado discurso ideológico. Y es que hay que fiarse de la ciencia», advierte.
Al término de sus vacaciones en Palencia, cuando tiene que volver a hacer las maletas, en este caso para retornar a Misuri, Vanessa Rodríguez se lamenta del aumento de la incidencia de covid en su zona, en Springfield, donde aparte de poca gente vacunada, el uso obligatorio de mascarilla en interiores se quitó en abril. «La covid ha venido para quedarse y está de nuestra mano ser cívicos para salir de esta», argumenta. «El confinamiento y las medidas de Estados Unidos no han tenido nada que ver con las de España. Al mes y medio se volvió a abrir el país, todo ha sido más laxo que aquí», añade.
Antes de montar en el avión rumbo al continente americano, presenta cada pasajero una prueba de covid negativa para poder embarcar. Cruza los dedos para que, cuando retorne en diez meses, todo esté ya más tranquilo. «Lo mejor, sin duda, es haber estado con mi familia y coger muchas fuerzas para continuar», sentencia la palentina.
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