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El 37% de los 280 palomares documentados están en buen estado y otro 20%, en ruinaEn la provincia de Palencia hay más de mil palomares y la mitad necesitan trabajos de conservación y mantenimiento para evitar que acaben desapareciendo. Es un dato que se extrae de los estudios de la asociación Palomares de Palencia que ha documentado ya el 25% de todos los que hay en la provincia.
Una muestra suficiente como para hacer un diagnóstico fiable de la situación real de todo este patrimonio que forma parte de la identidad de la provincia. «Siempre han estado ahí y tenemos que trabajar para que sigan estando», asegura Pilar Diez, que coordina el programa Palomares de Palencia, puesto en marcha en 2018 de la mano de la Diputación de Palencia y el Colegio Oficial de Arquitectos de León.
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Almudena Álvarez
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En su conjunto, Palomares de Palencia lleva inventariados 280 palomares en 28 municipios que han ido cosiendo en cuatro rutas por las comarcas de Tierra de Campos, el Camino de Santiago y El Cerrato. De esa cifra global, 104 palomares, el 37,1% se encuentran en buen estado de conservación, el 41,79% (117) presentan un estado regular y el 21,43% (60 palomares) están en estado muy malo o de ruina.
Los que peor estado de conservación presentan son los que la asociación ha agrupado en la ruta oeste de Tierra de Campos, ya que de los 67 palomares que incluye, el 30% amenazan con la ruina, frente a los de la ruta Oeste y los del Camino de Santiago que son los que mejor estado de conservación tienen.
Entre aquellos que amenazan ruina figuran algunos de Torremormojón y Guaza de Campos, que recientemente han entrado en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la Asociación Hispania Nostra, donde también se había llamado con anterioridad la atención sobre los palomares de Villamartín de Campos.
En Torremormojón, los vecinos presumen de diecisiete palomares, la mayoría circulares construidos con tapial y adobe, que están agrupados en tres conjuntos, y entre los que destaca uno que está en ruinas y permite ver «las tripas» del palomar. «Es muy llamativo porque permite ver la estructura interior de los palomares y sus tres anillos concéntricos», señala Pilar Diez. Sin embargo, según denuncia Hispania Nostra, muchos de ellos presentan un estado ruinoso, a algunos les falta la cubierta, y en algún caso el uso de ladrillo en la rehabilitación afea el resultado. La historia se repite en Guaza de Campos, –donde pueden verse dos conjuntos muy claros entre los que destaca uno por su tejado y forma de pagoda de tres niveles– y en Villamartín, donde algunos palomares se encuentran en avanzado estado de deterioro, o incluso en ruinas y corren el riesgo de desaparecer en los próximos años, lo que supondría la pérdida de una seña de identidad.
«En estos tres conjuntos hay de todo, los hay que están bien conservados, otros menos y algunos en muy mal estado», señala la arquitecta, que no es muy partidaria de estas catalogaciones tan negativas, ya que entrar a formar parte de una Lista Roja puede dar la sensación de que este patrimonio es irrecuperable, de que el edificio en cuestión no tiene remedio, cuando, de momento, muchos casos son reversibles. Es cierto que en su inventario Torremormojón sobresale para mal, con 10 de sus 17 palomares, el 59%, en un pésimo estado de conservación. Solo Cevico de la Torre tienen un porcentaje similar con 8 de sus 14 palomares, el 57%, amenazando ruina. Pero la arquitecta insiste, «como llamada de atención está bien, para saber que hay que ponerse manos a la obra, pero no hay que caer en el pesimismo», sostiene, ya que son muchos los esfuerzos que se están haciendo y muchos pueblos donde más de la mitad de los palomares están en buen estado, como Pedraza, Támara, Astudillo, Castrillo de Don Juan o Cubillos de Cerrato, con Población de Campos a la cabeza, donde el 80% de sus palomares, 12 de 15 consiguen muy buena nota.
«Siempre han estado ahí y tenemos que trabajar para que sigan estando», asegura Pilar Diez, que coordina el programa Palomares de Palencia, puesto en marcha en 2018 de la mano de la Diputación de Palencia y el Colegio Oficial de Arquitectos de León. «La documentación es el primer paso para ver la riqueza que hay en la provincia. Y entender este patrimonio como un conjunto en toda la provincia, ver el potencial que tiene ha sido fundamental en este proyecto», sostiene.
Y luego están aquellos que cuyo estado es regular, 117, el 41,8%, y que con algunas operaciones de mantenimiento y reparación podrían salvarse. Es verdad que aquí juegan un papel fundamental los propietarios que son los responsables del arreglo y por tanto, la conservación de este patrimonio depende casi siempre de la voluntad, el interés y la capacidad económica de los dueños. De ahí la labor tan importante de difusión y sensibilización que está haciendo Palomares de Palencia, con la ayuda de la Diputación provincial, –que solo en 2023 destinó 64.000 euros al mantenimiento de estas construcciones–, para conseguir la implicación de los vecinos y propietarios en la conservación de este patrimonio. «Se van despertando voluntades, es difícil, pero poco a poco, lo vamos logrando», sostiene la coordinadora del Programa.
En Santoyo, por ejemplo, Alejandro Marcos ha arreglado el palomar que hay dentro de la casa de sus abuelos y que construyeron sus tatarabuelos. «Una de las paredes estaba a punto de caerse y había que hacer algo. Duermo enfrente y lo veía todos los días al levantarme, no podía esperar a verlo un día caído», explica. Esa pared se ha reforzado con un muro de ladrillo y revocado con mortero de cal y cemento blanco para evitar que se cayera, manteniendo la arquitectura originaria del palomar, su singularidad arquitectónica y por supuesto con los materiales adecuados.
El coste han sido 10.000 euros, la mitad se ha sufragado con las ayudas de la Diputación, el resto, con dinero de su bolsillo. «Es muy caro teniendo en cuenta que la rentabilidad va a ser nula», señala, porque tenía intención de sacarle rendimiento con la cría de pichones, pero hasta para eso hay infinidad de problemas. «Mi abuelo vendía los pichones a restaurantes, ahora es muy complicado», insiste. De momento, para lo que si sirve el suyo es para mostrar las costumbres de las palomas a los visitantes del Centro Temático del Palomar de Santoyo, gracias a la cámara que retransmite en directo todo lo que ocurre en su interior.
En cualquier caso, Alejandro destaca las dificultades de los propietarios para mantener en pie este patrimonio y los esfuerzos que tienen que hacer, poniendo dinero de su bolsillo movidos únicamente por una cuestión sentimental porque la rentabilidad es cero y el gasto en su mantenimiento a fondo perdido. «Por eso nadie quiere arreglar palomares», insiste.
Además hay que tener en cuenta que muchas veces estos palomares están en manos de propietarios que ya no viven en el pueblo. En Guaza, por ejemplo, ha sido muy complicado localizar a los propietarios de los palomares que están a punto de fundirse con el paisaje. «El Ayuntamiento ha intentado hacerse con la propiedad de alguno y evitar que desaparecieran», explica Pilar Diez, que apunta que «con pequeñas operaciones de mantenimiento y reparación más de la mitad de los palomares podrían alargar su vida». Eso mejoraría la situación de muchos palomares, el 41,8%, los 117 que están en un estado regular y que podrían pasar a estar en buen estado, concluye la coordinadora del programa.
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