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Araceli Sagüillo, en su casa.
«Si no transmite sentimientos, ¿qué tiene la poesía?»

«Si no transmite sentimientos, ¿qué tiene la poesía?»

Araceli Sagüillo abre hoy la séptima edición de los Encuentros de Poesía de El Norte de Castilla

Fernando Caballero

Martes, 16 de mayo 2017, 10:55

La poetisa palentina afincada en Valladolid es autora de una sólida producción literaria, por la que tiene un lugar preeminente en la poesía castellana y leonesa. Nació en Venta de Baños, pero de niña se asentó junto a su familia en la capital palentina, una ciudad y una provincia a la que todavía mantiene en la memoria, en el recuerdo y en el corazón. Libros como El ático vacío, Trecembre existe, Desde entonces, A la deriva, Lo que nunca se encuentra, La charca de los lirios, Mujer, Tiempo de silencio, Las voces, el poema dramático En la alameda y La música de agua forman un corpus que ahora se enriquecido con Las moiras, su más reciente poemario. Araceli Sagüillo coordina la Viernes del Sarmiento desde el fallecimiento de su fundador, el también insigne poeta palentino Andrés Quintanilla Buey, con el que estuvo casada.

Araceli Sagüillo abre hoy los Encuentros de Poesía de El Norte de Castilla en Palencia. A las 20 horas en la Fundación Caneja.

¿Qué supone Las moiras en su producción poética?

Es un libro escrito en un momento para mí muy importante, que me ha dejado mucha huella. Es un libro inesperado, como surgen todas las cosas. Por desgracia yo tengo muchas desgracias y las afloro siempre en mis escritos. Una persona que vive en el extranjero con la que me comuniqué mucho tiempo me hablaba de las moiras. Me hizo tanto bien todo lo que me decía que el libro surgió de una forma inesperada.

¿Cree que con este libro ha alcanzado la madurez poética?

Todos mis libros son muy similares, porque aflora en mí, sobre todo, el amor hacia la gente que se me ha ido, y las imágenes, muchas veces acaparando alguna idea que se quedó en el interior de mi cerebro. Es lo que surge siempre en los poemarios. Mi poesía es muy intimista, pero creo que tiene trascendencia, es una poesía que puede ocurrir a mucha gente y por eso tiene cierta validez. Estoy muy contenta con este libro y con los demás que he escrito, que son unos cuantos. Tengo la satisfacción de que mi poesía gusta, no sé si será por la fuerza de la madurez. El primer libro, Charca de los lirios, lo escribí a la muerte de mi padre. A partir de ahí, como han sido tantas las desgracias por las que he pasado, yo no puedo escribir de humor. Mi poesía es muy entrañable. Me salen todos los libros en cuanto a sentimiento.

¿Concibe la poesía como una forma de transmitir sentimientos?

Si la poesía no transmite sentimientos, ¿qué tiene la poesía? ¿Letras solo? La poesía tiene que tener sentimientos y la validez lógica de una buena escritura, sea en rima o no sea en rima. La poesía se tiene que leer fácilmente, porque no hace falta retorcer mucho ni las palabras ni las imágenes. La poesía es puro sentimiento y tiene que decir cosas, y mucho, mucho amor a todo, porque la vida, si no tienes ese amor a las cosas, mal te va a pintar.

¿Este amor a la vida es la esperanza que contrarresta a las desgracias que ha vivido?

Yo no he tenido demasiada inclinación hacia una esperanza grande. Lo que ocurre es que si no piensas en algo que creas que es positivo, vivirías fríamente en la vida. Tampoco se me debe achacar en este libro, como se me ha achacado, que soy como Santa Teresa. A Santa Teresa la admiro relativamente, como santa, pero no escribo pensando en ese Dios en el que ella pensaba, ni muchísimo menos. Mi poesía no es eso. Para mí es una obsesión dónde vamos, hacia dónde nos dirigimos. Ahí está la clave de mi obra. No puedo pensar ni en Dios ni en nada. Yo, como Santo Tomás, ver para creer. No puedo escribir pensando en que haya un mundo maravilloso donde alguien me espera, porque tengo que verlo. Cuando lo vea, ya os lo contaré desde allí (se ríe).

¿Esa obsesión hacia dónde vamos tiene, aparte de una clave persona, otra social, hacia dónde va la sociedad? ¿Le preocupa también?

¡Hombre claro! Me ha preocupado muchísimo siempre, porque va unido. La vida es la unión de todo ser humano. çTienes que estar pendiente de todo lo que te rodea. Me duelen las cosas que estoy viendo y soy bastante dura en decirlo.

La revista Sarmiento, después de tantos años, sigue muy viva. ¿A qué es debido?

Este 2017 cumple Sarmiento cuarenta años. Antes de morir Andrés, cuando fundó la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía, me pidió que le ayudara con la revista. Empecé a escribiendo a poetas y haciendo todo lo que hay que hacer para organizar un curso como es debido, muy serio, como a él le gustaba. Muchos poetas venían por él porque conocía a muchos. Ahora, entran en el Sarmiento todos los que escriben una poesía digna para decirla en público. Este año he logrado que entren muchos poetas de Castilla y León, porque hay que estar con lo nuestro, pero también han venido de Canarias, de Italia, expresamente...

Sarmiento recibe también muchos poetas nuevos. Esto es un signo de vitalidad de la poesía, ¿no?

Por supuesto. No siempre son los mismos. Si no es así, no sería un curso agradable. Este año creo que no ha venido ninguno que haya repetido con respecto a años anteriores.

¿Cómo ve el estado actual de la poesía?

Muy loca, muy loca Está loquísima la poesía. No se puede comparar con la poesía que yo conocí cuando nos juntábamos Delibes, Martín Abril Muchísima gente muy seria, que escribía muy bien. Ahora hay que rememorar a estas personas. Se merecen un homenaje.

¿Y por qué cree que la poesía actual está loca?

Hace años, si decías la palabra poetas, te miraban como a un bicho raro. Lo ocultábamos todos, si podíamos. Te ponían hasta motes. Entre los entendidos sí se conocían, pero de cara al público era un tema tabú. Hoy, han surgido estos bares donde se lee poemas o se lee en la misma calle. Esto está muy bien. Lo que ocurre es que hay que valorar esa poesía. Sacarse de la manga un poemita y leerle en público A un poeta que se precie hay que escucharle silenciosamente, en una sala, como Dios manda, porque es cuando le entiendes y adivinas lo que puede ser o no puede ser, pero en la calle, francamente, no sé si agrada o no agrada que se pongan los poetas a leer en la calle o en una esquina. A lo mejor es bonito, yo no lo discuto. A a esos poetas también hay que darles oportunidad, y el que valga, adelante.

¿Los poetas que viven en provincias tienen menos reconocimientos que se ve en una gran ciudad?

En Madrid no lo sé, porque hay de todo, pero en Barcelona es diferente. Andrés Quintanilla, cuando era más joven y estaba en su pleno apogeo de escribir y de ganar premios, le aconsejaron que fuera a Barcelona y marchó una temporada, y le fue bien, porque allí se le entendía. Allí estrenó sus obras de teatro Y allí hubiera hecho algo más, pero finalmente nos quedamos aquí, apegados a la tierra. Y no sé si hicimos bien o mal, pero hemos sido felices. Andrés ha sido muy feliz, la tierra le ha tirado mucho, y así nos ha pintado, no sé si bien o mal, pero ahí está.

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