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fernando caballero
Viernes, 16 de diciembre 2016, 11:16
El profesor de Arte del instituto Las Delicias de Valladolid Arturo Caballero Bastardo ha cerrado este jueves la nómina de conferenciantes de Las Jornadas internacionales en torno a la obra y figura de Victorio Macho con una ponencia en la que estableció la relación del escultor palentino, del que este año se conmemora el quincuagésimo aniversario de su muerte, con las vanguardias.
El docente recordó que existe «una tendencia a considerar que Victorio Macho es un artista castellano, español, realista irreduptible y que su relación con las vanguardias fue inexistente». «Yo pienso que no. Victorio Macho, entre 1920 y 1936 o 1937 está en contacto con lo que ha ocurrido en París, no solo a través de su visita a esta ciudad en 1919, sino especialmente a través de sus dos participaciones en la Bienal de Venecia, donde estaba lo mejor del arte que se estaba realizando en Europa en aquellos años», aseguró el profesor, que es un especilista en el arte palentino, especialmente del siglo XIX y principios del XX ha sido comisario de exposiciones sobre Casado del Alisal, Asterio Mañanos y Eugenio Oliva, entre otras acciones y publicaciones.
Caballero Bastardo aseguró que «ese movimiento difuso que denominamos art déco, que recoge todas las tendencias vanguardistas, es lo que le influye realmente a Macho y con el que se puede establecer algún tipo de vinculaciones».
Arturo Caballero, asimismo, reflexionó, al hilo de las propias palabras del escultor, acerca de su crítica al sistema de las vanguardias, especialmente a partir de la guerra civil española. «Hay que tener en cuenta que los años veinte, que son los de la explosión de ese eclecticismo de art déco, dan paso a la resaca de la gran depresión, y que en los años treinta se plantean tres caminos fundamentales para las obras de arte. Uno es continuar el sistema de vanguardia, como pudo hacer el surrealismo; otro es vincularse a los movimientos retardatarios que están defendiendo el nacionalsocialismo alemán y el comunismo soviético y finalmente hay un grupo de escultores que retornan a la realidad, buscando la inspiración y una salida a ese impás en el que se encuentran», detalló el profesor, para concluir que Victorio Macho se encontraría en este tercer grupo.
Para él, el tránsito no fue difícil puesto que algunas de sus mejores obras la había realizado ya en 1920, que es el sepulcro de su hermano Marcelo, el retrato que realiza de su madre y el de la Pasionaria, «que son los elementos mas significativos de este retorno al realismo», según se expresó Arturo Caballero Bastardo.
El profesor se refirió también a la segunda gran etapa vital y artística de Victorio Macho, la que inició en 1939, al término de la guerra civil, cuando marchó a Hispanioamérica, donde desarrolló una gran labor creativa como constructor de grandes monumentos. «Lo que ocurre a partir de su marcha a Hispanoamérica es otra historia. Se produjo una cierta decadencia estilística, un desgajamiento de sus fundamentos artísticos y una ruptura de su creatividad. Esto no quiere decir que en algunos momentos no puedan aparecer hallazgos felices en algunas de sus esculturas, sobre todo en detalles y en figuras femeninas, pero desde el punto de vista de la creatividad, no tiene nada que ver con los grandes ejemplos de su actividad plástica anterior, entre lo que se puede citar también el propio Cristo del Otero o el monumento a Ramón y Cajal, que son dos hitos de su madurez como artista», señaló Arturo Caballero.
Para el ponente, a Victorio Macho estilísticamente le acercan a las vanguardias «una simplificación de los volúmenes en algunos de los sepulcros, que terminan convirtiéndole, como en el del poeta Tomás Morales, casi en una experiencia cubista, y desde el punto de vista actual, casi un minimalismo en cuanto a sus planteamientos y conceptos».
Asimismo, el escultor palentino se aproxima a los movimientos vanguardistas «una serie de estilemas que pueden aparecer en obras de art decó». «Son elementos que tienen que ver con sinuosidades, con meandros, que se utilizan generalmente con fines ornamentales, y esta es una concepción no tanto en las esculturas en sí mismas, sino en todo lo que las rodea. Por ejemplo en el monumento a Cajal, el rostro tiene un realismo absoluto y los elementos ornamentales son los que guardan esos puntos de contacto con las vanguardias», concluye el profesor.
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