Los servicios de emergencia revisan el tren accidentado.

Villada recuerda la tragedia

El 21 de agosto de hace diez años un tren descarriló al entrar en la localidad palentina y dejó siete muertos y más de un centenar de heridos

Ricardo s. rico

Domingo, 21 de agosto 2016, 12:04

Todo empezó a botar, el techo se vino abajo y el vagón se convirtió de repente en una nube de polvo y hierro por todas partes». Isabel Castañeda, pasajera del coche 23, el primero de viajeros tras la máquina locomotora, volvió a nacer el 21 de agosto de 2006, hace hoy justo diez años. Ella tuvo suerte, esquivó una muerte a la que no pudieron sortear siete personas: el cooperante burgalés Julián Campo, primo del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera; José Manzano, también cooperante burgalés que viajaba con Julián; Estanislao Rodríguez y María Luisa López, matrimonio que vivía en el País Vasco pero natural de Monforte de Lemos (Lugo); Antoni Fernández, de nacionalidad

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Dos años para el maquinista por siete homicidios imprudentes

  • «Yo también he perdido mucho, yo también tuve el accidente». Lo dijo José Luis P. G., el maquinista del tren que descarriló en Villada, durante el juicio el 10 de noviembre de 2009. El conductor, de 50 años en ese momento y natural de León, reiteró en la vista oral, que duró cinco días, que el sistema «falló», si bien el Juzgado de lo Penal le condenó a dos años de cárcel como autor de siete delitos de homicidio por imprudencia grave profesional y de 86 delitos de lesiones también por imprudencia grave profesional.

  • Esa sentencia llegó el 21 de abril de 2010, y el 10 de diciembre de ese mismo año fue confirmada por la Audiencia Provincial de Palencia de forma íntegra.

francesa; la joven Mercedes Fernández y, por último, su novio Diego Fernández, que murió en el hospital Clínico de Valladolid tras semanas hospitalizado.Todos viajaban en el tren Intercity 280 que cubría el trayecto entre La Coruña y Vigo con Bilbao y Hendaya y que, a las 15:52 horas, descarriló cuando circulaba a la altura de Villada, tras comenzar a dar banzazos el primero de los seis vagones hasta salirse de la vía y chocar contra un pilar del puente de la carretera P-931 que une Villada y Becilla de Valderaduey (León). En un macabro acordeón, las siguientes unidades del convoy se empotraron unas contra las otras, dando lugar a uno de los accidentes ferroviarios más graves en la región desde la década de los años 80.

Entre los 426 pasajeros del tren, en número importante peregrinos del Camino de Santiago que volvían a sus localidades de origen tras haber finalizado la ruta jacobea, se contó además un centenar de heridos, con quienes se volcó todo el municipio de Villada y también la fábrica de Facundo, anexa a la estación de ferrocarril y donde se dispuso un hospital de campaña en el que se practicaron los primeros auxilios médicos. «Hicimos lo que pudimos», relataba ese fatídico día uno de los empleados, Ignacio Escobar, presa del «caos total» que reinaba antes de la llegada de los servicios médicos.

A la localidad de Villada llegó por la noche la por entonces ministra de Fomento, la socialista Magdalena Álvarez, que atribuyó el accidente al exceso de velocidad y anunció que en 48 horas se conocerían todos los detalles del suceso.Efectivamente, el 24 de agosto, el Ministerio hacía público el informe sobre las causas del descarrilamiento realizado por expertos de la Dirección General de Ferrocarriles, Renfe y Adif a partir del análisis de los registros de la locomotora, del Centro de Control de León y de la propia estación, que concluía que el factor humano provocó el accidente, al no fallar los elementos técnicos.

El tren circuló a 125 kilómetros por hora en la vía desviada, cuando la velocidad prescrita para esa situación según la normativa vigente es de 30 kilómetros por hora. La investigación descartaba otras causas del siniestro porque «hasta el momento no se han encontrado indicios de deficiencias técnicas ni en la infraestructura ni en el material rodante». La secuencia de instrucciones emitida desde el puesto de mando de León a la estación de Villada revelaba que el sistema de seguridad Asfa código de señales fijas que se activan desde el centro de control y a las que se responde desde el tren indicaba «anuncio de precaución». Una advertencia que va acompañada de un aviso acústico y luminoso que el maquinista «debe reconocer presionando un botón, e inmediatamente iniciar el frenado», recordaba el Ministerio de Fomento, que incidía en cómo, si no lo hace, se activa de una forma inmediata el dispositivo de frenado automático.

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La lectura del registrador estático de la locomotora, la caja negra, recogió que el maquinista reconoció el aviso al pulsar el botón, pero no redujo la velocidad a los 30 kilómetros por hora que especifica el Reglamento General de Circulación siempre que la señalización indique anuncio de precaución, y entró en la estación de Villada a 125 kilómetros por hora.

En esa estación, con presencia de nuevo de la ministra, se inauguró el 4 de septiembre de 2007 un monolito para recordar a las siete víctimas obra del artista local Urbano González. Un monolito que aún perdura, como el recuerdo de todo un pueblo.

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