fernando caballero
Jueves, 2 de junio 2016, 23:25
El salón de actos de la Fundación Juan Manuel Díaz-Caneja ha acogido este jueves la tercera y última sesión del ciclo literario dedicado a la poesía con un recital del barcelonés José Corredor-Matheos, que leyó su poesía desnuda y despojada de toda retórica, unos versos que buscan la belleza a través de la esencia de la palabra. Corredor-Matheos llegó a Palencia con dos de sus libros y unos papeles bajo el brazo. Los libros son Desolación y vuelo, que reúne su poesía entre 1951 y 2011, Sin ruido, su, hasta ahora, último poemario. Los papeles contenían los versos inéditos con los que cerró el recital.
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Carlos Aganzo, poeta y director de El Norte de Castilla, presentó a Corredor-Matheos como «un puente de muchas cosas y que une mundos muy diferentes en su poesía». Además de poeta, Aganzo destacó su dedicación a la crítica de arte, a la traducción y a la edición. «Junto a Gamoneda y Valente, cultiva una gran poesía que va más allá de la poesía, que trasciende la propia palabra», aseguró, para puntualizar que el poeta barcelonés destaca por «su manera en la que entra en el más allá».
El VI Encuentro con la Poesía, en el que han intervenido Carmen Alvarez, Blanca Sarasua y José Corredor-Matheos, fue clausurado por el alcalde de Palencia, Alfonso Polanco, que destacó la apuesta de El Norte de Castilla, organizador del ciclo con el patrocinio del Ayuntamiento, por la cultura y la poesía, una apuesta que se traslada a la propia ciudad.
Polanco agradeció a Corredor-Matheos su intervención «porque nos ha transmitido muchos sentimientos, que es lo que es la poesía». El regidor destacó «la calidad, calidez, sentimiento y mucha pasión» que caracterizó la intervención de poeta barcelonés.
El alcalde estuvo acompañado por la concejala de Cultura, Carmen Fernández Caballero.
Tras definir a Corredor-Matheos como «el representante de la escritura en castellano en Barcelona», el poeta invitado arrancó su intervención con dos referencias palentinas. La primera fue su recuerdo a Barruelo de Santullán, pueblo norteño en el que nació su madre, porque el abuelo era jefe de oficina de transporte ferroviario. La segunda referencia palentina tuvo un nombre propio, el pintor Juan Manuel Díaz-Caneja, en cuya fundación se desarrollan los Encuentros con la Poesía de El Norte de Castilla, que se celebran con el patrocinio del Ayuntamiento de Palencia. Ambos se conocieron en una exposición en Madrid y ambos tienen algo en común: «Mi poesía aspira a lo que él aspiraba, la desnudez, eliminando lo que sobra, y Caneja lo consiguió en sus cuadros».
Y esa poesía desnuda es la que mostró a los palentinos con la lectura de textos de libros desde Carta a Li Po, que constituye un diálogo entre el barcelonés y el autor chino Li Po, de la dinastía Tang, que le introdujo en la literatura esencialista. De este libro recitó el primer poema («Me duele estar así; / no estar muerto del todo, / no estar del todo vivo»). De Jardín de arena leyó varios poemas, algunos en prosa, para pasar a las canciones que dedicó a sus nietas Judit y Marta al cumplir un año.
José Corredor-Matheos cultiva desde la juventud el soneto, un género que no ha olvidado y que incluso ha hecho evolucionar con sus versos partidos, de los que leyó dos ejemplos, así como un poema dedicado a un perro, un tema frecuente en su obra, según reconoció. Sobre el que arranca con los versos «Pocas cosas despiertan / mi alegría / como el brincar gozoso / de algún perro / que me ha salido al paso», contó que en su pueblo natal, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), lo leyó delante de un animal al que su dueño levantó en brazos. «Creo que se enteró del poema», dijo el poeta refiriéndose al animal.
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El recital estuvo salpicado de reflexiones, como que «la poesía es un fracaso, porque el poeta aspira a decir lo indecible». «El poeta no encuentra las palabras adecuadas para expresar lo que siente. Trata de decir lo que no puede ver y lo que no puede percibir de verdad. El verdadero poeta es el que sabe decir con palabras ese fracaso», apostilló entre los poemas de El don de la ignorancia.
La lectura de este poemario terminó con dos textos escritos en la abadía de Montserrat, de cuyo museo es asesor. Uno lo escribió mientras escuchaba las completas y el otro, en el jardín del monasterio.
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De su último libro, Sin ruido, leyó también varios poemas. En uno de ellos, el dedicado a la memoria de su padre, no pudo evitar una emoción que le llevó a sollozar.
José Corredor-Matheos concluyó su intervención en la Fundación Díaz-Caneja con poemas inéditos o que, publicados en revistas, nunca había leído en público. Textos que homenajean a sus amigos el artista José Hernández «que pinta manchas luminosas», dijo o el también poeta Francisco Brines, escrito cuando le esperaba en un hotel del pueblo natal del valenciano para ir junto a un recital. Fue en ese momento cuando volvió a reflexionar sobre la poesía: «El poema sale cuando no le buscas. El poema es un acto de obediencia, no de voluntad, es el resultado de lo que ha germinado y fructificado».
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