nuria estalayo
Jueves, 26 de mayo 2016, 06:28
Quien no conozca Santa Cecilia de Vallespinoso se está perdiendo uno de los monumentos más sensacionales de la provincia palentina. Se alza esta ermita románica sobre una peña, un emplazamiento realmente llamativo y hermoso. El excepcional edificio, de fines del siglo XII, fue declarado Bien de Interés Cultural hace más de seis décadas. Ayer miércoles hizo 65 años de esta declaración, según se constata en la base de datos del patrimonio protegido del Ministerio de Cultura.
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La fecha de la declaración tuvo lugar el 25 de mayo de 1951, publicándose en el boletín el día 7 del mes posterior. Sin lugar a dudas, dada su belleza y peculiar arquitectura, una visita a este edificio a nadie podría defraudar. Y naturalmente enamorará a aquellos provistos de un espíritu sensible. El desaparecido profesor cántabro Miguel Ángel García Guinea, eminente arqueólogo e historiador, gran conocedor del románico palentino, consideraba esta edificación como «uno de los mayores aciertos del arte, paisaje, y la poesía, juntamente».
Fácil es llegar a este alegórico lugar desde Aguilar de Campoo, ya que la pedanía de Vallespinoso se encuentra a nueve kilómetros de la principal localidad de este municipio norteño al que pertenece. Atravesando el pueblo, uno se tropieza primero con la iglesia parroquial gótica del siglo XVI, dedicada a San Julián y Santa Basilisa. Pero continuando camino hacia el oeste, a las afueras de Vallespinoso se divisa Santa Cecilia, sorprendente siempre y más en la primera visita desvelando su emplazamiento sobre la roca. En el lado posterior del templo, está situado el cementerio de la localidad, y a sus pies, un manantial. Según se lee en los textos del historiador César del Valle, incluidos en la guía sobre la antigua Merindad de Aguilar de Campoo, el exterior de Santa Cecilia de Vallespinoso «representa una gran belleza gracias a su equilibrada cabecera y al enigmático husillo».
De igual forma, en el libro editado por la Fundación Santa María la Real se ensalza la decoración escultórica de la portada, la cual se halla embellecida con la ornamentación de sus seis arquivoltas y por la talla de sus capiteles y jambas. En su fachada destacan las escenas figurativas, como son el avaro con la bolsa colgada al cuello, San Miguel pesando las almas, las tres Marías ante el sepulcro vacío de Cristo, y los animales fantásticos, como grifos o centauros.
Dragones y arpías
Despuntan sobremanera los frisos que franquean los capiteles, apreciándose cómo se intercalan motivos vegetales con temas historiados (dragones, guerreros, centauros, arpías o personajes con vestimenta monacal). A la derecha de la portada, resaltan las nueve personas que allí se muestran, interpretadas como la representación de algunos meses del calendario. «Tema excepcional con pocos antecedentes en piedra, más comunes en la pintura», aclara la guía de la merindad.
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En el interior de la iglesia de Vallespinoso, llama la atención el arco triunfal que se apoya sobre dos columnas que soportan capiteles decorados con escenas bíblicas (Sansón desquijando el león) o mitológicas (una lucha de dos grifos). En Los pueblos de Aguilar de Campoo, guía editada por el ayuntamiento aguilarense, refiriéndose al interior de esta joya del románico, destaca «la elegancia y sobriedad del reducido conjunto sacro». Dentro de la ermita, se ven dos retablos barrocos, entre los que destaca el mayor con relieves sobre la vida de Jesucristo. Igualmente, se podrá observar la imagen gótica de alabastro de Santa Cecilia.
Del mismo modo, se detalla en el libro que el maestro arquitecto al diseñarlo demostró una lucida originalidad adaptando el conjunto constructivo a los desniveles del terreno. Por esta razón, el presbiterio y ábside quedan más elevados con respecto a la nave, comunicándose ambos espacios por medio de una escalinata. También, se afirma en esta segunda guía redactada por el escritor Gonzalo Alcalde, que «ningún edificio románico provincial ofrece mayor y mejor muestra de ornamentación de este estilo en menor espacio y superficie constructiva».
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Innegablemente, una excursión pendiente para quien no haya estado en este pintoresco «lugar situado en el valle de los espinos». Y el viajero deberá recordar que como en muchos pueblos de la zona, podrá visitar el interior de la ermita que tiene su puerta habitualmente cerrada, preguntando por la llave entre los vecinos de esta población de 28 habitantes (según el INE).
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