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Jesús de Medinaceli, en andasm antes de entrar en la catedral.
Palencia se prepara para la Semana Santa

Palencia se prepara para la Semana Santa

Las cofradías dedican el Vía Crucis cuaresmal a los más desfavorecidos y débiles de la sociedad

fernando caballero

Sábado, 13 de febrero 2016, 23:01

La ciudad de Palencia ya se prepara para la Semana Santa, y este sábado lo hizo con un Vía Crucis que anuncia el camino cuaresmal, que organiza la Hermandad de Cofradías Penitenciales. Un acto que, como recordó al inicio el delegado diocesano de Cofradías y Religiosidad Popular, Raúl Muelas, se celebró por primera vez en 2013 con motivo del Año de la Fe que convocó Benedicto XVI. Aquel año, 16 pasos llenaron de devoción cofrade la plaza de la Inmaculada. Desde entonces, la celebración de un Vía Crucis constituye, el primer sábado de Cuaresma, el inicio del camino hacia la Semana Santa, el primer gran acto que organiza la Hermandad de Cofradías preparatorio del ciclo penitencial palentino.

Salvo el primer año, en este Vía Crucis participan dos pasos, una representación de Cristo y otra de la Virgen María. Ayer lo hicieron Nuestro Padre Jesús de Medinaceli y Nuestra Madre Dolorosa, dos imágenes muy queridas y visitadas que se veneran en las iglesias de San Miguel y San Francisco, respectivamente. Ambas tallas desfilaron en andas por primera vez, ya que en las procesiones de Semana Santa lo hacen en carroza, el Cristo en la procesión del Prendimiento, el Martes Santo, y la Virgen en la de la Soledad, el Sábado Santo. La escena de los dos pasos en andas resultó ayer, pues, inédita.

Las dos tallas salieron de sus respectivos templos por separado, arropadas por las cofradías, que se dividieron, pero se juntaron en la plaza de la Inmaculada para acceder al interior del templo en una sola procesión, arropadas por las agrupaciones musicales de la Vera Cruz y Padre Nuestro.

La ceremonia en el interior de la catedral, con los estandartes de las nueve cofradías detrás del altar, se inició con una celebración de la palabra, en la que el administrador diocesano, Antonio Gómez Cantero, pronunció una breve homilía en la que recordó el origen histórico del Vía Crucis y el sentido que tiene en la vivencia cristiana «Este camino no tiene sentido sin la esperanza que nos conduce al sepulcro vacío», aseguró, para invocar a la cruz «como un compromiso de liberación».

El Vía Crucis se desarrolló partiendo de la nave del Evangelio, donde se encuentran las representaciones de las catorce estaciones. La imagen de Jesús de Medinaceli estuvo arropada en el recorrido por los hermanos mayores de las cofradías y por el administrador diocesano y el resto de los sacerdotes que concelebraron el acto. En la estación cuarta, la que representa el encuentro de la madre con su hijo, esperaba Nuestra Madre Dolorosa, que posteriormente desfiló detrás del Medinaceli.

Los textos que se leyeron, además mostrar el relato de la Pasión a través de los evangelios, recordaron a las personas más desfavorecidas y débiles de la sociedad a través de doce oraciones dedicadas a un joven drogadicto, a una inmigrante, a una joven adolescente embarazada, a una madre, a un preso, a un torturado, a una misionera, a una mujer discriminada, a un enfermo, a un pobre, a un parado y a un anciano. Las otras dos plegarias que completan las catorce estaciones del Vía Crucis se dedicaron una a la Virgen María y la otra fue una oración personal.

Los toques del tararú marcaron el paso de una estación a otra. El canto de la Salve cerró el acto, tras el cual las imágenes de Jesús de Medinaceli y Nuestra Madre Dolorosa regresaron a sus respectivas iglesias de San Miguel y San Francisco.

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