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Fernando Caballero
Sábado, 6 de febrero 2016, 13:18
La Calle Mayor de Palencia acoge desde ayer una excelente exposición de Joan Miró, uno de los grandes artistas de las vanguardias internacionales de principios del siglo XX. Aunque la exposición reúne obra gráfica, Joan Miró aparece con todo el clasicismo del surrealismo que cultivó, abstracto, cargado de signos y de elementos gráficos aparentemente infantiles, pero con una potente fuerza plástica y muy reconocibles como creación suya. Estas piezas documentan muy bien su producción, con las líneas marcadas en negro, los colores clásicos suyos el rojo, amarillo y azul, aunque también incluye el verde, las estrellas, los círculos...
Salvo la denominada Rey Ubú, de 1966, todas las piezas están fechadas a partir de 1970.
El galerista Roberto Juarraz, que presentó ayer la exposición, señaló que en 1966 Miró expuso en Tokio y en Kioto. «A partir de ese momento, su obra empieza a tener una vinculación muy fuerte con los haykus japoneses, es decir con una poesía muy esquematica. Estos elementos los comienza a introducir en su pintura, modifica el concepto que él tiene de la obra. Esquematiza sus obras y con una economía de medios consigue crear un lenguaje bastante potente», explica Juarraz. Un ejemplo de estas obras esquemáticas es la serie Lapidari, de la que se expone una obra.
La selección realizada incluye piezas de todos los estilos y formatos para buscar el «eclecticismo», según Juarraz. El galerista destaca la serie Miró escultor, formada por siete piezas, de las que se imprimieron 1.500 ejemplares.
Los grabados constatan la vinculación de Miró con diferentes escritores, como Joan Brossa y Joan Prats.
Los 17 grabados también se pueden contemplar tres esculturas son aguafuertes, litografías y serigrafías.
Algunas piezas tienen un significado especial y de singularidad. Rey Ubú, por ejemplo, es una prueba en color, con el monografiado en la firma solo rubrica con la m y no con las letras completas del apellido del artista. La obra de la serie Lapidari se trata de lo que en el mundo del grabado se llama BAT (bueno para tirar, de la traducción en francés), que consiste en las primeras estampas que se realizan antes de lanzar la edición final. «El taller tira pruebas de estado, hasta que el artista dice ahora, y esa es la que firma el artista y coloca las palabras BAT, y partir de ahí se lanza la edición comercializable», según la explicación de Juarraz.
El galerista destaca que Miró realizó mucha obra gráfica. «Picasso y Miró fueron los artistas de las vanguardias históricas de principios de siglo que más obra gráfica realizaron, y ahí radica su importancia. La calidad artística prima por encima de cualquier otro aspecto, pero al editar tanta obra gráfica ellos consiguieron que se distribuyese mucho su obra por todo el mundo, que a mucha gente le importase que fueran conocidos y sus precios empezaron a subir mucho, porque en el coleccionismo, cuando hay obra disponible, se puede comprar; si no lo hay, es muy difícil. Para que un artista sea conocido, tiene que tener una fuerte producción», señala el galerista.
La obra de Joan Miró, como se puede comprobar con esta exposición, se mantiene en el mercado, y muy cotizado. «Según diferentes medios especializados, de cada cien euros invertidos en el año 2000 en Miró, ya sea en obra gráfica, lienzos o dibujos, e incluso cerámica, en octubre de 2014 ya ha subido a 165 euros», señala Roberto Juarraz.
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