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El párroco de San Miguel, Donato Gómez, bendice las mascotas.
San Antón protege a las mascotas

San Antón protege a las mascotas

Decenas de animales y sus dueños desafían al frío para buscar la protección del patrón

fernando caballero

Domingo, 17 de enero 2016, 22:23

El frío no impidió este domingo que decenas de mascotas recibieran la protección de San Antón o San Antonio Abad, patrón de los animales, además de otros colectivos: los tejedores de cestas, los fabricantes de cepillos, los carniceros, los enterradores, los ermitaños, los monjes, los porquerizos y los afectados de eczema, epilepsia, ergotismo, erisipela y enfermedades de la piel en general. La plaza de San Miguel rebosaba de mascotas y de cientos de personas, entre dueños, curiosos y feligreses que salían de la misa.

Perros los más numerosos, gatos también muchos, pájaros lo mismo, caballos, conejos, peces, un hurón... Decenas de animales que soportaron el frío muchos de ellos con prendas hechas a la medida y la muchedumbre para desfilar muy cerca de la puerta de la iglesia y recibir la bendición de San Antón, que estuvo a cargo del párroco de San Miguel, Donato Gómez, al que acompañaban el alcalde, Alfonso Polanco, junto a algunos concejales, y miembros de la cofradía de San Antonio Abad, así como de la del Dulce Nombre de Jesús.

Los actos arrancaron con una misa en San Miguel, que dio paso a la bendición de las mascotas. El párroco bendijo a los más pequeños frente al templo de la torre medieval, aunque al concluir la fila se acercó a los más grandes, especialmente a los caballos para rociarles con agua bendecida. San Antonio Abad es el patrón y protector de los animales porque enterró, con la ayuda de dos leones y otras especies, al anacoreta Pablo el Simple.

Julio José Rey Marcos es el dueño de Monchito, un conejo que el único día que sale de casa es el de San Antón. Lo tiene desde hace siete años «porque es una mascota diferente», explica. Por la noche, el animal duerme en su jaula, pero por el día permanece suelto por la casa, «y nunca se ha escapado», apostilla.

Aurora Rubio tiene un gato que también pertenece a una especie poco habitual, aunque no sabe cuál. Lo lleva a San Miguel para ser bendecido, «porque es una tradición». También porque Aurora sabe que a los niños les gusta ver este día tantos animales juntos. Pipo, que es como se llama el minino, «no se asusta», según reconoce satisfecha su propietaria.

En el bestiario en que se convirtió la plaza de San Miguel, como todos los años en esta jornada, hay historias, muchas historias, de personas solitarias que buscan la compañía de estas mascotas o de familias que quieren a sus hijos felices y no dudan en regalarles una. Otros poseen animales por razones tan variopintas, como la de Francisco Alonso Furones, que se presentó con cuatro soberbios perro que presenta habitualmente a concursos de belleza. Ayer no estaban peinados ni preparados para competir. «Los perros es una afición que tengo desde que era pequeño y que ahora he trasmitido a mi hijo», explica con las dos manos soportando los tirones de los cuatro canes, una pareja de akitas americanos y otra de eurosier, algunos de ellos con importantes premios en prestigiosos certámenes.

Pero la jornada de este domingo no solo era doblemente festiva para los dueños. Una joven propietaria de dos dálmatas ya está acostumbrada a que le digan que faltan 99 para tener los 101 de la popular película de la factoría Disney se muestra crítica con el tratamiento que la ciudad da a los perros. Myriam Pierrad se queja de que el parque específico para estos animales en el Sotillo tiene algunas deficiencias, como que los juegos a veces provocan heridas en los canes, hay poca iluminación o que las ramillas que se caen de los árboles acaban pinchadas en los pies. Pierrad reclama un espacio similar en el parque Ribera Sur, y también se queja de que los dueños son castigados con demasiadas multas.

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