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Julio Justo de la Rosa, en la presentación de su libro.

«No hace falta ser guapo y atlético, la felicidad depende solo de nosotros»

Julio Justo de la Rosa, autor de ‘Que no te acojone la vida’, trata con su libro de ayudar a superar dificultades

J. Olano Olazabal

Lunes, 23 de noviembre 2015, 13:24

No es una biografía, no es un libro de autoayuda, no es una novela. Es las tres cosas a la vez. Que no te acojone la vida es el título de la segunda obra de Julio Justo de la Rosa (Dueñas, 1957) el primer libro fue Baloncesto en silla de ruedas, una historia diferente, que sufrió el ataque de la polio a los once meses de vida. Pasó su infancia en hospitales sufriendo numerosas intervenciones. En su adolescencia, en una operación de columna, estuvo a punto de morir, y eso cambió su vida. Se lanzó a aprovechar el tiempo y a vivir la vida a pesar de las adversidades. Basándose en mecanismos de control de la mente para reconducir su vida, ha sido cantante de folk, político (secretario provincial de Tierra Comunera en Valladolid), jugador de baloncesto en silla de ruedas, organizador de eventos, empresario y escritor, entre otras actividades. Pero sobre todo es feliz, como transmitió el viernes en la Biblioteca Pública durante la presentación de su libro (a la venta en las librerías Del Burgo y Mentor, en Palencia). «Vivo en silla de ruedas y a veces tengo dolores que no me permiten hacer todo lo que quiero, pero completamente feliz, esperando a ser pronto abuelo», afirma.

Dice que su libro no es ni una novela ni una autobiografía ni un libro de autoayuda...

He pretendido utilizar todo el bagaje de mi vida para transmitir al resto de la gente que a pesar de la discapacidad, se puede llegar a ser feliz. No hace falta que seamos guapos, atléticos y tener éxito para ser felices. Porque la felicidad no depende de los agentes externos, solamente de nosotros. Desde luego no es un libro para discapacitados, es para todos aquellos que quieran prepararse para ser felices y superar cualquier dificultad que se encuentren en la vida.

¿Qué mensaje quiere transmitir fundamentalmente?

Entre las personas que han tenido dificultades similares a las mías, muchas no remontan el vuelo. Hay quienes se quedan en la estacada por un accidente de tráfico o por una enfermedad. Pero todo pasa, todas las circunstancias negativas se pueden superar y uno puede ser más feliz incluso que en la etapa anterior. Sí me gustaría decir a quienes no tienen ningún problema de estas características que tengan en cuenta que la salud y la vida dependen de 30 segundos. En ese lapso de tiempo, la vida puede cambiar radicalmente y hay que estar preparado para seguir viviendo. La vida no se acaba por ningún trauma que nos ocurra tanto físico como emocional, porque un divorcio o la muerte de un ser querido también son golpes muy duros.

Aunque quede un poco frívolo mejor aplicar entonces el carpe diem...

Tengo un decálogo que he utilizado para superar las circunstancias adversas y uno de ellos es que no debemos culparnos de lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado y tampoco preocuparnos por el futuro, porque lo único que podemos y debemos hacer es vivir el presente.

¿Se trata de intentar ser felices con lo que tenemos?

Tampoco es resignación. Se trata de aceptar las circunstancias, luchar contra ellas si son malas y ponerse malos a la obra para pensar que también una mala situación nos puede enseñar, sobre todo a tirar para adelante como sea.

¿La época que a usted le tocó sufrir la discapacidad fue más difícil que si le ocurriera ahora?

No cabe duda de que la época, la familia en la que creces, la situación geográfica en la que hayas nacido determinan las características de un problema. Pero la solución es la misma, y es que hay que hacer que el pensamiento trabaje a nuestro favor. Si nos pasamos gran parte de la vida pensando negativamente, el resultado va a ser negativo. Lo que tenemos que hacer es cambiar nuestra forma de pensar.

Así que hay que aplicarse en el control de la mente...

Cuando la vida te da un golpe fuerte, no puedes regodearte en la desgracia que te ha sucedido, porque eso lo único que hace es llevarte a depresiones y estados de ansiedad. Pero si aceptas lo que ha pasado, luego puedes ver que ahora tienes oportunidades que incluso antes no tenías aunque otras las hayas perdido. Y con eso hay que vivir.

Parece usted un coaching de los que están tan de moda...

No tengo ningún título, solo he intentado ser el mejor entrenador pero para mí. Lo que intento es transmitir a los demás que cualquier persona puede ser feliz, porque yo lo soy a pesar de las circunstancias que me han tocado vivir.

¿Que alguien viva amargado porque trabaja mucho o porque cobra poco es para usted casi un insulto?

En el decálogo que yo aplico para ser feliz, está siempre el inicio de proyectos nuevos. Una persona disfruta más preparando sus vacaciones, pensando en lo maravilloso que es el hotel situado en primera línea de playa que realmente el tiempo en el que va a estar de vacaciones. La felicidad está en el camino, más que en la llegada a un punto. Como los montañeros, que se pasan un año preparando una escalada para luego pasar quince minutos en la cumbre. Pero eso merece la pena, porque han sido felices proyectando todo eso.

Yeso es aplicable a cualquier aspecto de la vida...

Son claves que nos deberían enseñar en el colegio, como las leyes de Newton o el teorema de Pitágoras. Lo que pasa es que nuestra sociedad se centra en lo material, pero a los niños deberían enseñarles que deben vivir el ahora, no crearse expectativas, aceptar los problemas para poder superarlos. Se trata de leyes que sirven igual para el deporte que para el periodismo que para cualquier aspecto de la vida, porque es una forma de pensar que tiende a hacerte feliz. Porque la mente es tan poderosa que puede llevarte a la felicidad o al desastre.

Es un mensaje estoico que puede parecer hasta frío...

Soy totalmente apasionado, todo lo que hago lo hago con pasión. Si no, nada funciona. Tenemos que intentar estar siempre haciendo algo. No podemos quedarnos anclados en un trabajo, en la misma casa, en el mismo punto de la vida. Tenemos que llegar a los 80 ó 90 años habiéndolos vivido, no 80 ó 90 veces el mismo año. Nada de sentarse en el sillón y esperar a que pase la vida.

¿Que no te acojone la vida, el título de su libro, es la máxima con la que hay que vivir?

Es que realmente vivimos acojonados. Nos acojonan los índices macroeconómicos, los microeconómicos, el jefe, el vecino que no nos saluda, la amiga que nos mira con envidia, la crisis, el terrorismo, todo nos hace tener miedo y si se vive con miedo, no se vive. Para ser feliz hay que vencer a los miedos, saliendo a la calle y respetando a los demás.

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