Arte para la naturaleza

Eduardo Martín Sánchez es un abulense de San Esteban del Valle que reside en Palencia desde hace 24 años. Este enclave originario y su condición de funcionario del Servicio Territorial de Medio Ambiente se han unido a su capacidad creativa para configurar su perfil de escultor, que en la sala Don Sancho se presenta hasta el 30 de septiembre con una amplia colección de obras.

Vinculado al grupo Muriel, Eduardo Martín es un escultor de la naturaleza en una doble vertiente: por el uso de madera, sobre todo la de nogal y la de ciprés, como materia prima exclusiva, y por la temática que aborda, especialmente la fauna. La sala que gestiona la Diputación se ha convertido en un bestiario de obras de arte: la ardilla, el halcón, el lagarto, el caballo, el águila, el oso, la lechuza, el búho, el gato montés, el lobo, el buitre, la bastarda, el lagarto, el caracol

El escultor realiza de todos ellos un retrato fiel, proporcionado y con conocimiento de su anatomía, pero además, ha buscado momentos significativos de su comportamiento, como las actitudes depredadoras, de procreación y de desarrollo del instituto de supervivencia. Eduardo Martín asume un papel más allá de la mera estampa, de la pose, de la figura Los animales se exhiben no solo como seres que generan una belleza en sus formas cuando permanecen quietos o en movimiento, especialmente las aves con las alas desplegadas.

Martín Sánchez ofrece un bestiario que entronca su obra con la naturaleza como motivo central. El artista observa la naturaleza y luego la retrata, a través de escenas de fauna amables y no tan amables, escenas tiernas y cargadas también de crudeza, pero nunca ajenas a la realidad, incluido el boletus a punto de ser pisado por un pie destructivo, en un guiño al simbolismo que también se percibe en otras obras, como Nacer, en la que una figura humana surgen de un tronco que se abre en dos mitades o un martillo que dicta sentencia sobre una bola del mundo, lo que se puede interpretar como una reprobación por los vicios y prácticas que perjudica el medio ambiente del planeta. En esta misma línea, y con un mensaje más explícito, se encuentra Tierra herida, escultura en la que una flecha atraviesa la bola del mundo. Dos obras estas últimas que añaden un componente de denuncia que tiene toda la credibilidad de quien profesionalmente se dedica a la protección del patrimonio natural.

Un mensaje más positivo se puede ver en Pirámide ecológica, una estructura vertical con todos los símbolos de la madre naturaleza rematada por el busto de una mujer; o en la obra Hucha, una pieza en la que depositar los buenos deseos para la madre naturaleza.

La figura humana tiene nombre de campesino, campesina, pastor o guarda forestal, obras en las que el autor busca también un retrato fiel y con una clara vocación documental, aunque también se localiza un ser imaginario, de nombre Naturo, príncipe de la naturaleza, que quiere convertirse en una especie referente mitológico en torno a esa madre naturaleza que el autor ama y retrata.

La labor de escultor de la madera se manifiesta también en la creación de escudos o en la talla de cajas artesanales decoradas con diversidad de motivos y en diferentes tamaños.

La exposición se completa con tres piezas de temática religiosa: un, cómo no, San Francisco de Asís rodeado de animales; un trabajado belén en forma de tríptico elaborado en una sola pieza de madera y un busto del San Rafael Arnáiz, con el que Eduardo Martín busca acercarse a la sonrisa que caracteriza la iconografía más verídica del santo trapense que falleció en San Isidro de Dueñas, y al que no le falta la característica cogulla con la que se revisten los monjes blancos.

El escultor conoce muy bien la madera de nogal y de ciprés, sus recursos y posibilidades, tanto en la forma como en el color, a través de los nudos y de las vetas, pero también desarrolla con inteligencia la talla, la perforación, los huecos, los volúmenes y la textura, siempre con un planteamiento figurativo.