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SAMUEL GARCÍA GIL
Domingo, 13 de septiembre 2015, 13:38
El silencio, tan solo interrumpido por el tránsito ocasional de vehículos en la carretera contigua, se adueña de la Laguna de la Nava. Septiembre no es el mejor momento del año para visitarla, admite el naturalista Fernando Jubete, uno de los impulsores de su recuperación. En esta época, apenas queda agua en este humedal artificial. «Los mejores meses son de noviembre a mayo, sobre todo entre noviembre y marzo que es cuando vienen las aves rapaces, es más espectacular para los menos eruditos», explica este palentino de nacimiento, que cerca de los 20 años se trasladó a vivir a Fuentes de Nava.
Cuando tenía «sobre los 20 años», Fernando Jubete se desplazaba en bicicleta desde Palencia hasta Fuentes en verano, y algo menos en invierno, a ver a la familia, «y siempre que venía, la zona de Cantarranas estaba inundada y se veían muchos pájaros que no se podían ver en el resto de la Península». De ahí, y de la figura de Félix Rodríguez de la Fuente, se puede explicar el interés por el naturalismo de este palentino que, tras más de 20 años colaborando con la Fundación Global Nature, se desligó para formar parte en la actualidad de la Asociación de Naturalistas Palentinos y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi como coordinador nacional de varios proyectos, entre ellos la ruta de las aves, proyecto turístico internacional del que formará parte La Nava y que se presentará oficialmente el 2 de febrero de 2016, Día Mundial de los Humedales.
En la actualidad, Jubete observa orgulloso el legado no solo en la Nava, sino también en las lagunas de Boada y Pedraza, que fueron posibles a partir de la recuperación del humedal en Fuentes. «Incluso, el alcalde de Pedraza nos vino a buscar en unas jornadas para proponernos la idea», señala el naturalista.
Aunque ya no guarda una implicación activa con el mantenimiento de la laguna, ahora en manos de la Junta de Castilla y León, el palentino reconoce que aún disfruta cada vez que la visita. «Me pone la piel de gallina todos los años cuando oigo los primeros ansares a mediados de noviembre, tengo un subidón brutal», admite Fernando Jubete, aunque prefiere «ampliar la experiencia sensorial» cuando acude al amanecer o al atardecer para ver entrar o salir a los gansos. «Muchos días estás ocho o diez grados bajo cero, con mucho frío y a dos luces, pero cuando llegan te olvidas de todo», comenta el impulsor de la recuperación de la Laguna de la Nava.
Sin embargo, dos actitudes bien distintas le molestan los cazadores que actúan cerca de la laguna «es incompatible para la gestión del humedal y para el turismo», y los ornitólogos que «vienen con prisas para ver alguna especie rara y luego se van rápido, porque no disfrutan realmente del espacio natural, sino que vienen a coleccionar cromos».
Allí, con su tesón y el de muchos otros implicados, que Jubete menciona con devoción y agradecimiento, fue posible el milagro: recuperar una pequeña parte del ancestral Mar de Campos, una laguna esteparia que alcanzaba una superficie de 2.200 hectáreas cuando, en 1968 y tras numerosos intentos que se remontan incluso a la época de los Reyes Católicos, se consiguió desecar oficialmente para dedicar los terrenos a fines agrícolas. «La mayoría de las veces surgían problemas técnicos, pero hubo dos ocasiones en que los vecinos sabotearon los intentos de desecación», relata Fernando Jubete. El Mar de Campos se extendía por Grijota, Villaumbrales, Becerril de Campos, Villamartín de Campos y Mazariegos. En esta última localidad, sufrían de cerca sus crecidas. «El agua podía llegar en cuestión de horas, y por ello tenían instalada una campana para avisar a los vecinos y que se subiesen todos a la torre de la iglesia, e incluso es posible que alguno terminase muriendo ahogado», añade Jubete.
Más adeptos a la causa
Con la idea en la cabeza, el siguiente paso para llevar a cabo el proyecto era conseguir contactos. Un congreso de restauración de humedales en Medina del Campo sirvió al joven Jubete para conseguir adeptos a su causa, como los ecólogos Ramón Margalef y Fernando González Bernáldez. «Estuve hablando con ellos y me animaron, me dieron ideas y una serie de contactos», rememora el naturista palentino.
«Para nosotros era un proyecto muy seductor», cuenta el doctor en Biología José Luis González, que fue asistente técnico del antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona). En torno a Cosme Morillo, surgió la asociación Hábitat, un colectivo de biólogos dedicado a apoyar y diseñar proyectos. Si el proyecto resultó atractivo para los implicados en Hábitat, más lo fue para José Luis González, que estaba realizando su tesis sobre el aguilucho lagunero, una especie que vive en zonas húmedas. Igual lo fue para otras personalidades del gremio como Juan Carlos del Olmo, que ahora es secretario general de WWF-Adena en España.
El dinero que Hábitat recibió de un premio costeó el primer proyecto de recuperación de la Laguna de la Nava, aunque otro apoyo resultaría fundamental: el del alcalde de Fuentes de Nava, Jesús Gutiérrez Matía. «Tuvo una mentalidad muy abierta y fue un impulso clave en todo esto. Todavía hoy me pregunto por qué dijo este hombre que sí», comenta Fernando Jubete.
Ganas de cambiar las cosas
«Era joven y tenía ganas de cambiar las cosas», resume GutiérrezMatía, aunque para sumar fuerza al proyecto vio claro que debían juntarse con «gente que peine canas para que nos respetaran un poco más». Aunque hubo políticos que se implicaron, como José Luis Sagredo, entonces consejero deMedio Ambiente de la Junta, el camino no estuvo exento de dificultades, entre ellas la subasta por los terrenos contra un pastor que terminaron en un empate o, más recientemente, el conflicto contencioso-administrativo entre el Ayuntamiento de Fuentes de Nava y la Junta por el pago de los terrenos, ya resuelto. «Me he visto muy solo por todas partes», confiesa Gutiérrez Matía, que sin embargo se muestra contento de haber llevado a su localidad hacia «un turismo de naturaleza que ha puesto a Fuentes en el mapa y ha ayudado mucho a la localidad en muchos proyectos».
Ahora, el próximo reto de Fernando Jubete es recuperar el Mar de Campos, algo que el naturalista está «absolutamente convencido» de que terminará viendo. De hecho, recuerda que «hay un proyecto ya redactado y presupuestado. La despoblación rural está aquí y esto es lo que marcan los tiempos, nadie imagina ahora la marisma de Doñana llena de arroz». Su compañero José Luis González no es tan optimista, «y es que el agua es un recurso cada vez más escaso». Mientras tanto, en palabras del biólogo madrileño, La Nava quedará como uno de los hitos más importantes de la historia de la conservación española.
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