Fernando Caballero
Lunes, 20 de abril 2015, 17:17
El artista salmantino Venancio Blanco (Matilla de los Caños del Río, 1923) ha demostrado su magisterio en la escultura, con una de las producciones más significativas del panorama español del siglo XX, que está trascendiendo al XXI por la capacidad creativa que aún demuestra. La exposición que se encuentra en la actualidad en el centro cultural Antigua Cárcel (Lecrác) es una evidencia de ello.
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Venancio Blanco se formó en Madrid, ciudad en la que ejerció como profesor de Modelado en la Escuela de Artes y Oficios desde los años sesenta. En 1975 es nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1981 se convirtió en director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma y en 1986, en académico correspondiente de la Pontificia Insigne Academia Artística dei Virtuosi al Pantheom. La temática religiosa ha sido una de las más cultivadas por este escultor, junto con la taurina y la naturaleza.
La exposición de Palencia está integrada por esculturas creadas a lo largo de su trayectoria artística, pero sobre todo hay una serie de 47 dibujos realizados sobre servilletas de papel, que se encuentra en la cafetería donde desayunaba para no entretenerse en casa y llegar pronto al taller. La muestra está organizada por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y la Fundación Venancio Blanco y recorre la comunidad en un ciclo denominado Desayunando con el dibujo con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, un tema que se repite en las esculturas y en los dibujos presentes en la nuevas salas de la avenida de Valladolid.
La exposición se divide en dos salas. En la planta baja del centro de la antigua cárcel se exponen tres esculturas (Suerte de varas. Burladero, de 2007; Retrato de Juan Belmonte, de 1971, y Reposo, de 1980) y siete dibujos, cuatro de la serie Toros, de 2014, y tres de la serie de Flores, de 2012. Se trata de un avance de la obra de Venancio Blanco, con información de su vida y de su trayectoria artística aportada por la fundación, en el que ofrece un repaso de sus temas preferidos.
Principal producción
El grueso de la colección se encuentra en la amplia sala de exposiciones de la primera planta del Lecrác. Las esculturas son Árbol, de 2004; Homenaje a Häendel acuático, de 1996; Maternidad de la silla, de 1970; Santa Teresa, de 2003, y San Juan de la Cruz, de 2002. Obras de temas religiosos, musicales, taurinos y referidos a la naturaleza, como los presentes en Palencia, constituyen la principal producción escultórica de Venancio Blanco. Pese a su formación académica, el escultor rompe con los moldes tradicionales de la escultura sin llegar al informalismo. Mantiene la referencia figurativa, pero la desarrolla a través de un proceso creativo que le lleva a sintetizar los materiales y a depurar las líneas. Se encuentra en la línea roja que marca la tradición y la modernidad y contemporaneidad, es decir, entre la figuracón y la abstracción. Pese a ello, la obra escultórica del salmantino debe estudiarse entre los artistas actuales más reconocidos.
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Los dibujos de Venancio Blanco que plasma en servilletas de bar son apuntes mañaneros de un hombre inquieto, que no sabe esperar a que le llegue el desayuno sin evidenciar esa vena creativa que le caracteriza. Estos dibujos son como un Padre Nuestro, ha llegado a definirlos, una oración que se reza por la mañana para pedir la protección divina.
Los apuntes se estructuran en series con títulos sencillos, como Música (2014), Bebederos (2013), Palmera de pliego (2007 y 2013), Retratos (2014) y Maternidad (2014), además de los religiosos referidos a Santa Teresa y a San Juan de Cruz. Títulos sencillos como sencillos son los dibujos. Unos trazos en tinta sobre papel permiten al autor plasmar el tema.
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Todas las series ofrecen esa primera sensación que el artista siente en las primeras horas del día, antes de comenzar a trabajar obras más grandes en su taller. Son esbozos de unas ideas inocentes y cándidas sobre la realidad más inmediata. En estas obras, el escultor pone de manifiesto su virtuosismo en el arte, con líneas sueltas, naturales y transparentes. El artista refleja lo que quiere con escasos recursos. Es la grandeza de esta obra.
Resulta interesante la visión que ofrece de Santa Teresa como mujer andarina o en un viejo carro que recorre los caminos para fundar conventos. San Juan de la Cruz aparece con una imagen esplendorosa, con la cruz siempre en la mano elevada, invocando el encuentro con Dios de este gran místico.
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