fernando caballero
Domingo, 5 de abril 2015, 12:56
Los cohetes marcan en Palencia el inicio de la jornada más festiva de la Semana Santa. Cohete es sinónimo de alegría, de satisfacción y descubrir la mejor sonrisa. La procesión del Rompimiento del Velo es la que simboliza todos ello, un motivo de orgullo para los cofrades por su pertenencia a una religión en la que resurrección de Jesús conlleva la esperanza para vivir una vida y en un mundo mejor.
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Con esta premisa Palencia celebra el Domingo de Resurrección una procesión caracterizada por la buenaventura y la esperanza. Organizada por la cofradía de la Vera Cruz, el desfile tiene tres partes claramente diferenciadas. La primera es una doble procesión que salen de San Pablo. Una es la protagonizada por la imagen de la Virgen del Rompimiento tapada con un velo negro, portada en andas por hermanas en su mayoría de la Vera Cruz con los rostros tapados por el capillo, acompañada por la agrupación musical de esta hermandad, que en el último tramo de esta Semana Santa ha conseguido rehacerse después de que la mitad de sus miembros la abandonaran el año pasado.
La otra procesión la protagoniza el Santísimo, que desfila bajo palio acompañada del resto de cofradías y e obispo de Palencia, Esteban Escudero. Ambos cortejos se encuentran en la Plaza Mayor, donde se celebra la segunda parte de este acto, el descubrimiento del velo. La tercera es el regreso de toda la procesión hacia San Pablo.
En la Plaza Mayor tiene lugar una ceremonia solemne pero austera, en el que la Virgen es desposeída del velo, se la coloca la corona y los hermanos de la Vera Cruz que habían llegado con la cara tapada también se la descubren.
La agrupación musical de la Vera Cruz entona entonces la Marcha Real, mientras se mece a la Virgen, que termina haciendo una reverencia al Santísimo. Concluida la ceremonia por la banda Municipal de Música, se inicia la última parte de la procesión.
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El manto negro de la virgen lo llevan de regreso a San Pablo niños y niñas de todas las cofradías, mientras que la Virgen del Rompimiento, una obra anónima de 1929, la cargan hermanos de todas las cofradías, en su mayoría jóvenes que garantizan el relevo generacional en las hermandades penitenciales palentinas.
La procesión terminó puntualmente a las once de la mañana.
Tras la procesión, en las cofradías se reparte la colación.
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