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El Cristo de la Misericordia, frente a la Virgen de la Piedad.
La ausencia de un preso desvirtúa el momento central del indulto

La ausencia de un preso desvirtúa el momento central del indulto

La Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia sustituyó la representación por una oración del párroco de la Virgen de la Calle

fernando caballero

Jueves, 2 de abril 2015, 21:07

La procesión del Indulto se creó en el año 2011 para escenificar la exclaustración de un preso que desde 2005 el Consejo de Ministros indulta a petición de la Hermandad de Cofradías Penitenciales de Palencia. En los primeros años, la presencia del preso pasó primero de la procesión del Prendimiento y más tarde a la del Santo Vía Crucis. Ante esta vacilante ubicación, se ideó una procesión específica, la del Indulto, que organiza la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, por la advocación que tiene su talla titular.

Este desfile cubrió el hueco que había el Jueves Santo por la mañana y se ideó un acto junto a la iglesia de San Agustín con la Virgen de la Piedad como testigo. Hasta ahora, todos los presos indultados han desfilado en la Semana Santa como muestra de gratitud por haber solicitado el perdón, lo que reforzaba la escenificación en la calle Mayor. No obstante, este año no ha habido preso. El Consejo de Ministros denegó el indulto solicitado por las cofradías palentinas, pese a que había dos propuestos. Este hecho, la ausencia de un preso real, desvirtuó ayer la procesión del Indulto.

La hermandad organizadora y su capellán, Feliciano Pérez Moreno, párroco de la Virgen de la Calle, iglesia donde se venera el Cristo de la Misericordia, sustituyeron la escenificación por una pequeña intervención del sacerdote, que explicó el sentido de la misericordia, y una oración.

La procesión se desarrolló según el protocolo establecido desde 2011. A mediodía salió de la iglesia de la Compañía el Cristo de la Misericordia con su cofradía, que fue al encuentro de los otros tres crucificados que protagonizaron iconográficamente el desfile. La plaza de San Pablo, donde esperaban el resto de hermandades, fue el punto de partida de la procesión entera, que abrieron cuatro caballos procedentes de la Comisaría General de Madrid del Cuerpo Nacional de Policía cuando llegaron ante la Piedad, los caballos se colocaron de frente y un agente realizó con el sable un saludo a la Virgen, y continuaron la banda de música de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia sus integrantes también realizaron el saludo a la Virgen, y los cuadros de las cofradías de la Sentencia; Jesús de Medinaceli, con su imagen titular; Jesús Crucificado y Nuestra Madre Dolorosa, con el crucificado de Alejo de Vahía; Virgen de la Soledad; Jesús Nazareno y Nuestra Madre la Virgen de la Amargura; Santo Sepulcro; Santa Vera Cruz, con el Cristo del Otero de San Pablo; Virgen de la Piedad y Santísimo Cristo de la Misericordia, con su talla titular. Cerraron el cortejo los representantes institucionales y de las cofradías y la Banda Municipal de Música.

Cuando la talla del Cristo de la Misericordia llegó a la altura de la iglesia de San Agustín, se escoró ligeramente hacia la Virgen de la Piedad. El párroco de la Compañía, que desfilaba detrás del crucificado, se colocó entonces entre los dos pasos, junto a un hermano del Cristo de la Misericordia que tenía entre las manos un cojín morado, color que simboliza la penitencia, con unos grilletes antiguos. Feliciano Pérez Moreno explicó entonces el significado del acto como «un momento de paz, calma y serenidad». El sentido literal de la palabra misericordia es, según el sacerdote, «dar el corazón a los que tienen miserias», y destacó que en un acto en el que no hay un preso para escenificar el indulto, «todos tenemos miserias, todos somos algo pecadores, tenemos algo que sacarnos».

El párroco de la Compañía añadió que «Dios ha venido a la tierra para liberarnos» y «se encuentra siempre con los brazos abiertos». Finalmente, en referencia a la ausencia de un preso de la cárcel de Dueñas, resaltó «la virtud maravillosa de la caridad» y se refirió al buen ladrón que pidió perdón a Jesús cuando estaban crucificados en el Calvario y Jesús le respondió que ya ese estaba con él en el paraíso.

Finalizada esta sencilla ceremonia, se retomó la procesión que terminó en la plaza de Isabel la Católica, con los crucificados junto a la Compañía y la Marca Real despidiendo al Cristo de la Misericordia, despedidas que también celebraron las cofradías a través del saludo de los estandartes, símbolo de la hermandad de todas ellas.

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