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Exposición sobre Santa Teresa.
El arte al servicio de la reforma y de la fundación teresiana

El arte al servicio de la reforma y de la fundación teresiana

La exposición de la iglesia de San Bernardo ofrece múltiples lecturas sobre la vida de la santa, la época en la que vivió y su presencia en Palencia

Fernando Caballero

Domingo, 1 de marzo 2015, 14:10

Las exposiciones de arte sacro se han revalorizado desde que nació el ciclo de Las Edades del Hombre y que tuvo en Palencia su parada en 1999 con Memorias y Esplendores. Otras exposiciones han tratado de aprovechar el tirón de aquella, no solo en Palencia, sino en otras ciudades. La riqueza del arte sacro, las innumerables manifestaciones que posee y la calidad de las mismas permite montar exposiciones que tienen seguimiento, como seguro que tendrá Huellas y moradas. Santa Teresa en Palencia, una muestra digna y con una magnífica selección de piezas, algunas de gran tamaño, lo que motiva que en ocasiones la sala se quede pequeña.

Pero, realmente, organizar una exposición sobre Santa Teresa en Palencia obliga a que la sede sea la iglesia de San Bernardo, pues junto a ella estuvo la segunda casa que ocuparon las carmelitas descalzas en Palencia. Llegaron el 29 de diciembre de 1580 a una casa palacio de la calle Colón, entonces Mazorqueros, pero el 26 de mayo del año siguiente las religiosas se pasaron a una casa junto a la ermita de Nuestra Señora de la Calle, que entonces se encontraba en la actual calle San Bernardo. La iglesia actual no es la que conoció la santa. En este emplazamiento residieron diez años, ya que el 4 de noviembre de 1591 se instalaron en el convento de la calle de la Virreina, actual Eduardo Dato. Esta casa pervivió hasta que en 1967 se inició el derribo de la iglesia y del convento, y desde 1972 ocupan la actual casa en la avenida de San Telmo, junto al Complejo Asistencial San Luis.

La devoción a la Virgen de la Calle en el camarín

  • La relación de Santa Teresa con la Virgen de la Calle es patente en la historia y en la exposición. Cuando las religiosas del monasterio de San José ocuparon su segunda sede en Palencia junto a la iglesia donde se veneraba esta imagen, la fundadora pudo comprobar esa devoción. Los comisarios de la exposición han querido recordar esta vinculación con un apartado especial dedicado a la Virgen de la Calle, a través de un camarín donde se exponen representaciones, como un retrato del siglo XVIII y un relicario del XVII. Este espacio, que constituye una tercera sala de la muestra, se puede vivir con cierto recogimiento. También se puede contemplar en el altar de la iglesia de San Bernardo una pequeña réplica de la Virgen de la Calle que permite regresar a este templo una representación mariana de la patrona de Palencia, aunque el actual edificio no es el que vio Santa Teresa de Jesús en sus visitas a Palencia para la fundación del monasterio de San José.

Los comisarios de la exposición han sido Rafael Martínez, historiador del Arte y jefe del Departamento de Cultura de la Diputación Provincial, y José Luis Calvo Calleja, delegado diocesano de Patrimonio, que han seleccionado 98 obras entre cuadros, esculturas, libros, cartas y objetos originales de la época de la santa, que ella utilizó y que conserva el convento de las carmelitas descalzas.

La exposición está estructurada en siete capítulos. El primero se titula Un siglo especial, y en él se muestra un mapa del imperio español en el siglo XVI y un vídeo sobre la orden de las carmelitas descalzas que ha realizado Aquilino Antón, hermano religioso de La Salle, congregación que gestiona la iglesia de San Bernardo.

El encuentro místico de Santa Teresa se resume en el segundo capítulo, Una vivencia especial, en la que se puede contemplar uno de los muchos cuadros que la iconografía ha representado de esa experiencia mística, La transverberación de Santa Teresa, obra de Pedro Ruiz González, fechada en 1700 y que se conserva en la iglesia parroquial de Magaz de Pisuerga. La representación del Ecce homo encuentra una talla digna de un seguidor de Gregorio Fernández se piensa que puede ser Francisco Alonso de los Ríos, fechada hacia 1640. La presencia de Cristo en la exposición el obispo de Palencia, Esteban Escudero, definió el miércoles a la santa como una «enamorada de Cristo», por lo que este capítulo muestra el encuentro de la santa con el Cristo del dolor, de la pasión se pone de manifiesto también en Cristo atado a la columna, un óleo sobre tabla del siglo XVI procedente del monasterio de las carmelitas descalzas.

El tercer capítulo está dedicado a los escritos de Santa Teresa, por lo que se muestra la iconografía más próxima a esta faceta, tan conocida y por lo que fue nombrada en 1970 por el papa Pablo VIdoctora de la Iglesia. Santa Teresa escritora, una talla anónima procedente de Aragón, de 1800 aproximadamente, la muestra escribiendo sobre una mesa, con una cruz de celda del siglo XVII en la pared, ambas obras procedentes de las carmelitas descalzas de Palencia. En este capítulo no podían faltar libros de la santa fechados en los siglos XVI y XVII que se encuentran en el Seminario Mayor de San José, así como otras obras de arte, como Cristo sacerdote, un óleo sobre lienzo atribuido a Diego Díez Ferreras, del siglo XVII, del convento de Santa Brígida de Paredes de Nava, o un cuadro de la parroquia de Dueñas titulado Itineario místico, del siglo XVII.

El capítulo cuarto se centra en la reforma de la iglesia tras el trascendental Concilio de Trento, que se celebró entre 1545 y 1563, y a medida que se avanza en el itinerario de la exposición el carácter palentino se hace más patente al referirse expresamente a la fundación del convento de San José.

El papel del canónigo Francisco de Reinoso se evidencia en una carta que se conserva en la catedral. El capítulo quinto se refiere a la Teresa reformadora, junto a San Juan de la Cruz, los dos grandes místicos que reformaron el Carmelo. Un retrato de San Juan de la Cruz pintado al óleo sobre lienzo, anónimo del siglo XVII y procedente del convento de las carmelitas descalzas, pone de manifiesto esta estrecha relación entre los dos religiosos, escritores y reformadores. En este capítulo se puede apreciar otra Transverberación de Santa Teresa, óleo de Blas de Cervera, pintado hacia 1640, que también pertenece a las religiosas.

La relación de Santa Teresa con su amigo y consejero San Pedro de Alcántara se muestra en una copia manuscrita del siglo XVII de una carta de él dirigida a ella y firmada en Ávila el 12 de abril de 1562, propiedad del convento de San José, así como en un retrato de San Pedro de Alcántara, anónimo de mediados del siglo XVII del monasterio de las clarisas de Calabazanos.

La última parte de la exposición, los capítulos sexto y séptimo, titulados, respectivamente, La andariega en Palencia y El palomarico palentino, reúne piezas que conseva el monasterio de San José de la época de la santa, objetos utilizados por ella como una toalla con la que se limpió el cuerpo, un reloj de arena, una campanilla, matracas, una rueca, un huso, un tamboril, una flauta y castañuelas, materiales que despiertan curiosidad y asombran por haber pervivido durante siglos.

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