El director de la fundación, Juan José Martínez, a la derecha, con el obispo de Palencia, Esteban Escudero.

La fundación El Buen Samaritano atiende con casi 87.000 euros a 77 familias en tres años

La entidad ayuda a familias de clase media sin recursos por culpa de la crisis pero que no acuden a instituciones por vergüenza

CONCHI VICENTE GARCÍA-ICAL

Domingo, 28 de diciembre 2014, 13:53

Hace poco más de tres años el obispo de la Diócesis de Palencia, Esteban Escudero, decidió crear un espacio donde dar cobertura a un nuevo sector de la población que estaba surgiendo como consecuencia de las crisis económica y que no estaba siendo atendido por ningún recurso social. Con una donación de su propio bolsillo de 6.000 euros, Esteban Escudero creó la fundación canónica El Buen Samaritano que atiende a las personas que se han denominado pobres vergonzantes, gente de clase media, empresarios, familias normales, que tras perder el trabajo veían que empeoraba todo y que no encajaban hasta lo que entonces había sido el perfil habitual del usuario de Cáritas.

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En la actualidad, esta fundación, que dirige Juan José Martínez, ha atendido a 77 familias a las que ha ayudado con casi 87.000 euros. Martínez explica que la entidad, independiente de los demás organismos e instituciones benéficas eclesiásticas, no se nutre de subvenciones ni ayudas públicas, solo de aportaciones privadas y donaciones.

Sus arcas no se encuentran en un buen momento y las necesidades siguen siendo las mismas. Durante la visita pastoral por toda la Diócesis del obispo, el dinero recogido en las colectas se destinó a esta fundación, pero las visitas han terminado y esa fuente de recursos se ha cerrado.

Aunque el presidente de la entidad canónica confía en que el dinero vaya llegando gracias a la generosidad de particulares sensibles con la situación que atraviesan sus conciudadanos, hace un llamamiento para recordar que El Buen Samaritano sigue funcionando y sigue necesitando dinero.

En lo que va de año y todavía con la mirada puesta en que pueda entrar un nuevo caso, la fundación ha dado cobertura a 20 familias a las que ha entregado un total de 20.154 euros.

Martínez recuerda que la seña de identidad de esta fundación es el anonimato de sus beneficiarios, que no son quienes acuden solicitar ayuda, sino que suele ser a través de terceras personas que conocen que están en situación de necesidad. Martínez explica que suelen ser familiares, vecinos o incluso voluntarios de Cáritas los que detectan los casos. «Hay personas que lo están pasando mal y además se lo están comiendo ellos solos en su pobreza y tristeza», apunta.

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Una vez detectado que una familia está atravesando dificultades es el párroco de la parroquia más cercana quien acude al domicilio y ofrece apoyo y ayuda. El cura se convierte así el tutor y lo hace en el más absoluto anonimato, hasta el punto de que las entregas se hacen a través de transferencias bancarias que eviten sus continuas visitas a la casa.

Se estudia la situación de cada familia de forma individual para conocer cuáles son sus necesidades y se les entrega unas cantidades de dinero mensuales que oscilan entre los 400 y 600 euros durante una media tres meses pero tanto la cuantía como el periodo de la ayuda puede incrementarse si así lo requieren las circunstancias familiares.

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Así, puede darse el caso de que haya una necesidad puntual que se atiende para que los beneficiarios sigan con su vida normal. Si la situación se ha convertido en crónica en principio la ayuda es por tres meses mientras se ponen en marcha los diferentes mecanismos para la búsqueda de trabajo o solicitud de prestaciones y se puede prorrogar otros tres meses más si la situación no ha cambiado hasta llegar al año.

Evitar situaciones dolorosas

Además de cubrir necesidades básicas como el pago del alquiler o de los recibos de luz y gas, también se trata de intentar que la familia mantenga su mismo estilo de vida. De esta manera, añade Martínez, si los hijos acuden a un colegio concertado se cubren también esos gastos para «evitar situaciones que podrían ser muy dolorosas».

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En los tres años de vida de la entidad, el número medio anual de atendidos se ha mantenido invariable y Martínez cree que poco a poco la situación podría ir normalizándose a la baja, aunque, vaticina que habrá coletazos. «El fondo de todos los males está en el trabajo. Hasta que no estabilice la creación de empleo, seguiremos así. Sin trabajo no hay garantías para todo lo demás», considera.

Pese a ello, los resultados obtenidos por esta fundación son muy satisfactorios porque buena parte de las familias a las que se ha apoyado han conseguido superar la mala situación.

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