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Busto de la Pasionaria, de Victorio Macho.
El busto de la Pasionaria que Victorio Macho ocultó 66 años

El busto de la Pasionaria que Victorio Macho ocultó 66 años

Una de las dos copias originales de la obra permaneció 44 años abandonada en la carbonera de la casa-museo del escultor en Toledo tras regresar del exilio en 1952

J. Benito Iglesias (ICAL)

Domingo, 26 de octubre 2014, 12:30

Palencia está inmersa en los actos conmemorativos del 50 aniversario de la muerte de Victorio Macho (1887-1966) para rendir tributo a uno de los escultores más destacados del siglo XX a nivel nacional e internacional. Pese a ello, aún hay muchos aspectos desconocidos del autor del Cristo del Otero, desde el que que se divisa su ciudad natal y donde yace enterrado por deseo propio. Para que no se ahonde en el olvido de su legado, la ciudadanía reclamó recientemente al Ayuntamiento en una concentración que evite el deterioro de su obra magna, que se eleva 21 metros desde un cerro.

Mientras el monumento presenta un lamentado estado de conservación con grietas y roturas e inexplicablemente aún no ha sido declarado bien de interés cultural (BIC), la historia con una escasa difusión de la prolífica obra escultórica parece no hacer aún justicia al artista. Ahora ha sido la Real Fundación de Toledo quien, gracias a un reciente y minucioso trabajo de documentación, ha reproducido el proceso creativo de una de sus obras, al que ha tenido acceso Ical. Se trata del busto de Dolores Ibárruri, conocida como la Pasionaria, que sufrió un abandono consciente en la memoria de su autor durante 66 años.

En 1936, Macho, recién llegado a Valencia por decisión del Gobierno de la República que intentó proteger así a figuras artísticas e intelectuales del tenso ambiente político reinante, recibió el encargo del Partido Comunista de España (PCE) de realizar una estatua de homenaje a la entonces diputada del Frente Popular y pocos meses después vicepresidenta de las Cortes. Existen dos copias originales, una depositada en la Fundación Dolores Ibárruri, creada en 1999, y otra en el Museo de Victorio Macho en Toledo. Otra reproducción, a iniciativa de Izquierda Unida de Leganés y sufragada por suscripción popular, fue donada al Ayuntamiento de esta localidad madrileña y colocada en el año 2007 en los jardines de la Casa del Reloj.

Uno de los dos bronces originales, de 1,16 metros de alto por 43 centímetros de ancho y 40 centímetros de fondo, como era costumbre del artista, «quedó en su poder y permaneció oculto hasta treinta años después de su muerte, y en 1996 salió de nuevo a la luz», según señala la Real Fundación de Toledo, que gestiona su casa-museo en esta ciudad. El hallazgo se produjo tras firmar un acuerdo con la viuda, Zoila Barrós, que permitió la fusión de la entidad cultural manchega y la Fundación Victorio Macho, creada en su testamento para mantener vivo un ingente legado artístico.

«Una vez recibidas las llaves de la casa-museo de Toledo, donde pasó los últimos años de su vida Victorio Macho, en la primera visita a las dependencias se descubrió con gran asombro el paradero de obra de homenaje a La Pasionaria, sobre la que la viuda, como antes lo había hecho su esposo, había guardado silencio celosamente», tal y como explica la entidad cultural toledana. Desde que el artista palentino regresase del exilio americano en 1952 con 15 toneladas de sus esculturas, el busto de la dirigente comunista había permanecido 44 años en la carbonera de la residencia del artista, ubicada sobre la Roca Tarpeya en la ciudad imperial. «Mayor asombro causó aún descubrir que parte de la inscripción del cinturón, en donde el autor en 1937 cinceló el sobrenombre Pasionaria, estaba borrada», según apunta el documento que reconstruye el proceso creativo de la obra.

Cuando en 1999 se recuperó el espacio artístico situado sobre unas magníficas vistas del río Tajo y con ello se reabrió el Museo Victorio Macho, la escultura de la Pasionaria se volvió a exponer al público por segunda vez después de que lo hiciera en Valencia 66 años antes. «De esta forma, culminó un intervalo de varias décadas sin exhibirse, y ahora la obra puede verse de forma permanente dentro de un contexto artístico y museográfico que le ha devuelto el lugar y la consideración perdidas», tal y como apunta la Real Fundación de Toledo.

La pieza destaca por su extraordinaria fuerza contenida, representa a la histórica dirigente del PCE y tras ser realizada en Valencia, luego viajó con el artista palentino durante 16 años sin mostrase nunca en su exilio de Rusia, París, Colombia, Venezuela y Perú hasta su vuelta a España en 1952, para quedar aparcada en una carbonera.

Sin obviar sus posibles ideas progresistas, durante la Guerra Civil Victorio Macho se movió, según los estudiosos de su obra, más por vanidad e intereses artísticos que por su vinculación a partido o formación política alguna. Dolores Ibárruri, Pasionaria, llegó a posar para el escultor momento que recogen algunas imágenes fotográficas y el encargo de su busto tuvo tanta trascendencia que la productora Laya Films se desplazó al estudio del escultor y grabó unas breves imágenes de su moldeado en barro. La ejecución de la escultura le llevó unos meses, publicándose el 18 de julio de 1937 una fotografía con ella ya acabada en la revista Mediodía de La Habana (Cuba), como ilustración de un poema de Miguel Hernández dedicado a la dirigente comunista.

Poco tiempo después, el 20 de septiembre de 1937, la obra fue expuesta en la Casa de la Cultura de Valencia. El acto, de una gran resonancia social y ampliamente recogido en la prensa del momento, fue presidido por Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública, y Tomás Navarro, director de la Biblioteca Nacional. Incluso personas de una gran talla intelectual y de una sólida formación artística, como Margarita Nelken y Antonio Machado, amigo del escultor, centraron sus palabras en el acto más en la exaltación del personaje retratado que en la valía del escultor. Solo el pintor Ramón Gaya hizo una valoración de la obra desde el punto de vista exclusivamente artístico.

Dos vaciados en bronce

Los que le conocían señalaron que Macho se vio de esta forma un tanto herido en su orgullo como artista, y posiblemente el día de la presentación se pudo grabar en su memoria como fecha para el olvido prolongado de la obra. Como en otras ocasiones, sacó dos vaciados en bronce, uno para cumplir el encargo del PCE y otro para su colección particular, que, muy discretamente, siempre le acompañó en su periplo americano. La primera escultura original siguió al comité central del PCE en sus distintos traslados, primero a Barcelona y después a Rusia. En 1985 volvió a España para formar parte de la exposición organizada por el PCE en el 90 aniversario del nacimiento de Dolores Ibárruri.

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