Asunción García Diez
Domingo, 10 de agosto 2014, 13:31
A pleno sol del mediodía y ante un nutrido grupo de curiosos, un agricultor guiaba el arado romano tirado por mulas. En algún momento, los animales se paraban; luego, otras personas tomaban las riendas y el surco se torcía o quedaban guardalobos. «No es un término muy elogioso, se decía de los agricultores que hacían mal la faena», explica Juan Manuel Sánchez, acerca de los socavones en la tierra. En este caso, la faena consistía en voltear la tierra para que los restos de paja quedaran enterrados. Luego se hacía el allanado y después se pasaba una arañadora para preparar el terreno antes de la siembra.
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En otra tierra próxima, una máquina, también tirada por mulas, segaba y ataba el trigo. Otros vecinos se ocupaban de hacer gavillas, amontonar en morenas, peinar, atropar el bálago ante la expectación de los presentes. La trilla se quedaba para la tarde. Es posible que muchos de los observadores conocieran los términos de lo que estaban contemplando, porque han desaparecido ya del vocabulario habitual, y también las actividades que designan, al menos, las que se hacían de forma manual y con animales de tiro.
Pero ayer estas faenas cobraron vida de nuevo en Castrillo de Villavega, donde la asociación La Trilla recreó la fiesta que lleva su nombre y que se ha convertido ya en una cita turística obligada en pleno estío.
Juan Manuel Sánchez es uno de los organizadores. Reconoce que le tocó de pequeño hacer algunas de estas labores, «pero las conozco más de ver a mis hermanos», explica este vecino de Villasila de Valdavia.
Con un altavoz, describe a los congregados en la fiesta los trabajos que se desarrollan en al campo. Indica que la parcela en la que se ara ha habido que regarla, porque la tierra estaba reseca.
Junto a él, otros integrantes de la asociación La Trilla, incluido el presidente, Jaime Laso, se ocupan de mostrar a los asistentes las viejas máquinas, tan antiguas que la segadora atadora dejó de funcionar a media demostración. Mas allá se observa otra reliquia, una sulfatadora, también de tracción animal.
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Son ya 14 años los que la asociación ha dedicado un fin de semana a que estas tareas sean conocidas por las nuevas generaciones y que sirvan para atraer visitantes.
La Trilla se convierte, además en una ocasión para la convivencia, a lo que contribuyen la multitudinaria comida de cocido castellano en el plantío, la música y las actividades de ocio.
La fiesta continúa hoy con la misa rociera, la comida fabada y los juegos populares y música.
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