SAMUEL GARCÍA GIL
Viernes, 1 de agosto 2014, 11:56
No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Y ahora están en su tierra. Unos 40 misioneros palentinos se han reunido este jueves en el Palacio Episcopal en el habitual encuentro estival, junto con el obispo, Esteban Escudero, y el delegado diocesano de Misiones, Dionisio Antolín, como representación de los 484 misioneros palentinos que la Diócesis tiene registrados alrededor del mundo.
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El grupo más numeroso, de 70 religiosos, está destinado en Venezuela. El ejemplo más vivo es el de Valentina García Merino, que con 16 años se fue al país americano. De aquella marcha se cumplirán el próximo mes de agosto cincuenta años. La misionera lo recuerda emocionada. «Este año vengo a despedirme con mucho sentimiento, porque ya no podré volver», afirma entre sollozos. Y es que, a su pesar, y tras una vida dedicada a la ayuda religiosa en Venezuela, los últimos años en un comedor que atiende a setenta niños en la localidad de Bachaquero, sus problemas de salud le impedirán regresar a su misión.
La lista de países con más misioneros palentinos está copada por países latinos. A Venezuela le siguen Argentina (60), Perú (41) y Chile (36). Hay que irse hasta el quinto país en la lista para encontrar a un estado europeo, Italia, que concentra el mismo número de misioneros palentinos registrados que en Ecuador, 20.
Sin embargo, la estadística mantiene una caída progresiva. El año pasado, la Diócesis cifraba este grupo en 537 religiosos, número similar al de los 540 que se contabilizaron en 2012.
Ángel Merino, misionero en El Salvador, admite que «uno reconoce el trabajo que hace fuera de su país, pero cuando vuelve al país de origen, piensa que también podría hacer una buena labor. Los religiosos de aquí nos cuentan que se ha perdido mucho el sentido religioso. En cambio, en los países de Centroamérica, como es mi caso, este sentido está muy metido, la gente es más receptiva», afirma.
Después del encuentro, los asistentes han tenido un momento de oración y saludaron a las autoridades. Tras una conferencia del profesor de la Facultad de Teología de Burgos, Fernando García, la mañana ha concluido con una comida fraternal y la entrega de un obsequio por parte del obispo, Esteban Escudero. Sin embargo, hay algo que no cambiará entre todos los presentes, y que resume Valentina: «la vocación y las ganas de ayudar te empujan a seguir». En cuerpo y alma, aunque con unas vacaciones de por medio.
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